América del Norte

6 octubre, 2016

#FeelTheBern: Sanders reaparece en campaña en busca del voto joven

El antiguo rival de Hillary en la interna demócrata se involucró fuertemente en la carrera electoral durante las últimas semanas. Su objetivo: que la generación de los milennials vaya a las urnas el próximo 8 de noviembre, y vote por Clinton.

El 17 de junio de este año, cuando, una vez finalizado el proceso de primarias, quedó confirmado que Hillary Clinton conseguiría la candidatura del Partido Demócrata, su competidor Bernie Sanders afirmó: “La mayor tarea política que enfrentamos en los próximos cinco meses es asegurar que Donald Trump sea derrotado, y duramente. Y yo personalmente espero comenzar a asumir un rol en ese proceso en un período muy corto de tiempo”.

Ese período, finalmente, no fue tan corto como esperaba el senador por Vermont. Clinton fue confirmada como candidata el 28 de julio, en la Convención Demócrata de Filadelfia. Desde aquel momento hasta las últimas semanas, la participación de Sanders en la campaña había sido, en el mejor de los casos, marginal.

Sin embargo, los últimos días de septiembre y los primeros de octubre vieron al representante del ala izquierda de los demócratas recuperar un papel protágonico. Bernie finalizó este 6 de octubre una gira por los Estados del Medio Oeste, durante la cual participó en actos en Iowa, Wisconsin, Michigan y Ohio. En los próximos días, continuará haciendo campaña por la fórmula Clinton-Kaine en la región de Nueva Inglaterra, específicamente en New Hampshire y Maine.

El favor de los millennials

A mediados de septiembre, en el momento en que las encuestas mostraban a Hillary y Trump cabeza a cabeza, un estudio de la Universidad Quinnipiac sumó una nueva preocupación estadística a los demócratas. Indicaba que entre los votantes menores de 30 años, la ex secretaria de Estado obtenía apenas el 31% de las simpatías, contra el 26% del candidato republicano. Para ponerlo en contexto, en las elecciones de 2012, Barack Obama superó a Mitt Romney dentro de este grupo demográfico por más de 24 puntos.

Paradójicamente, quien hubiera sido el candidato presidencial más viejo de la historia a los 75 años, es quien cuenta con el favor de las generaciones más jóvenes. Así lo entendió el equipo de Clinton, que buscó el involucramiento de Bernie Sanders en la campaña. No tanto para evitar una fuga de votos hacia Trump, sino para lograr que los millennials (como se denomina a la generación nacida entre mediados de los ’80 y los ’90) acudan a votar y, cuando lo hagan, no se decanten por la candidata del Partido Verde, Jill Stein.

Con esa línea discursiva arremetió el senador por Vermont: “Esta es la presidencia de Estados Unidos. Y yo les diría a esa gente que está pensando en un voto castigo: piensen cómo está el país ahora, y si estarían cómodos con cuatro años de presidencia de Trump”.

McCarthy y Nader, los dos fantasmas

Las elecciones presidenciales de 1968 y 2000 fueron catastróficas para el Partido Demócrata, y dejaron heridas que aún están cicatrizando. Hillary Clinton y su equipo de campaña no están dispuestos a repetir los errores cometidos en aquellas ocasiones por Hubert Humphrey y Al Gore.

El año 1968 representa el punto máximo de la década más turbulenta de la historia de Estados Unidos. Los asesinatos de John Fitzgerald y Robert Kennedy, y de Martin Luther King, la aparición de los movimientos hippie y yippie, junto con el Black Power, en el marco de una fuerte oposición a la guerra de Vietnam, generaron terreno fértil para la desacreditación de los dos partidos mayoritarios. Especialmente del Demócrata, que estaba en el poder de la mano de Lyndon Johnson.

La aparición, en ese marco, de la precandidatura de Gene McCarthy, fue un soplo de aire fresco y recibió el apoyo de la juventud mayoritariamente progresista del país. Era la primera oleada de los baby boomers, los nacidos durante la explosión demográfica que se produjo en el país tras la Segunda Guerra Mundial.

Se han hecho miles de paralelismos entre McCarthy y Bernie Sanders, pero en las últimas semanas éste ha dejado claro una gran diferencia: a pesar de todo, va a apoyar a la candidata del establishment de su partido, algo que no ocurrió con McCarthy en 1968. Su negativa a sostener la candidatura de Humphrey fue, en parte, responsable de la baja participación electoral de las generaciones jóvenes y, por ende, de la victoria de Richard Nixon.

Para las elecciones de 2000, Al Gore parecía un candidato sólido, tras ocho años como vicepresidente de Bill Clinton. La carrera se fue haciendo más pareja hasta llegar al día de las elecciones en un virtual empate con George W. Bush. El resultado final, tras una batalla judicial que se definió en la Corte Suprema, lo resolvió el triunfo de Bush en el Estado de Florida, donde superó a Gore por apenas 573 votos sobre un total de casi seis millones.

Ralph Nader, candidato del Partido Verde, obtuvo en el estado del Sol casi cien mil votos, por lo cual muchos demócratas lo convirtieron en chivo expiatorio de la derrota. El temor a que ocurra lo mismo en 2016 con Jill Stein es otra explicación a la presencia de Sanders en la campaña. Partidarios suyos lanzaron una serie de anuncios en internet marcando que “cualquier voto que no sea por Clinton, es un voto para Trump”.

¿Quedará algo de la “revolución” de Bernie?

Esa es la pregunta que se hacen muchos de sus partidarios. Cuando se confirmó la candidatura de Hillary, tanto desde su equipo como desde el de Sanders se afirmó que había negociaciones en curso para incluir algunas de las propuestas del candidato derrotado en el programa de gobierno del Partido Demócrata.

Hasta ahora, sin embargo, poco se sabe de los resultados de esas negociaciones. Lo más cercano a una propuesta atractiva para el sector partidario de Bernie que ha hecho pública Clinton es su plan de eliminar el pago de matrículas en las universidades públicas. Un plan al que se le ha dado mucha más trascendencia en las últimas semanas, buscando, nuevamente, el favor de los millennials.

Nicolás Zyssholtz – @likasisol

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