Cultura

5 junio, 2019

Ray Bradbury, el hombre ilustrado

Un 5 de junio de 2012, en Los Ángeles, California, fallecía uno de los más reconocidos escritores de fantasía y ciencia ficción del siglo XX.

Un 5 de junio de 2012, en Los Ángeles, California, fallecía uno de los más reconocidos escritores de fantasía y ciencia ficción del siglo XX.

Ray Douglas Bradbury nació en Waukegan, Illinois, un 22 de agosto de 1920. Después de vivir en varias ciudades de los Estados Unidos, su familia acabó instalándose en Los Ángeles en 1934. Fanático lector de fantasía y ciencia ficción, ante la imposibilidad de asistir a la universidad Ray emprendió una formación de autodidacta mientras se ganaba la vida en diversos empleos. A principios de los años 40 comenzó a publicar sus primeros cuentos en periódicos y revistas, que luego fueron compilados en el volumen Dark Carnival (1947).

El reconocimiento definitivo como referente de la ciencia ficción vendría con la publicación de Fahrenheith 451, en 1943, una novela autiutópica situada en un futuro totalitario en el que se prohíben los libros (451 es la temperatura en grados Fahrenheith a la que arde el papel) y, más adelante, con Crónicas marcianas (1950), maravilloso volumen de relatos sobre la colonización humana del planeta Marte, con historias que van desde 1999 («El verano del cohete») hasta 2026 («El picnic de un millón de años»). También forma parte del libro el relato «Vendrán lluvias suaves», en el que se basa la animación soviética que compartimos más abajo.

Después del éxito de sus Crónicas, Bradbury cimentó su prestigio con algunos maravillosos volúmenes de relatos como El hombre ilustrado (1951), Las doradas manzanas del sol (1953), El país de octubre (1955), Remedio para melancólicos (1960) y Las maquinarias de la alegría (1964).

A pesar del rótulo de escritor de ciencia ficción, el mismo Bradbury prefería definirse como un autor de fantasía: “En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma de la libertad Farenheit 451«. «Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no”, apuntaba.

Bradbury también colaboró con numerosos guiones cinematográficos y televisivos (entre ellos la adaptación de Moby Dick en colaboración con John Huston). Siempre el tema audiovisual tuvo una muy fuerte impronta en sus textos, por eso no es casual que muchos de ellos hayan pasado a la pantalla grande y chica. En la siempre fecunda página IMDB figura como escritor de 84 piezas para cine y TV, entre ellas El sonido del trueno, El maravilloso traje color vainilla, Crónicas Marcianas y Fahrenheith 451.

Aún luego de los años, Bradbury sigue siendo una de las mejores puertas para acceder al género. Sus relatos no están centrados en supuestas maravillas tecnológicas (que, como suele pasar con la ciencia ficción más “dura”, quedan perimidas en pocos años) sino que expresan preocupaciones filosóficas acerca de lo que nos constituye como humanos, sobre la ambición que nos lleva siempre más allá, a otros mundos, en busca de lo desconocido, de la magia, del terror, la sorpresa y la aventura. Y además con una prosa poética, bella y amorosa, que sustenta eficazmente la renovada apuesta a reunir a la tribu junto al fuego y contar historias, cuentos fantásticos para niños y no tan niños.

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