7 julio, 2016
Macri, la “usurpación” de Tiempo Argentino y lo que en realidad dice el Código Penal
Por Federico Dalponte*. El mandatario criticó a los trabajadores de Tiempo Argentino que administran el medio y les endilgó un delito que prevé hasta tres años de prisión. ¿Irrumpir de madrugada con una patota es lo mismo que recuperar una empresa sin dueño?

Por Federico Dalponte*. El mandatario criticó a los trabajadores de Tiempo Argentino que administran el medio y les endilgó un delito que prevé hasta tres años de prisión. ¿Irrumpir de madrugada con una patota es lo mismo que recuperar una empresa sin dueño?
«Está mal cualquier tipo de usurpación», dijo el presidente. Y aclaró: «Me parece peor todavía con el ejercicio de la violencia, pero claramente nadie tiene derecho a usurpar lo que no es de uno.»
Usurpar, dijo el presidente y no dudó. Y aunque usurpar lo que sí es de uno parece un absurdo, la visión del mandatario argentino esconde otras confusiones.
Macri se refería, por supuesto, a la recuperación del diario por parte de los cooperativistas. Una tarea constante, pacífica, visible -notoriamente visible-: se trata, por cierto, de un medio periodístico y no de un taller textil.
En verdad, la usurpación a la que alude el presidente se parece bastante más al accionar de la patota de Mariano Martínez Rojas. El delito que describe el Código Penal (artículo 181º) requiere «violencia, amenazas, engaños, abusos de confianza o clandestinidad». De madrugada, forzando la puerta, derribando paredes, con matones; la irrupción de quien dice ser dueño pero no lo acredita es de ello un ejemplo de manual. Martínez Rojas es la usurpación en la forma más clara, más palpable.
De momento, los cooperativistas de Tiempo Argentino tienen a su cargo la custodia de los bienes del diario, según resolvió meses atrás el propio Ministerio de Trabajo. No pueden, ni aunque quisieran, estar usurpando el inmueble. Incluso el gobierno sabe que allí funciona la cooperativa. Lo sabe Jorge Triaca, lo sabe la policía de Patricia Bullrich, y hasta alguien al pasar se lo habrá contado a Macri. Resultaría absurdo que sea el mismísimo gobierno el que facilite la usurpación con conciencia y legalidad.
La ocupación del inmueble por parte de los trabajadores se dio, precisamente, porque allí trabajaban. Vaya casualidad. No hubo violencia, no hubo amenazas, no hubo engaños, no hubo abuso de confianza, no hubo clandestinidad. Pero además, no existió el otro requisito del delito: el despojo.
La fuga de Sergio Szpolski, todavía sin reemplazante acreditado, dejó al diario sin organización ni dirección. Pero aun así, en estas condiciones, la empresa como tal no desaparece con el empresario. Las empresas se compran, se venden y sobre todo se heredan. Macri lo sabe bien.
Pero también, con todo, a veces la dirección de un establecimiento queda vacante, sin dueño, y no por eso los trabajadores deben desandar el camino recorrido. Usurpar, en tal sentido, implica sacarle a alguien lo que tiene. Los trabajadores, por lo pronto, siguieron trabajando, y eso es lo único que hicieron. Lo que siempre hicieron. Nadie, en ningún caso, puede despojar a alguien de un inmueble desocupado, sin dueño, abandonado por su dueño.
Así, el medio Tiempo Argentino todavía funciona -y seguirá funcionando-. Antes bajo la dirección de un grupo de accionistas, ahora bajo la de una cooperativa. Concurrir a trabajar todos los días jamás puede constituir delito. Ni aunque lo denuncie un presidente.
@fdalponte
*Abogado laboralista (UBA)
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