7 septiembre, 2015

Fábricas de pasta y galletitas

Por Ulises Bosia. El Día de la Industria dejó planteado el debate sobre estrategias de desarrollo entre las principales fuerzas políticas. La Unión Industrial Argentina se prepara para una ofensiva con la elección de sus nuevas autoridades.

Por Ulises Bosia. El Día de la Industria dejó planteado el debate sobre estrategias de desarrollo entre las principales fuerzas políticas. La Unión Industrial Argentina se prepara para una ofensiva con la elección de sus nuevas autoridades.

El candidato presidencial del PRO Mauricio Macri aprovechó la efemérides para dejar en claro a los productores agropecuarios entrerrianos que «el gran motor de la Argentina que viene es el campo y todas las economías regionales”. Pero por las dudas, con un poco más de reflejos, en su recorrida por Concepción del Uruguay aclaró también que “tenemos que levantar la industria nacional y generar puestos genuinos de trabajo».

Lo interesante es cómo sintetiza su programa industrial: «Que Argentina pase de ser el granero del mundo a ser el supermercado del mundo». Y para más detalles explica que aspira a terminar sus cuatro años de mandato presidencial con «fábricas de pasta y galletitas por todo el país». Creer o reventar.

La presidenta, como otras veces, habló en Tecnópolis ante una parte destacada de la dirigencia empresarial y explicó el programa que sostuvo estos 12 años, sintetizable en la consigna: “Sin industria no hay país, no hay nación, ni hay futuro”.

En cuanto a los desafíos explicó que “la tarea de reindustrialización comienza normalmente por la tarea de los bienes de consumo. Ahora viene la etapa donde tenemos que comenzar con los bienes intermedios y de capital más profundos y más pesados para asegurar que definitivamente este proceso de industrialización continúe siendo el eje fundamental del desarrollo argentino”.

Evidentemente Cristina se plantea un desafío más ambicioso para el capitalismo argentino que la fabricación de fideos y bizcochitos.

Elecciones en la UIA

Mientras tanto, la Unión Industrial Argentina (UIA) resolvió el nombre del sucesor de Héctor Méndez, a través del tradicional mecanismo de alternancia entre sus dos listas. El elegido es Adrián Kaufmann, operador de Arcor, que junto a Techint conforman dos de los actores más destacados de la gran industria exportadora argentina.

La cordobesa Arcor no es una novata en el lobby político. De hecho, es la principal fundadora y sostén de la Fundación Mediterránea, cuna de Domingo Cavallo y estrechamente vinculada al gobernador De la Sota, y una de las principales usinas neoliberales de nuestro país. Además es una de las voces preponderantes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) -junto a Techint y el Grupo Clarín-, a la que el propio líder de Arcor, Luis Pagani, supo presidir hasta 2009.

La gran burguesía exportadora ve la necesidad de aprovechar el recambio presidencial como una oportunidad para presionar de manera más decidida al nuevo gobierno, tanto en el caso de la continuidad del Frente para la Victoria (FPV) como de un recambio opositor. Eso explica que la presidenta, sin demasiada sutileza, les haya planteado “a las autoridades de la Unión Industrial Argentina, de la nuevas autoridades, por favor, no se olviden que el motor del desarrollo de la Argentina, han sido las pequeñas y medianas empresas”.

Industria y neoliberalismo

¿Cómo explicar que el nuevo presidente de la UIA represente a la empresa que sostiene a la neoliberal Fundación Mediterránea? ¿No son opuestos industria y neoliberalismo?

No, puede existir una industria neoliberal porque es una industria volcada a la exportación, apoyada en las famosas “ventajas comparativas” de nuestro país, es decir, en la dotación de recursos naturales que son apropiados de forma privada por las grandes fortunas locales e internacionales.

La producción de aceites y derivados de la soja, la fabricación de alimentos y bebidas o los biocombustibles son ejemplos de actividades industriales de este tipo, cuyos insumos provienen de la actividad agropecuaria. Es el caso de Arcor.

Por supuesto, no obstante su profesión de fe neoliberal y las críticas a las políticas populistas, son las primeras en ejercer sus influencias en el Estado para garantizarse acceso al crédito, mejoras en la infraestructura o subsidios fiscales e impositivos.

Para estas industrias su fuente principal de ingresos son las exportaciones, por lo que el consumo interno pasa a un segundo plano. En consecuencia, el mercado interno y la capacidad de consumo de las grandes mayorías que lo sustenta, son un elemento secundario desde el punto de vista de sus ganancias, pero que además implican altos niveles salariales, estos sí vistos como un costo en sus libros contables.

El programa de las “fábricas de pastas y galletitas” de Macri es el intento de conciliar los intereses de la burguesía agraria con el de este sector de la burguesía industrial: los une el reclamo de una fuerte devaluación y un dólar alto.

En la vereda de enfrente, el FPV sostiene la defensa del consumo y el intento de un perfil industrial más diversificado, apostando a desarrollar ramas de mayor valor agregado y combinando la ampliación de las exportaciones industriales con el crecimiento del mercado interno. En el marco de un capitalismo globalizado que impone sus reglas, con el tiempo se ha encontrado con distintos obstáculos, entre ellos dos fundamentales: la escasez de divisas para hacer frente a la restricción externa típica de las economías dependientes -agravada los últimos años por la baja del precio de las commodities-; y la falta de niveles de inversión privada en condiciones de satisfacer el aumento de la demanda -lo que llevó a acelerar la inflación- y la fuga de capitales como hábitos empresariales.

La propuesta de Daniel Scioli para continuar “el modelo” frente a estos obstáculos es lograr el ingreso de capitales mediante la recuperación del pleno acceso al crédito externo y la llegada de mayores niveles de inversión extranjera, en un contexto internacional adverso. Esta salida supone acordar con los fondos buitre y garantizar “confianza y seguridad jurídica”, es decir, permitir libremente la remisión de utilidades a las multinacionales, continuar con la normativa neoliberal vigente para las inversiones y aceptar los condicionamientos de política interna necesarios para el endeudamiento. Aquí se jugará una pulseada entre las políticas de ajuste y el sostén del mercado interno.

Está planteado así un escenario propicio para una ofensiva de la gran burguesía exportadora y el capital financiero internacional.

@ulibosia

Foto: Adrián Kaufmann, operador de Arcor y futuro presidente de la UIA

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