3 noviembre, 2014

La Justicia ordenó reincorporar a telemarketer despedida por su actividad sindical

Sandra Orué es telemarketer y en mayo último la echaron por su actividad gremial. En diálogo con Notas, contó como el Juzgado Laboral 35 a cargo del Juez Alberto Alejandro Calandrino ordenó su reincorporación luego de que sea despedida por su actividad gremial.

Sandra vive en Tigre y para ir a su trabajo en el barrio porteño de Balvanera debe combinar lancha, tren y colectivo. Tiene un nieto y cuatro hijos, dos de ellos ya se fueron de su casa. Después de divorciarse, desempeñarse como operadora telefónica en un call center apareció como una de las chances más concretas de ingresar al mercado laboral. Comenzó en Teletech, empresa estadounidense que se fue del país, hace más de seis años. En agosto de 2011 ingresó a la empresa Aegis, donde está actualmente.

Hace pocos días la Justicia, en un fallo sin antecedentes dentro de la actividad, ordenó su reincorporación por discriminación sindical. Entre gerentes y supervisores siempre se dice que el telemarketer tiene una vida útil de entre dos y tres años. Luego se cansa, ya no rinde como al principio y hay que reemplazarlo. El caso de Sandra Orué rompe con esa lógica de la rotación permanente y recuerda que los trabajadores, siempre, tienen derechos.

– ¿Cómo fue tu comienzo como telemarketer?

– Empecé en una empresa que se llamaba Teletech. Era un call center grande, con más de mil telefonistas. Cuando cerró, nos dejó a todos en la calle. En agosto de 2011 ingresé a Aegis, donde estoy en blanco.

Mi trabajo consiste en contactarme telefonicamente con clientes del Banco Santander o Ciudad y ofrecerle promociones o servicios a través de tarjetas de crédito, como Visa. En Aegis estamos tercerizados. Hacemos la misma tarea de alguien que trabaja para el banco, pero cobrando menos de la mitad.

La diferencia es que al estar tercerizada, mi convenio colectivo de trabajo no es el de bancarios, sino el de Empleado de Comercio por el cual cobro el mínimo con jornada reducida. A mí, por ejemplo, por cada venta que logró me pagan 0,70 centavos, mientas que a un operador que no está tercerizados y tiene el convenio de los bancarios gana 20 pesos por cada venta que logra.

– ¿Cómo es el ritmo de trabajo en un call center?

– El método de trabajo es perjudicial tanto para mí como operadora, como para la empresa para la que estoy trabajando tercerizada. Los supervisores o coordinadores exigen que la llamada sea veloz y que en seguida vendamos lo que ofrecemos. Entonces pasan por atrás gritando para que “cerremos” o pinchan la llamada y nos van hablando a la par del cliente. Esto significa una presión tremenda y, además, a mi me gusta el trabajo, me gusta hacerlo bien. Yo puedo llegar a estar 40 minutos con un llamado, que para los supervisores es mucho, pero de esa manera logras una charla amena y vender el producto.

Tenemos toda la jornada cronometrada. Yo trabajo seis horas diarias y tengo 25 minutos de descanso más cinco minutos para ir al baño o tomar agua. El descanso largo lo utilizo para comer en el comedor. Con el restante tengo que decidir si voy a tomar agua del dispenser o si voy al baño. Cuando estás en el baño y superas los cinco minutos, viene el supervisor y te golpea la puerta. No hay intimidad.

– ¿Cómo empezó tu actividad sindical, cuáles fueron los primeros reclamos?

– Cuando empecé en Teletech no tenía conocimiento de mis derechos. Pero una vez en Aegis ante distintos atropellos, empecé a contestar por una cuestión de defender lo mío. Por ejemplo, se fueron agregando tareas a la venta. Hace un tiempo nos exigieron cargar en otro sistema extra la venta, lo que permite un conteo general de ventas. Todo esto exige más tiempo y trabajo, pero no nos aumentaban el sueldo. Ellos siempre argumentaban que estas cosas que se agregan están dentro de lo que tenemos que hacer.

Otra cuestión fue cuando Aegis se mudo de edificio, lo que hizo que muchos que venimos de zona norte tengamos un gasto extra. En Teletech nos ponían combis. Aegis se negó a poner combis y a pagar el viático.

Además en Aegis había chicos que estaban en la CTA Capital Federal, de la agrupación Colga la Vincha. Con ellos viajé a un encuentro nacional de telemarketers realizado en Córdoba en el año 2013, donde fueron trabajadores de todo el país. Ahí me di cuenta que no era la única a la que le pasaban estas cosas.

Me impactó mucho la charla que nos dio un neurólogo en ese encuentro de Córdoba. Él habló de las secuelas que deja este trabajo. Después de un año y ocho meses atendiendo con una vincha, la persona comienza a sufrir depresión, ataques de pánico, dificultades para dormir o para concentrarse.

Para poder hacer el viaje a Córdoba con otros chicos de la CTA vendimos rifas en el call center y repartíamos volantes, por lo que la empresa se enteró de nuestra actividad.

– ¿Cuál fue a reacción de la empresa cuando se enteró de eso?

– Cuando volví de Córdoba sentí el primer síntoma de persecución. Mis llamadas siempre fueron correctas, nunca tuve una queja. No tenía ni suspensiones ni apercibimientos. Pero en julio de 2013 empezaron a hacer un seguimiento de todas mis llamadas para ver si encontraban algo raro.

Me acusaron de fraude, es decir de venderle un producto a alguien que no es el titular de la cuenta. Con el seguimiento de las escuchas se demostró que eso era falso, que la titular de la cuenta aceptó mi ofrecimiento. Sin embargo, como me negué a firmar el papel donde decía que yo cometí fraude me suspendieron cinco días por no seguir los procedimientos de la empresa.

Por la suspensión fui a hablar con los abogados de la CTA. Mandé una carta documento denunciando la persecución porque no había sanciones previas en mi contra que prueben que yo cometí un error.

– Entonces ¿cómo te despidieron?

– El despido es el 21 de mayo de este año. Fue sin causa. “Por reestructuración de la empresa”, como me dijo Recursos Humanos. Pero yo, el día anterior, el 20, había estado en el Congreso Nacional por una audiencia pública que se hizo para tratar la Ley de Teleoperadores. Es muy llamativo que luego de participar en esa audiencia pública, la cual promocionamos en nuestro trabajo con volantes y afiches, me despidan sin causa alguna.

– ¿Cómo lograste que la Justicia ordene tu reincorporación?

– Con los abogados presentamos un amparo por discriminación laboral y el Juzgado 35 de Capital lo aceptó. De esta manera, tengo que volver a mi puesto de trabajo, con el mismo horario y antigüedad.

En un principio, la empresa no aceptó mi reincorporación. El juez ordenó que los abogados fueran a notificar por escrito a Aegis de mi situación, pero estos se negaron a recibirlos. Finalmente, el viernes 24 de octubre la empresa se dio por notificada y el lunes reingresé, aunque en un puesto diferente al que estaba. Ahora estoy cargando datos.

– ¿Hay antecedentes de la reincorporación de un telemarketer?

– No, es la primera vez. Este es un trabajo con alta rotación que está armado para que la gente se canse y se vaya. Es un fallo histórico que me da más fuerza. Yo necesito trabajar, hasta ahora estaba cobrando el seguro de desempleo que es de 400 pesos por mes. Igual estaba tranquila con los reclamos porque era lo justo. Pero ahora, con la decisión del juez hay un reconocimiento que nos fortalece para seguir adelante.

 

Santiago Lecuna – @santirayado

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