2 julio, 2015

«El posporno viene a cuestionar»

A raíz de una intervención llamada “Miércoles de placer” que organizó el área de Comunicación, Géneros y Sexualidades de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, las redes sociales y los medios de comunicación estallaron. Pero, ¿de qué se trata el posporno? Una entrevista con Mariana Palumbo, del Grupo de Estudios de Sexualidades de esa casa de estudios.

EL hashtag #fsoc estuvo dentro de los más mencionados en el mundo el pasado miércoles por la noche. ¿El motivo? Una intervención del área de Comunicación, Géneros y Sexualidades, integrada por docentes, estudiantes  e investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que irrumpió en los pasillos de la casa de estudios con escenas de sexo explícitas englobadas en lo que se conoce como «posporno», un movimiento artístico, sexual, erótico y político.

La socióloga e investigadora Mariana Palumbo explicó a Notas de qué se trata esto del posporno, cómo se vincula con el feminismo y qué viene a cuestionar del espacio público.

– En todos los medios de comunicación se habló de porno y posporno como cosas indistintas, ¿Qué diferencia a uno de otro?

– Está la pornografía mainstream, que es la que conocemos habitualmente (al estilo Playboy). Esta es la que proviene de la gran industria del sexo y que se constituye como una forma de estímulo que responde a lo que es la norma masculina erótica hegemónica. Lo que importa es, sobre todo, el placer de los varones.

El posporno viene de alguna forma a cuestionar este deseo que está regido por la norma heterosexual genital y viene a decir que cualquier parte del cuerpo puede ser fuente de deseo y erotismo (por ejemplo juegos con electricidad, también se mete con el sadomasoquismo como una forma de generar placer desde la violencia). Es a todos estos deseos disidentes, abyectos, a los que se les da lugar.

Es una forma de pornografía que de alguna forma enfrenta al capitalismo, a la forma más capitalista de la industria pornográfica, porque plantea lo autogestivo. Que uno lo pueda hacer y mostrar su deseo, placer y otras sexualidades desde lo casero y no necesariamente en una industria. Es como desafiar el orden sexual heteronormativo. El posporno es disruptivo. Es una acción política.

También tiene que ver con el placer trans, con un montón de placeres que son, que están y que cuestionan. Esto de las 50 Sombras de Grey, del sadomasoquismo, ¿por qué tuvo tanto éxito? No es simplemente que la mujer es un objeto, sino que también hay todo un placer en el sadomasoquismo que se está empezando a mostrar, que a un montón de personas les gusta.

– ¿A todo el mundo le genera placer esta otra forma de pornografía? ¿Por qué incomodó tanto lo que ocurrió en la Facultad de Ciencias Sociales?

– Se juega también lo subjetivo de cada uno, que es pensar si esa forma le genera placer o no. Que a uno no le genere placer no invalida que al otro sí. Haber hecho lo que se hizo en la Facultad tiene que ver con poner ahí en lo público, cuestionarnos, movilizarnos, sobre estos placeres disidentes.

Todos nos hacemos los progres y después tenés que ver qué le pasa a la gente con ese placer. Yo leía los foros y grupos de Facebook de la Facultad de Ciencias Sociales y lo que generaba era horror, “qué le hicieron a mi facultad”, “cómo van a hacer eso”, etc.

– ¿Sobre qué principios se fundamenta el posporno y cómo se vincula con el feminismo?

– Es una acción política que quiere ser contestaría. Está metido lo andrógino, hasta lo ciborg, porque incluye el placer a partir hasta de cosas tecnológicas, objetos, no está centrado en lo genital. A partir de otros objetos se puede generar placer.

Hay una reivindicación del consolador, por ejemplo, cuando en la performance en Sociales metía el micrófono en los genitales. Es una acción contestataria sobre la sexualidad y la idea erótica, contra la que, por ejemplo, muestra Playboy de la mujer de determinada manera y el varón que la penetra. Es una mujer que solo puede sentir placer desde la penetración masculina y que tiene que estar a la orden del placer del otro.

En el posporno es una acción sumamente disruptiva y es política. Por eso es feminista. Porque viene a cuestionar y mostrar otros placeres y deseos. Desde ahí se vincula con el feminismo. No es algo “de género”, es feminista, político. Es un discurso crítico que nos hace reflexionar.

– La sexualidad siempre se ha intentado recluir al ámbito de lo privado cuando es parte fundamental de la vida de las personas y las sociedades, ¿qué aporta este movimiento a romper con esa noción?

– La pornografía también venía a cuestionar algo del orden de lo público, pero en el posporno tiene otro sentido. Lo que viene a hacer, en su intento, no es algo nuevo, es algo que ya se venía haciendo. En la Argentina tuvo una impronta más importante en los últimos diez años más o menos. Se visibilizó más.

Ahora hay festivales de posporno, de cine, performances como la de la Facultad de Ciencias Sociales. Se está poniendo en escena para que todos veamos estas sexualidades que generan ruido. Como es feminista irrumpe en el espacio público, quiere cuestionar.

 

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