10 septiembre, 2020
La estación de Once y un 11 de septiembre porteñísimo
En la Ciudad de Buenos Aires existe la famosa Plaza Once. La misma lleva ese nombre por el 11 de septiembre. ¿Por Sarmiento? ¿Por el golpe contra Salvador Allende en Chile? ¿Por el atentado a las Torres Gemelas? No, por ninguno de esos motivos. La plaza recuerda el 11 de septiembre de 1852 cuando Buenos Aires se separó de la naciente Confederación Argentina.

Tras la Batalla de Caseros (1852) en la que el caudillo y gobernador de Entre Ríos Justo José de Urquiza derrotó al caudillo y gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas se dio comienzo a la conformación de la Confederación Argentina. Este ordenamiento institucional buscaba poner fin a décadas de guerras civiles entre las provincias que se habían independizado de España el 9 de julio de 1816.
Fue así que se firmó primero el «Protocolo de Palermo» (en la casa de Rosas) el 6 de abril de ese año donde la derrotada Buenos Aires aceptó que Urquiza fuera encargado de las Relaciones Exteriores y estuviera provisoriamente como director de la Confederación. A su vez se convocó, para el mes de mayo, una reunión de gobernadores en San Nicolás.
El Acuerdo de San Nicolás fue firmado el 31 de mayo. El objetivo de este fue sentar las bases de la organización nacional del país y es uno de los «pactos preexistentes» mencionados en el preámbulo de la Constitución.
Entre otras cosas en San Nicolás se resolvió convocar a un Congreso General Constituyente para el año siguiente en Santa Fe donde todas las provincias tuvieran igual cantidad de representantes así como ratificar a Urquiza como director provisorio de la Confederación Argentina.
Vicente López y Planes, gobernador interino de Buenos Aires nombrado por Urquiza, firmó el Acuerdo de San Nicolás, pero al regresar a Buenos Aires en el mes de junio los ánimos se caldearon.
El rechazo porteño al acuerdo y la intervención
En la Sala de Representantes provincial, el entonces coronel Bartolomé Mitre rechazó lo firmado diciendo que el gobernador no había sido autorizado por el Poder Legislativo bonaerense. Uno de los pocos defensores de López y Planes fue su hijo, el representante Vicente Fidel López quién afirmó: «Amo como el que más al pueblo de Buenos Aires en donde he nacido. ¡Pero alzo mi voz para decir que mi patria es la República Argentina y no Buenos Aires!».
Ante la situación de rebeldía, con renuncias de ministros y el propio gobernador de por medio, finalmente Urquiza asumió la gobernación de Buenos Aires en lo que luego sería formalizado por la Constitución como una «intervención federal».
Durante su gobierno provincial, Urquiza envió a Paraguay al doctor Santiago Derqui, a firmar tratados de libre navegación y reconocer la independencia de ese país, que había sido negada por Rosas. A su vez anunció la libre navegación de los ríos interiores y expulsó del territorio a dirigentes como Mitre, Adolfo Alsina y Domingo Faustino Sarmiento.
La revolución del 11 de septiembre
A principios del mes de septiembre Urquiza decidió dejar el gobierno provincial en manos del jefe de las fuerzas entrerrianas y correntinas en la ciudad, el general José Miguel Galán. El 8 de septiembre el director de la Confederación abandonó Buenos Aires para inaugurar las sesiones del Congreso Constituyente.
En la madrugada del 11 de septiembre las tropas de Galán y la mayor parte de las fuerzas militares de la ciudad se presentaron en la Plaza de Mayo, dirigidas por el general correntino José María Pirán. Las tropas recibieron un pago adelantado de su sueldo y así aceptaron que se reúna nuevamente la Sala de Representantes (disuelta por Urquiza).
Allí se eligió gobernador al general Manuel Pinto, destituyendo a Galán. Este último, careciendo de fuerzas militares debido a la maniobra de Pirán, se retiró a Santos Lugares primero y al norte de la provincia después desde donde comunicó a Urquiza la situación. Buenos Aires, que a partir de entonces pasó a llamarse «Estado de Buenos Aires», había roto definitivamente con la Confederación Argentina.
Pasarían 10 años hasta que la provincia finalmente se integrara a la Confederación para imponer sus condiciones centralistas. Pero ese 11 de septiembre es recordado hasta el día de hoy por los porteños, quizás sin saber su significado, en una de sus estaciones de trenes que además dio nombre popularmente a una de las plazas más emblemáticas de la ciudad: Once.
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