22 julio, 2016
«Hay empobrecimiento en quienes trabajan ocho horas y la plata no les alcanza»
En esta entrevista, Eduardo Chavez Molina -investigador del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- analizó el impacto de la inflación y el aumento de tarifas en la población porteña y sostuvo que si no fuera por la «maldita herencia» el impacto sería muchísimo más grave. Además, sostuvo que la principal diferencia con la crisis de 2001-2002 es que en la actualidad hay un nivel más alto de empleo.

Eduardo Chavez Molina es investigador del Instituto Gino Germani, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y especialista en la estructura socioeconómica de la Ciudad y el Área Metropolitana de Buenos Aires. En esta entrevista con Notas analizó el impacto de la inflación y el aumento de tarifas de servicios en la población porteña y sostuvo que si no fuera por la «maldita herencia» el impacto sería muchísimo más grave. Además, sostuvo que la principal diferencia con la crisis de 2001-2002 es que en la actualidad hay un nivel más alto de empleo.
– ¿Cómo analizás la situación de pobreza en la Ciudad de Buenos Aires, teniendo en cuenta los indicadores de los últimos meses?
– En el caso de la CABA si tomamos en cuenta el impacto inflacionario y el de las tarifas tenemos un aumento no menor de las condiciones de pobreza de la población. Los más afectados son aquellos que tienen actividades más informales, actividades precarias, por cuenta propia no calificados y trabajadores de pequeños establecimiento que no gozan de los procesos que en general sí logran los trabajadores de empleos más formalizados, de grandes establecimientos, vía las paritarias o mejoramiento de salarios que se dan en los convenios colectivos.
El impacto inflacionario y el aumento de tarifas obviamente impactan en aquellos salarios que no han podido actualizarse. Y, lo que es más grave, sobre aquellos salarios que no se van a actualizar. Se actualizan solo los que tienen capacidad de puja distributiva, los otros tienen que esperar una recomposición. Hay sectores que tienen mayor capacidad de salvaguardarse ante una situación inflacionaria, que es el mundo del comercio. En una Ciudad como la de Buenos Aires, un porcentaje no menor de la población vive de actividades comerciales ya sea siendo patrón o cuentapropista. Entonces reacciona ante el aumento de los precios relativos aumentando precios.
– En una situación general de inflación y por lo tanto de retracción del consumo, el cuentapropista en general tiene cierta inelasticidad para adecuarse…
– Y es el que más lo sufre. Lo que pasa es que estamos hablando del distrito de mejor ingreso y mejores condiciones económicas a nivel nacional. El impacto en términos numéricos quizás no es catastrófico. Estamos hablando de una pobreza que pase del 12 al 20% como mucho.
– De todas formas, vale la pena mencionarlo, la Ciudad de Buenos Aires no es uniforme ni homogénea…
– No es homogénea. Lo que predomina son actividades de servicio. El 30% de la población económicamente activa de la Ciudad realiza actividades de servicio como enseñanza, sector financiero y el sector de comercio y administración. El sector industrial es muy pequeño por eso su composición política es muy distinta: alberga entre el 8 y el 10% de la población. Si lo comparás con el conurbano, donde el peso industrial es casi el 40% de la población, es muy poco.
– Se podría dividir por rama o tipo de actividad o también por nivel de formalidad, en este sentido ¿cómo está la ciudad de Buenos Aires respecto al resto del país?
– Tiene los niveles más elevados de formalización. Porque principalmente el trabajo que se realiza en la CABA es trabajo “moderno”, protegido, de relativamente alta productividad. Es una isla en términos productivos.
– Una isla en la que de todos modos vos decís que es posible que haya subido del 12 al 20% la pobreza…
– Claro, porque es heterogénea la composición social y está muy marcada geográficamente. Una cosa es la zona sur, otra cosa es el centro y otra la zona norte. Son muy distantes una respecto a la otra. Entonces en el sur hay mayor pobreza, más productiva y de utilización de trabajo manual (fletes, acarreos, etc.) y en el resto servicios principalmente.
– ¿Hay algún indicador sobre el aumento de los índices de pobreza? Considerando sueldos magros e inflación alta, ¿qué está pasando en los territorios?
– ¿Qué es lo diferente al 2001/2002? Entonces había un gran proceso inflacionario con una alta tasa de desocupación. 23% a nivel nacional, en la CABA un poco menos, 18-19%. Hoy el proceso similar, entre comillas, de empobrecimiento se ubica en una situación distinta, con un relativo alto empleo y con una malla de protección social que antes no existía: la Asignación Universal por Hijo y los planes de la Ciudad como Ciudadanía Porteña. El empobrecimiento viene dado, y eso es lo paradójico, sobre población que trabaja ocho horas y que la plata no le alcanza. Por eso hay un cambio en los patrones de consumo: por ejemplo, despedirse de los hipermercados y empezar a comprar en almacenes o tiendas más pequeñas. E incluso les va bien a los pequeños negocios que pueden vender a crédito con tarjeta.
– Que además es antieconómico en el largo y en el corto plazo…
– Exacto. Eso es un proceso de disciplinamiento interno. Tenés que organizarte para poder pagar esa tarjeta. Y si uno lo mira históricamente, es un procedimiento de disciplinamiento financiero, para modelar hábitos de consumo.
– ¿Se puede prever un pico de crisis en términos de analizar cómo se desenvolverán algunos mecanismos que dejen de tener efecto como mencionabas los estatales que hacen de colchón?
– Los procesos de transferencia de ingresos son los que generan que vos tengas un aumento de la pobreza pero no de la misma magnitud en la indigencia, ahí es donde funciona el mecanismo de contención, generado por la “pesada herencia”. Lo digo entre comillas, porque si no existiera esa “pesada herencia” esto sería mucho más caótico e insoportable porque habría mucha más gente sin garantía de alimentos.
No todos lo sufren de la misma manera. Los sectores medios de alta calificación siempre tienen los recursos necesarios, ya sea por capacidades internas (inteligencia, habilidades, credenciales) o externas (dinero, capital) para solucionar sus problemas cuando hay cambios políticos y económicos. Los más desprotegidos son los que más sufren estos procesos: pierden derechos, pierden ingresos y obviamente son los primeros que reacomodan sus estrategias de consumo. Es una cuestión material.
– Si la Ciudad de Buenos Aires funciona con un colchón especial por lo que analizabas antes, ¿es posible que aumente la pobreza a partir de la migración de población del conurbano y de otras provincias en búsqueda de mejores condiciones de vida?
– Es probable. Pero las condiciones habitacionales de la ciudad son difíciles. Venir sin recursos implica vivir en condiciones de pauperización, de no acceso a servicios totales, como se vive en las villas miseria de la ciudad, donde vive aproximadamente el 5-6% de la población.
La historia demográfica de la Ciudad de Buenos Aires tiene valores casi de capitales europeas, crece poco. Y tiene una composición de fuerza laboral altamente calificada que también es sorprendente. La CABA funciona con una lógica muy distinto al resto del país. Pero por otro lado, no escapa a las lógicas de todo el país: tenés Puerto Madero y muy cerca villas miseria sin cloacas.
En términos de pobreza lo que más modifica la situación nacional es el conurbano. La situación podría agravarse porque la gente que está cerca de la línea es mucha. Si no logran recuperar ingresos siguen en el borde. Como la mayoría son asalariados, la forma de recuperar ingresos es con paritarias, y si ya están cerradas la pregunta es de dónde van a generar ingresos.
Federico Araya – @fedearayac
Foto: Romina Morua / ANCCOM
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