Cultura

4 julio, 2016

Marx recargado

Karl Marx, harto de verse demonizado y malinterpretado, lucha por volver a la Tierra. Se le concede una hora de tiempo para explicarse y, por un error burocrático, aparece en el Soho neoyorkino en vez de en el barrio de Londres donde vivió sus últimos años. Marx ha vuelto es una muy recomendable propuesta con la actuación de Carlos Weber y la dirección de Manuel Callau.

Parece que, contra todo pronóstico, al final Marx fue al cielo. Nunca lo dice, pero cada tanto hace gestos para arriba y cuenta que conoció a Jesús. Sin embargo, está claro que la estadía en Paraíso no empañó su vocación crítica. Cansado de ser tergiversado, malinterpretado y calumniado (por los enemigos de la causa revolucionaria, lo que es lógico, pero también por muchos supuestos amigos) exigió volver a la tierra para “limpiar su nombre”. Por supuesto, la administración celestial de movida se opuso pero, dice Marx, allí también funciona la protesta. Así que cuando consiguió algunos importantes aliados para su lucha (Sócrates, Ghandi y Buda, entre otros) le permitieron bajar por una hora, pero a condición de que no agite.

Originalmente Karl había reclamado volver al Soho londinense, barrio donde vivió mientras investigaba incansablemente en la biblioteca del Museo Británico para la elaboración de El Capital, pero un error de la burocracia celeste lo mandó al Soho yanqui. Así que ahora el filósofo y revolucionario alemán se encuentra en el corazón del imperio, en pleno siglo XXI, tratando de contarnos por qué sus planteos siguen vigentes a pesar de que, reconoce, en su momento le pifió un poco al caracterizar que el capitalismo se encontraba en su fase terminal.

A lo largo de los 65 minutos de la obra, Marx nos hablará de su familia, de su amada esposa Jenny, de sus hijos e hijas (tres de los cuales murieron siendo niños durante su estadía en Londres) y de su amigo Federico Engels, a veces el único sostén de la familia Marx en las habituales épocas de privaciones económicas. Además dejará claro que el socialismo que soñó en su tiempo tenía mucho más que ver con la maravillosa llamarada insurreccional de la Comuna parisina de 1871 que con la burocracia soviética y los métodos stalinistas (“no se puede llamar comunismo a un régimen donde se aplique la pena de muerte por diferencias políticas”).

Se ve que arriba también siguen las noticias de por aquí, ya que Marx parecía estar bien informado: “Estuve leyendo sus periódicos. Todos dicen que mis ideas están muertas. Dicen que estoy muerto. Lo vienen diciendo desde hace más de cien años. ¿No se han preguntado por qué es necesario declararme muerto una y otra vez?”.

Está claro que, a más de 130 años de su muerte, las cosas no han cambiado en lo esencial. Sí, está bien, hay celulares, computadoras y aviones, pero también hambre, miseria, explotación y gente muriendo de frío en las calles de todo el mundo (también en las de Nueva York, según puede constatarlo el propio Marx en su camino hacia el teatro). “¿A eso le llaman progreso?”, nos pregunta, indignado. ¿Éste es fin de la historia, el triunfo del capitalismo del que tanto se habla?

Éstas no será las únicas preguntas que nos planteará el actualísimo monólogo escrito en 1999 por el docente e historiador estadounidense Howard Zinn. Toda la obra está repleta de planteos, cuestionamientos e incitaciones a un análisis que vaya más allá del discurso hegemónico, de la naturalización del horror y de la violencia de nuestras sociedades modernas.

El Marx de Zinn es básicamente un humanista, un brillante pensador antidogmático (que se niega a definirse como marxista), un extremista que sigue denunciando indignado las miserias del capitalismo, un optimista que sigue apostando al cambio revolucionario internacional, un radical que propone atacar los problemas desde su raíz. Y, ya se sabe, para el hombre la raíz es el hombre mismo. Además es un tipo con mucho sentido del humor. Lejos de ser un aburrido economista o un académico pedante y abstracto (quien dude de que la veta humorística era un fuerte componente del Marx histórico, debería remitirse, por ejemplo, a La Sagrada Familia, esa interminable sucesión de maravillosas chicanas contra los jóvenes hegelianos alemanes), es alguien chispeante que tanto puede embalarse con la indignación (hasta que las alarmas celestiales cortan su arrebato agitador) como mofarse de los censores o recordar afablemente alguna de sus borracheras con Bakunin.

La puesta actual, dirigida por Manuel Callau y maravillosamente protagonizada por Carlos Weber (Premio Trinidad Guevara a Mejor Actor en 2009), comenzó a mostrarse en nuestro país en 2007 y estuvo circulando por un circuito off de sindicatos y centros culturales hasta 2009. En 2013 se presentó en el teatro de la Sociedad Hebraica y ahora vuelve al escenario del Teatro La Comedia. Dice Callau sobre la decisión de poner en escena la obra de Zinn: “Pretendemos con este trabajo un encuentro con un ser humano que dedicó su vida a crear una herramienta que le permita al hombre construir una sociedad más justa. Tal vez nos sirva para intercambiar opiniones frente a la tarea que seguramente tenemos por delante”.

En este sentido es que el monólogo de Marx parece aún más actual hoy que en el momento de su redacción, hace ya más de quince años. Está cada día más claro que el capitalismo no está en condiciones de garantizar ni siquiera los derechos básicos para la mayoría de la humanidad. Por eso se está volviendo todo el tiempo a Marx, su más lúcido crítico (tanto así que luego de cada gran crisis económica mundial se suelen disparar las ventas de El Capital, al punto de que hoy algunos analistas hablan de una “segunda juventud de Marx”), y por eso “Marx en el Soho” debe ser una de las obras más representadas en este momento a nivel mundial.

A la luz de la cada vez más difícil situación económica en los países centrales, la multiplicación de los atentados terroristas en el mundo, la imparable crisis de los refugiados que escapan de países devastados por la guerra y la intervención cada vez más grosera del imperialismo en Nuestra América se pueden apreciar las dos caras de la globalización capitalista: su aspecto destructivo y avasallador, económica y culturalmente hablando, y, al tiempo, sus posibilidades en cuanto a la circulación de informaciones y acciones de solidaridad internacionalista.

Por eso es que este Karl Marx de visita en el nuevo milenio, pese a todo, nos invita al optimismo, a un optimismo comprometido y luchador, no a una esperanza boba new age: “La gente atravesará las fronteras como nunca antes en la historia del mundo. Las ideas atravesarán las fronteras. Y algo bueno, algo nuevo, puede ocurrir con todo eso. Todo puede ocurrir otra vez. Ya ha ocurrido antes. Puede ocurrir ahora y en mayor escala”.

Pedro Perucca – @PedroP71

 

Ficha técnico artística

Ficha técnico artística
Autoría: Howard Zinn
Intérpretes: Carlos Weber
Diseño gráfico: Quesoidulce
Asistencia general: Martín Idoeta Badde
Asistencia de dirección: Liliana Andrade
Creatividad: Quesoidulce
Prensa: Checha Amorosi, Agustín Oberto
Producción ejecutiva: Checha Amorosi, Agustín Oberto
Dirección: Manuel Callau
Web: http://www.facebook.com/pages/marx-en-el-soho/125306517652963
Duración: 65 minutos

TEATRO LA COMEDIA
Rodriguez Peña 1062 – CABA
Reservas: 4953-2914
Web: http://www.lacomedia.com.ar
Entradas desde: $ 250,00
Jueves – 21:15 hs – Hasta el 28/07/2016

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