Cultura

29 mayo, 2017

El Reemplazante: una excelente serie chilena con foco en la educación

La idea no es necesariamente original. Es una serie sobre educación. Pero también es mucho más porque el enfoque y la realización son todo en «El Reemplazante». La escuela como escenario de conflicto social, el lucro de la educación privada y los empresarios sin escrúpulos que se empoderan a la vera de un Estado ausente.

Tal vez El Reemplazante sea una de las máximas expresiones de cómo Netflix y la televisión on demand nos permiten acceder a contenidos que jamás hubiéramos imaginado. Pocas producciones de origen chileno llegan a la Argentina sea en el cine o en la televisión (en los circuitos comerciales) y si todas tienen la calidad de esta serie, tal vez nos estemos perdiendo mucha cosa.

La idea no es necesariamente original. Es una serie sobre educación. Pero también es mucho más, porque el enfoque y la realización son todo en El Reemplazante. La escuela como escenario de conflicto, el lucro de la educación privada y los empresarios sin escrúpulos que se empoderan a la vera de un Estado ausente son sólo una primera parte del foco de esta serie creada por Javier Bertossi, Nimrod Amitai e Ignacio Arnold.

https://www.youtube.com/watch?v=_nh4ZPf0eKA

Todo empieza, como tantas otras producciones del estilo, con la llegada de un nuevo profesor. Se trata de una escuela en la periferia sur de Santiago de Chile. Carlos Valdivia (Iván Álvarez de Araya) era un prestigioso ingeniero que había hecho millones en una empresa financiera pero tras una jugada turbia es acusado de robar a la firma y enviado a prisión. Al salir, vuelve al barrio donde creció. Se va a vivir con su padre Dionisio (Sergio Hernández), su hermano Pancho (Roberto Farías) y la esposa e hijo de este último.

Manos vacías y nada para perder, lo convencen de empezar a dar clases de matemática en el colegio donde padre y hermano trabajan, el “Príncipe Carlos”. Se trata de una escuela privada con subsidios del Estado a la que asiste la población del barrio, en una situación económica y social crítica.

“En un comienzo pensábamos en el colegio como una escuela municipal, pero luego vimos que el colegio particular subvencionado era lo que se adecuaba a lo que imaginábamos, porque ahí aparece la figura del sostenedor”, planteó en una entrevista Amitai, uno de los creadores. Por sostenedor se refiere al dueño y gestor del colegio que, en verdad, termina siendo financiado por el Estado vía subsidios ya que éste no invierte un peso.

Al principio puede parecer una de tantas. Merlí, Rita o incluso las películas del estilo de Escritores de la Libertad (2007) o Mentes Peligrosas (1995) han intentado de diversas formas abordar la escuela como institución con poder transformador y la educación como herramienta de progreso social. Pero El Reemplazante va un paso más allá cuando introduce un factor clave: la política.

Chile y los conflictos educativos han ocupado tapas de diarios del mundo en la última década. El movimiento de los “pingüinos”, como se conoció a las y los estudiantes que salieron masivamente a las calles para cambiar de raíz el sistema excluyente, atraviesa la serie al igual que sus reivindicaciones. Es que el proyecto de El Reemplazante, si bien fue presentado al Consejo Nacional de Televisión antes de ese estallido, empalmó directo con un problema que siempre está latente en el país cordillerano. Su primera temporada, de hecho, se estrenó al año siguiente, en 2012. Hasta en un momento se evaluó la participación de la líder estudiantil y ahora diputada, Camila Vallejo.

“El problema de la educación estaba en el aire”, afirmó Javier Bertossi, “era cosa de salir a la calle para darse cuenta”.

Por otro lado, la serie tiene un interesante abordaje de los típicos temas “de adolescentes”. Embarazo, aborto, sexualidad, consumo, bullying y racismo son incluidos, entre otras cuestiones, como parte de la trama a través de la vida privada de estudiantes, pero también de profesores, madres y padres. Interesante también para docentes, ¿dónde está el límite entre la escuela y el afuera? ¿existe?

El narcotráfico, como en cualquier barrio humilde latinoamericano, también está presente. Y es interesante a su vez cómo se lo trata, saliendo tanto de lugares comunes como del ensalzamiento de los capos narcos que El Patrón del mal instaló en términos narrativos. Qué se le ofrece a la juventud como posibilidad de progreso, qué hacen las instituciones para que pibes y pibas que nacieron en los barrios más desfavorecidos tengan opciones para “hacerse el peso” que no sea convertirse en el soldadito del que lucra con la muerte y la desprotección social. La violencia recorre la serie de pé a pá. Y no resuelve la esperanza con un mensaje bonito y sencillo sino que capítulo tras capítulo la complejiza.

En una serie que muestra cómo sapear es casi tan malo como asesinar, robar o golpear, el tema de Ana Tijoux que funciona de cortina encaja como anillo al dedo. Otro punto a favor para una serie cuyas dos temporadas se pueden ver desde marzo en Netflix.

Julia de Titto – @julitadt

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