Cultura

3 noviembre, 2016

El color de un invierno: un retrato íntimo

Dirigida por Cecilia Valenzuela Gioia, El color de un invierno se proyectó el martes pasado en el Gaumont, en el marco del Festival Asterisco. Se estrenó en agosto de 2015 y fue declarada de interés cultural por el Ministerio de Derechos Humanos de la Provincia de Salta.

Dirigida por Cecilia Valenzuela Gioia, El color de un invierno se proyectó el martes pasado en el Gaumont, en el marco del Festival Asterisco. Se estrenó en agosto de 2015 y fue declarada de interés cultural por el Ministerio de Derechos Humanos de la Provincia de Salta.

elcolordeuninvierno_aficheEl color de un invierno es, sobretodo, un relato sincero. Es la crónica de cómo una chica de 21 años (se) dice que le gustan las mujeres, un recorrido sinuoso entre saberlo y no reconocerlo, entre reconocerlo y expresarlo. Lucía es diagnosticada con ataques de pánico y “desafiada” a descubrir el origen de esos miedos. En el medio conoce a Olivia. Todo cierra.

Pueden decirle ataques de pánico, de angustia, como quieran los profesionales. En definitiva es ese mareo emocional, el zumbido de un laberinto mental que oprime, que cuesta verle la salida. La historia es simple y no por eso insulsa. Interpela a cada paso: confusión, rabia, soledad, desasosiego. El sentimiento de no estar en el lugar correcto, de no pisar firme.

A Lucía no le falta cariño ni contención de su entorno, pero eso no saca la angustia. No todas las historias sobre salir del clóset son tan amorosas, es cierto, pero tampoco son siempre cuentos de rechazo. Todas son dolorosas a su manera, porque hay un duelo, se despide la heterosexualidad, la heteronorma, un modo de vida. Llega el alivio, la libertad: ese aire que logra respirar Lucía entre los valles salteños.

La simpleza quizás radica en la forma de narrar la historia desde lo cotidiano. Desde las charlas y silencios con su familia, con su (indispensable) mejor amigo. Las fiestas, los roces, el intento de besar a un pibe, el “qué lindo chico es Matías” de la mamá. Con una mirada fugaz, en una noche, aparece Olivia.

Y más temprano que tarde llegan las imágenes de ellas juntas. Planos por las rutas y los parques salteños. No es la rebeldía lésbica, no es una denuncia feminista, sino que hila fino por lo más personal. Es cursi, romántica. Es la ternura del descubrimiento.

La película es autobiográfica, se nota. Tendrá sus matices, pero es esa misma realizadora visual salteña que es Lucía. No pretende ser otra cosa, es un relato de intimidad. Por momentos incomoda, en el mejor de los sentidos: la torpeza del amor y el silencio de la incertidumbre.

La escena del coming out es un desahogo. Se lo cuenta a la familia en la mesa: “Me gustan las mujeres”. Y también se lo cuenta a ella misma. Se lo saca de adentro, desata el nudo, llora palabras: habla y lo que dice toma fuerza. La identidad ahí, en lo que se afirma. El pánico de la declaración merma. Probablemente no haya más “ataques”.

La película se vuelve a proyectar el sábado 5 a las 18.30hs en el Cine Cosmos, Av. Corrientes 2046.

Rocío Varela – @rociovarelac

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