24 junio, 2014

Llegando los buitres: ¿Cómo actúan y cuándo aparecieron?

Cómo actúan los fondos buitre que abrieron juicio contra la Argentina, su surgimiento en pleno consenso de Washington, en tiempos del Plan Brady, así como su relación con la deuda externa argentina. Aquí la primera parte.

Cómo actúan los fondos buitre que abrieron juicio contra la Argentina, su surgimiento en pleno consenso de Washington, en tiempos del Plan Brady, así como su relación con la deuda externa argentina. Aquí la primera parte.

La decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de no entender en la causa que enfrenta a la Argentina con aquellos bonistas que decidieron no entrar en los canjes abiertos durante los años 2005 y 2010, los denominados “fondos buitre”, junto a los posibles escenarios que esto abre a futuro en materia de compromisos de deuda, nivel de inversiones y proyecto político-económico, se encontraron durante toda la semana pasada en el centro de la escena y el debate político nacional. Sin embargo, poco se ha dicho acerca de cómo accionan los fondos buitre, la forma en la que han adquirido la deuda que reclaman y las transformaciones dentro del capitalismo globalizado de fines de los ’80 y principios de los ’90 que crearon las condiciones de posibilidad para su posterior surgimiento.

Los fondos buitre, definidos muchas veces como fondos de capital de inversión de alto riesgo, han venido operando desde hace décadas dentro del ámbito empresarial. Su accionar consiste básicamente en comprar acciones de empresas que se encuentran en quiebra, a precio de remate, para luego dividirlas y revenderlas, sin embargo su aparición en el mundo de los bonos y títulos de deuda soberanos se dio recién a partir de fines de los años ’80 y principios de los ’90, cuando el sistema financiero mundial sufrió profundas reestructuraciones, Consenso de Washington mediante.

La década de 1970 habían visto como tras la crisis del petróleo en 1973, las principales entidades bancarias que operaban a nivel global, contaban con abundante liquidez. Dichos excedentes habían comenzado a ser invertidos en países de la periferia, generando a su vez la aparición de todo un mercado secundario, donde se prestaba a plazos cortos y altas tasas. América Latina fue en aquella ocasión uno de los sitios predilectos donde los bancos destinaron sus créditos sindicados, llevando la deuda externa de la región, entre 1973 y 1983, de 48 mil millones de dólares a 350 mil millones de dólares. El contexto de dictadura militar y predominio del capital financiero completaron la escena.

La década siguiente encontró a gran parte de aquellos países que habían recibido estos créditos con grandes dificultades de pago que llevaron al default y a severas crisis de deuda. Los bancos exigieron un cambio profundo a las autoridades monetarias de los países centrales y al Fondo Monetario Internacional (FMI), que llevó a una modificación en la forma bajo la cual los países emitían deuda.

Bajo las administraciones de Ronald Reagan primero y George Bush (padre) posteriormente, se diseñó el “Plan Brady”. De aquí en adelante los bancos pasarían a ser intermediarios en el proceso de colocación de títulos emitidos por los países y cobrarían por ello una comisión. Los títulos emitidos se cotizarían en las principales plazas financieras y cualquier fondo de inversión podría adquirirlos. Uno de los cambios operados bajo este contexto fue el de que al ser los bonos emitidos bajo legislación extranjera, cualquier litigio se desarrollaría bajo las normas que imperaran en dicho lugar. Dicho de otra forma, los países que colocaban deuda bajo esta modalidad cedían soberanía. Como corolario de estas transformaciones el FMI y el Banco Mundial exigían el cumplimiento de las recetas económicas que dichos organismos diseñaban.

Entre 1989 y 1990 se produjo entonces un traspaso de la emisión de deuda bajo préstamos bancarios, a la generalización de estos nuevos instrumentos financieros de reciente aparición. Años mas tarde las economías de la periferia que habían colocado deuda emitiendo estos bonos comenzaron a sufrir turbulencias financieras. Los buitres hicieron su aparición.

Comprando deuda a precio de remate de todos aquellos que buscaban desprende de activos que día a día perdían cada vez más valor, la estrategia de los buitres tenía un solo objetivo: esperar a que los países de los cuales tenían bonos entraran en default, boicotear las reestructuraciones de deuda excluyéndose de las mismas (por eso la denominación de holdouts), para finalmente llevar el caso ante los tribunales exigiendo el pago del 100% del valor nominal de los mismos, más intereses. Una operación que suele reportar ganancias cercanas al 1000%. Perú, Zambia, Nicaragua y Brasil fueron parte del accionar de estos fondos, de donde siempre salieron ganadores, al buscar estos países una salida negociada con los mismos, tratando de no poner en riesgo procesos de reestructuración de deuda.

La posibilidad de realizar esta operación y litigar ante tribunales extranjeros se aprovecha de un vacío legal en términos de derecho internacional. Mientras el ámbito empresarial tiene definidas reglas bajo las cuales se producen las quiebras, hasta cuándo se pueden efectuar demandas y cuál es el piso mínimo de acuerdo entre acreedores privados a partir del cual un proceso de reestructuración se consolida, en lo que refiere a la emisión de bonos correspondientes a deuda soberana no existe ningún tipo de legislación que lo regule. Este vacío legal es el que aprovechan los fondos buitre para accionar.

En sus planteamientos judiciales la piedra de toque de su argumento radica en la denominada clausula pari passu, de tratamiento igualitario, bajo la cual los buitres exigen que un país le pague a todos sus acreedores, independientemente de si estos fueron parte de canjes y reestructuraciones de deuda o no.

En Argentina operaron en tiempos de la crisis del 2001-2002 en dos ocasiones. En ambas compraron bonos de deuda soberana a un precio ubicado entre el 10% y el 30% de su valor nominal. El país se encontraba en una profunda crisis económica, producto de los efectos de las políticas neoliberales aplicadas desde la dictadura y consolidadas en los ’90, que significaron un cambio en el modelo de acumulación, denominado de valorización financiera. En dicho modelo de acumulación la deuda externa jugó un papel fundamental en la realización de las ganancias de los principales grupos económicos.

Desde 1975 hasta el fin de la dictadura la deuda trepó de 7800 millones de dólares a 45 mil millones. El gobierno de Alfonsín la llevó a 58 mil millones, para alcanzar en el fin de la convertibilidad los 147 mil millones de dólares, representando el 17% del gasto público. En el camino quedaron los 29 mil millones de dólares producto del cambio de deuda bancaria por bonos soberanos, efectuado en tiempos en los que Domingo Cavallo ocupaba la titularidad del Palacio de Hacienda. Luego vino el Blindaje del ministro de Economía José Luis Machinea. 12.500 millones de dólares fugados por 500 empresas.

Es entonces, en el contexto de la crisis del 2001-2002, que los fondos buitre realizaron su primera aproximación comprando bonos de deuda y esperando el momento preciso para actuar. La apertura del canje durante los años 2004-2005 les dio esta oportunidad, llevando a Argentina ante los tribunales internacionales. El juzgado de Thomas Poole Griesa fue el encargado de recibir las demandas de fondos liderados por personajes como Paul Singer y Kenneth Dart.

 

Leandro Navarro – @navarro_lean

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