Batalla de Ideas

2 abril, 2021

Guerra de Malvinas: crónica de un fracaso anunciado

Proponerse “explicar” la Guerra de Malvinas es plantearse una tarea irrealizable. Desde el minuto cero la operación militar estaba condenada al fracaso. La excursión argentina en las Islas del Atlántico Sur fue obra de un gobierno de facto acorralado ante la creciente oposición popular.

Florencia Oroz

COMPARTIR AHORA

Para marzo de 1982 los sectores en pos de la transición democrática, de la mano de la conformación de la Multipartidaria, pisaban fuerte en la escena política nacional, y era posible leer en los signos del clima político social el preámbulo a la institucionalización definitiva del sistema de partidos, clima de agitación generalizada que era completado por la masiva movilización en Plaza de Mayo impulsada por la CGT de Ubaldini bajo el lema “Paz, pan y trabajo” de finales de marzo. Tanto en los medios civiles como en los militares, la percepción era que sólo un mesías podía salvar al régimen de una inevitable e inminente transición hacia la democracia. Y ante la estupefacción de cautos e incrédulos, el mesías apareció en el momento oportuno: era el general Leopoldo Galtieri.

La decisión militar de ocupar las islas fue menos alocada de lo que los resultados sugieren. Galtieri contaba con apoyos políticos efectivos en la fase previa a la guerra, que incluían como puntos fuertes en la política local a los partidos provinciales; en el plano internacional, tenía a su favor la supuesta bendición norteamericana y, sobre todo, la incursión militar en las islas representaba la posibilidad de desarmar mediante una operación tan corta como exitosa la ofensiva de los partidos por la apertura democrática.

De esta manera, la batalla por las Malvinas puede ser interpretada en los términos de una contraofensiva política de los militares: fue, en gran medida, la respuesta del régimen a los desafíos lanzados por los partidos y las organizaciones sociales entre 1979 y 1982. Y en esta clave de análisis se debe señalar que fue, al menos en los inicios del conflicto, una estrategia exitosa. La reacción de la mayoría de los dirigentes partidarios ante el desembarco argentino en las islas estuvo más en consonancia con las viejas tradiciones del nacionalismo argentino que con su vocación democrática. Y la reacción de la sociedad en general fue en el mismo sentido: en el imaginario popular, el eje democrático era desplazado y el fervor nacionalista inundaba las calles de Buenos Aires y colmaba la Plaza en apoyo a la operación militar.

Pero la luna de miel entre Galtieri y la ingenuidad popular concluyó tan abruptamente como la guerra y la derrota agudizó las tensiones intermilitares. La ficticia tregua producida por los hechos bélicos se extinguió aceleradamente y todas las contradicciones de la dictadura, en descomposición ya tras la derrota, quedaron al descubierto. Malvinas significó un antes y un después para el régimen militar, y la derrota llevó al inicio del proceso de transición democrática.

thatcher

Hay sin embargo, en esta historia, una arista que con frecuencia se ausenta del relato oficial sobre lo sucedido, pero que no debe ser pasada por alto: el rol clave de Estados Unidos para el triunfo de Inglaterra. Lejos de sostener el visto bueno con el que Galtieri creía contar al iniciar el conflicto, para la Casa Blanca el triunfo de las fuerzas británicas era un elemento clave en la consolidación del proceso de transformación del capitalismo internacional en marcha.

El triunfo de Gran Bretaña significaba la continuidad de Margaret Thatcher al frente del gobierno, aliada clave de Reagan para conducir al país –y con él al conjunto del continente europeo- del capitalismo de bienestar al neoliberalismo. Así, el mismo rol que vinieron a cumplir en América Latina las dictaduras militares de los 70 fue el desempeñado por Thatcher en Gran Bretaña. Teniendo esto en cuenta, se entiende que el desenlace de la guerra haya estado anunciado antes de la primera agresión. Argentina no sólo peleaba contra la armada inglesa, sino también contra el poderío de la superpotencia norteamericana en el auge de su expansión imperialista.

A más de tres décadas del inicio de esa guerra sin sentido, este nuevo aniversario debe servir para recordar que la memoria histórica es un espacio de disputa. En ella se concretan significaciones e interpretaciones de un pasado en función de los intereses hegemónicos del presente. Así como el genocidio de 1976-1983 es equiparado por ciertos sectores con la respuesta de las organizaciones populares articulando lo que conocemos como la “Teoría de los dos demonios”, el relato construido en torno a la idea de que la aventura de ocupar las Islas Malvinas fue obra exclusiva de una dictadura acorralada por la resistencia popular también es expresión de una parte de la realidad histórica. Una parte, y no toda.

reagan

Quedarse en ese punto del relato histórico implica caer en un reduccionismo que apunta a licuar una cuestión fundamental que subyace al conflicto: la Guerra de Malvinas constituyó no sólo un manotazo de ahogado de un gobierno militar en jaque, sino también un capítulo más del intervencionismo imperialista en América Latina y el mundo.

Pero el recorte de esta historia, como toda construcción de un relato, no es accidental. Para un mundo en donde las relaciones imperialistas no sólo continúan vigentes sino que están en permanente expansión -como lo demuestran la política belicista de Estados Unidos en el Cercano Oriente y las agresiones al pueblo palestino, las injerencias desestabilizadoras en el proceso democrático de Venezuela y la continuidad del bloqueo a Cuba- la manipulación de la memoria histórica se vuelve un objetivo primordial.

En el caso de Malvinas, construir un relato en el que lo central gira en torno a las decisiones suicidas de un gobierno de facto embriagado de poder está en función de disolver el rol fundamental del imperialismo norteamericano en la guerra y su desenlace. En un nuevo aniversario del comienzo de la Guerra de Malvinas, el sentimiento antiimperialista de los pueblos persiste con profundidad histórica.

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Batalla de Ideas