Batalla de Ideas

24 agosto, 2016

Hacia la primera Asamblea Feminista Popular en Rosario

Por Noelia Figueroa*, desde Rosario. De cara al XXXI Encuentro Nacional de Mujeres, se realizará este sábado una Asamblea Feminista Popular en Rosario para analizar el contexto político, económico y social, su impacto sobre las mujeres y los desafíos del movimiento en esta etapa.

Por Noelia Figueroa*, desde Rosario. En distintos rincones de la ciudad se palpita con fuerza la llegada, en menos de 50 días, del que ha sido definido muy acertadamente por la periodista Florencia Alcaraz como el Pogo Feminista más grande del mundo.

De cara a semejante evento, en el que se espera sostener la convocatoria que tuvo el Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata 2015 (más de 60 mil mujeres de todo el país e incluso de otras regiones del mundo), las organizaciones de mujeres y feministas de la ciudad nos preparamos con muchísimo trabajo para ser anfitrionas, a la par que organizamos los debates y las prioridades de lucha que se harán visibles y presentes durante esos tres días.

El movimiento en la etapa política

Si tenemos que enmarcar al movimiento de mujeres y específicamente al movimiento feminista dentro de los movimientos sociales del país y el continente, se puede afirmar que se encuentra entre los más dinámicos, creativos y potentes.

Ha logrado organizar y poner en la calle a cientos de miles de personas de diferentes edades, clases, etnias, procedencias. Ha avanzado en la conquista de derechos clave en el plano institucional. Ha logrado colar en agenda sus demandas y debates, incluso cuando no es fácil hacer oír la voz de personas históricamente subordinadas. Por eso, en un análisis de coyuntura actual, hay al menos tres claves para pensar el rol del movimiento de mujeres.

Primera clave: la pobreza siempre afecta más a las mujeres

Es un hecho incuestionable que en momentos de ajuste, empobrecimiento, devaluación, recorte del Estado, corrimientos de su rol de garante de derechos básicos, somos las mujeres quienes mayormente pagamos las consecuencias, por nuestro histórico e invariante rol de cuidadoras y organizadoras de la vida doméstica.

La feminización de la pobreza es un fenómeno estructural, de escala mundial que no da señales de estar transformándose ni revirtiéndose en el mediano plazo. Esto es producto de la división sexual del trabajo en las sociedades contemporáneas, que establece que las mujeres debemos encargarnos del trabajo reproductivo y del cuidado de niños y niñas, ancianos y ancianas, enfermos y enfermas.

Justificándose en el amor, en la responsabilidad, en el deber maternal, el patriarcado nos insta a ser jefas de hogar y rebuscárnosla ante el empobrecimiento. Contra las posturas meramente economicistas, vale resaltar que no hay opresión más material que la expropiación del cuerpo.

Segunda clave: frente a los embates de la derecha, las mujeres nos organizamos 

También es parte de nuestra historia el dato de que en momentos de resistencia a las ofensivas antipopulares, hemos sido las mujeres quienes primero, de manera silenciosa y constante, nos organizamos para enfrentar la avanzada del enemigo. De Madres de la Plaza a piqueteras, desde Cutral-có a Andalgalá, dimos siempre los primeros pasos para romper los mecanismos de disciplinamiento hacia el pueblo trabajador.

Eso no implica que después hayamos sido las caras visibles de esos procesos, ni las principales referencias políticas, pero sin dudas estuvimos en el germen colectivo y organizado de todos esos incendios.

Tercera clave: estamos en un momento de disputa de imaginarios a nivel continental

Avanzada capitalista internacional, reorganización de lo social, pero también de claro enfrentamiento entre modos de concebir los lugares que debemos ocupar: la derecha es defensora del capital trasnacional, pero también se articula en su carácter de fuerza conservadora y patriarcal.

El rol novedoso que determinadas mujeres referentas han ocupado en la política de nuestro continente de la última década, generó resistencias fuertes. Más allá de las diferencias políticas o de proyecto que podamos plantear con todas ellas, Hebe, Cristina, Milagros, Dilma, son perseguidas y castigadas también por haberse corrido del lugar clásico que el patriarcado nos reserva a las mujeres. Hay una fuerte carga de misoginia en el raudal de acciones que se han desplegado contra ellas.

Teniendo en cuenta este panorama, debemos sumar un signo de alerta bien específico. Si bien durante los ocho meses de gobierno macrista ha habido intentos por desmantelar ciertos programas (ESI; Programa de salud sexual y procreación responsable, dispositivos de atención en violencia) y políticas que fueron clave de las conquistas del movimiento, también hay señales inequívocas de intentos de cooptación política del feminismo por parte del gobierno de Cambiemos.

La nominación de Fabiana Tuñez al frente del Consejo Nacional de Mujeres, el rimbombante lanzamiento del Plan Nacional contra la violencia de Género –que se desprende de la 26.485 aprobada en 2009- tantas veces exigido por las masivas movilizaciones del #NiUnaMenos de 2015 y 2016, son guiños en este sentido. Y aquí debemos hacer otro balance histórico: ya sucedió en los 90 que, en función del contexto mundial y la proliferación de fondos y normativas de la agenda del desarrollo y la cooperación internacional, mientras todo el pueblo argentino sufría la desintegración social neoliberal, el movimiento de mujeres conseguía dar varios pasos adelante en relación a derechos y leyes.

Por ello, tenemos que estar bien claras: quienes estamos construyendo feminismos populares, que surgen y crecen en las diferentes realidades de nuestras sociedades latinoamericanas, no podemos dejarnos engañar por políticas sectoriales o focalizadas. Es imprescindible que tengamos en cuenta la integralidad de las configuraciones económicas y sociopolíticas y las condiciones materiales que ello implica para las mujeres, en la falta de acceso a derechos básicos vitales, en el incremento de la violencia, en la sobre explotación.

Pero también necesitamos mucha claridad en otro aspecto: ya que en estos contextos de retroceso, generalmente nuestras luchas vuelven a ser invisibilizadas o puestas en segundo plano, como si fueran accesorias o secundarias. A la vez, nos cuesta asumir lugares de referencia y visibilidad como parte de nuestros movimientos de lucha en relación a los compañeros. Siempre estamos más cómodas en las tareas organizativas e invisibles, silenciosas y fundamentales, pero nuestros feminismos tienen vocación de poder y quieren transformarlo todo.

Para dar todas estas batallas y avanzar, hay una premisa básica que requiere de todo nuestro compromiso; la unidad de quienes venimos construyendo organización popular.

Por eso, con estos diagnósticos y debates de trasfondo, y siendo parte protagonista de la organización del 31 ENM, vamos a reunirnos el sábado 27 en la primera Asamblea Feminista Popular que se realizará en Rosario. Necesitamos encontrarnos porque las mujeres y las disidencias atravesamos tiempos difíciles y no tenemos donde recurrir, el Estado se muestra cada vez más inoperante y prescindente, la miseria y la pobreza nos golpean cada día.

En esta Asamblea, participarán mujeres de diversos sectores sociales, organizaciones, espacios políticos, con una inquietud común: la de seguir organizadas, en la calle y más juntas que nunca.

@Noelia_Figueroa

*Integrante de la Comisión organizadora XXXI Encuentro Nacional de Mujeres

Foto: Malena Quinteros

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