19 octubre, 2015
Vaivenes del peronismo
Por Ulises Bosia. El sábado se cumplieron setenta años del nacimiento del peronismo. Volcado en los noventa hacia “la derecha” y en el siglo XXI hacia “la izquierda”, se revitalizó como identidad popular en los años kirchneristas. Ahora busca renovar su hegemonía detrás del liderazgo de Scioli.

Por Ulises Bosia. El sábado se cumplieron setenta años del nacimiento del peronismo. Volcado en los noventa hacia “la derecha” y en el siglo XXI hacia “la izquierda”, se revitalizó como identidad popular en los años kirchneristas. Ahora busca renovar su hegemonía detrás del liderazgo de Scioli.
En los años 90, tras la conducción del presidente Menem, el Partido Justicialista (PJ) fue la herramienta privilegiada de la ofensiva de la clase dominante y del imperialismo norteamericano para imponer los términos del Consenso de Washington en nuestro país.
En esos años el PJ giró hacia la derecha abiertamente, logrando una primera etapa de consenso social para la impunidad de los genocidas, la apertura económica del país, las privatizaciones y el régimen de Convertibilidad. Esa orientación política generó desde un primer momento la ruptura de un sector del peronismo que denunció al neoliberalismo, el famoso “grupo de los ocho” diputados integrado por el dirigente estatal Germán Abdala y por Carlos “Chacho” Álvarez.
Esa temprana ruptura se correpondía en el terreno gremial con el proceso político que dio lugar a la experiencia de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), quizás la experiencia de reagrupamiento popular más importante de los años noventa, en la que distintos sectores nacionales y populares y de la izquierda se propusieron construir un sindicalismo de nuevo tipo para defender los intereses de la clase trabajadora.
También en el terreno político -tras varias mediaciones intermedias-, esta ruptura del grupo de los ocho terminó por dar lugar a la experiencia del FREPASO, que reunía a peronistas y progresistas en la oposición al menemismo. Más adelante, tras el acuerdo de este sector con la UCR, esa historia llevó a la Alianza, que asumió como programa la continuidad de las políticas neoliberales, el republicanismo y la denuncia de la corrupción.
Fuera de estas dos experiencias ineludibles de aquellos años -a su vez relacionadas entre sí, aunque no orgánicamente- la etapa de alza de las luchas sociales de finales de los años noventa vio surgir nuevos sectores de la militancia popular, algunos de los cuales se identificaban con la identidad, la historia y las banderas del peronismo, pero habían llegado a la conclusión de que el PJ ya no era una herramienta propicia para llevarlas adelante, por lo que era necesario construir por fuera.
De las rupturas “por izquierda” a las rupturas “por derecha”
En cambio, al mismo tiempo que se daban estas rupturas, Néstor y Cristina Kirchner permanecieron al interior del PJ, reivindicando su pertenencia, incluso en los momentos de mayores enfrentamientos con la conducción partidaria.
Seguramente, el fracaso estrepitoso de los dirigentes peronistas que apostaron a construir por afuera y terminaron en la Alianza, sea parte de la explicación de la capacidad del PJ para imponerse nuevamente en 2003, a diferencia de otros países de nuestro continente, donde la crisis de los planes neoliberales arrastraron consigo a antiguas y poderosas estructuras políticas, como en Brasil, Uruguay, Bolivia o Venezuela.
Por otro lado, el despliegue de la política kirchnerista rápidamente congregó alrededor del nuevo gobierno a distintos sectores del peronismo y del progresismo que se habían apartado del PJ, provenientes tanto de estructuras partidarias como de movimientos sociales, conformando el Frente para la Victoria.
Fueron esos primeros años donde se puso en discusión la idea de la “transversalidad”, abandonada más temprano que tarde una vez que Kirchner logró hacerse con la conducción del PJ. Esa cuestión generaba mucho debate entre estos sectores peronistas y progresistas, que identificaban a este movimiento de regreso al PJ con el riesgo de un retorno de la “vieja política”. Por otro lado, la ruptura con Duhalde en las elecciones de 2005 significó el inicio de un proceso de ruptura del PJ “por derecha”, ante la nueva orientación más bien “centroizquierdista” de la política gubernamental.
Pero volviendo a aquellos años, el surgimiento de Proyecto Sur con la figura de Pino Solanas, expresaba todavía la existencia de sectores peronistas que se ubicaban por fuera del PJ “por izquierda”.
Pero el conflicto por “la 125” cambió radicalmente la situación. Se configuró la polarización política y social que caracteriza a nuestro país desde entonces y comenzó un proceso de conflictivo realineamiento de la militancia popular, alrededor del eje kirchnerismo/antikirchnerismo.
La CTA se partió en dos por esta razón, el sector kirchnerista se alineó al gobierno y el antikirchnerista buscó acuerdos con sectores del progresismo opositor; Solanas condujo a su fuerza política cada vez más hacia el antikirchnerismo, en un camino que llevó a su virtual desaparición, mientras buena parte de su militancia fue ganada por el kirchnerismo.
Al mismo tiempo, ante un PJ donde se profundizó la ruptura “por derecha”, el kirchnerismo inició la construcción de fuerza propia, promoviendo la participación política y la organización juvenil, lo que dio lugar al crecimiento acelerado de organizaciones como La Cámpora y el Movimiento Evita -cuyos integrantes son afiliados del PJ- o Nuevo Encuentro -que se mantiene por fuera pero en acuerdo político con el PJ, expresado de forma paradigmática en la fórmula de la provincia de Buenos Aires entre Aníbal Fernández y Martín Sabbatella-.
Este proceso continuó hasta 2015, con un gobierno que mantuvo sus posiciones, logrando reunir alrededor suyo a practicamente todos los dirigentes y militantes identificados con las ideas nacionales y populares del país. Es decir, consiguiendo recomponer desde la conducción del PJ todas sus rupturas “por izquierda”, a tal punto que la consigna de acompañar a Daniel Scioli como candidato único a la presidencia fue acatada unánimemente por todos estos sectores, a pesar de la desconfianza y la oposición explícita de muchos de ellos.
Lo que viene
Estos elementos pueden ayudar a pensar las relaciones entre sciolismo y kirchnerismo, si el gobernador bonaerense accede a la presidencia el próximo domingo.
Por un lado, ya es visible que una parte de quienes se separaron del PJ “por derecha” están volviendo, esperanzados por las nuevas oportunidades abiertas por el liderazgo de Scioli. Al mismo tiempo, quienes volvieron “por izquierda” durante los años kirchneristas están a la expectativa de las proporciones de la ecuación entre continuidad y cambio que promete el gobernador bonaerense.
¿Habrá una orientación más “centrista” del PJ, como deja entrever Scioli, que incorpore a la gran mayoría del movimiento y sólo deje por fuera a sus sectores “más derechistas” y “más izquierdistas”? ¿Scioli elegirá recostarse en una construcción de su liderazgo “por derecha”, atrayendo al massismo y generando una mayor distancia con las organizaciones populares identificadas con Cristina? ¿Cómo se moverá Cristina, teniendo en cuenta su fuerte defensa de la disputa por adentro del PJ?
@ulibosia
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