Batalla de Ideas

23 junio, 2016

Recuperar la palabra política

Por Mariel Martínez. Cuando desde el macrismo y los medios intentan asociar militancia con corrupción, plantean un nuevo “algo habrán hecho”. La política de arriba podrá estar basada en el saqueo y la apropiación de lo que es de todos. Pero hay otra. La de los más.

Por Mariel Martínez. Los siete locos es una novela que Roberto Arlt escribió en 1929. Uno de los personajes, el astrólogo, es el estratega de una revolución que hace creer posible a los otros seis dementes. Esta revolución tendría una fuente principal de financiamiento: la regencia de una serie de prostíbulos distribuidos por toda la Argentina. Lo que tranquiliza de esto es saber, desde el inicio, que estamos leyendo a un puñado de desquiciados. Porque si no habría que discutir si un fin tan imprescindible como la revolución justificaría la obtención de recursos a través de mecanismos, por lo menos, espurios.

En otra novela del mismo autor, El juguete rabioso, las cosas suceden al revés. No es ya la apropiación de ganancias particulares para destinarlas a un fin colectivo lo que se pone en juego. Silvio Astier, el desgraciado protagonista, intenta ya en el primer capítulo el robo a una escuela como forma de palear materialmente su propia vida de miseria.

Claro que las grandes estafas y pequeñas pillerías no son patrimonio exclusivo de nuestra literatura nacional. El Lazarillo de Thormes, novela por excelencia de la cultura española, narra los sucesivos embustes que el niño Lázaro –obligado por las circunstancias, pero de eso no estamos hablando ¿no?- realiza junto con su tutor ciego a toda persona que se le cruce. En otra narración del mismo panteón literario, El Cid, héroe nacional, pierde su honra acusado de haberse quedado con un vuelto, y la recupera robando tierras de otros –que asesina- para la corona de España.

No es la intención hacer comentarismo literario aburrido y simplón, sobre todo porque la anterior es una muestra recortada y azarosa; pero si la literatura, como tantas esferas de la vida humana, es otro relato de la historia, podemos quizás encontrar en ella algunas señales para pensarnos.

Está claro que la lista podría ser infinita. Podríamos organizar todas las novelas que relatan el despojo que permitió a unos pocos acumularlo todo, inaugurando el sistema injusto y desigual que llamamos capitalismo. Podríamos hacer una lista de las narraciones que relatan estafas millonarias. Podríamos leer todas las historias de engaños viles destinados a poder sobrevivir.

Pero claro, con la realidad nos alcanza. El último novelón que estamos siguiendo lo tiene como protagonista a José López, ex secretario de obras públicas del kichnerismo. Los jugosos sucesos son de público conocimiento: bolsas llenas de millones intentando ser enterradas en un monasterio. Sospechosas bóvedas encontradas. Una abogada sexy y un imputado que ahora se acusa cuasi psiquiátrico. Una historia muchísimo más novelable que la de los millones de dólares que el presidente Mauricio Macri tiene en paraísos fiscales y que no fueron declarados, o que la historieta que envolvió al primer candidato a diputado nacional del PRO, Fernando Niembro, que incluyó comprobados negocios tan millonarios como fraudulentos con el gobierno de la ciudad.

Si los medios masivos de comunicación son también otra forma de contar la historia, podemos pensar que no es casual cuál de las historias se elige de best seller, dado los conocidísimos intereses económicos que las grandes corporaciones mediáticas ostentan.

El problema para nosotros es que cuando la corrupción, el robo y el fraude vienen asociados directamente a la forma en que en este mundo se hace política, hay algo que no se está diciendo. Hay un silencio redactado minuciosamente por los escribas de esta historia que elige callar que este sistema de privilegios de unos pocos y de males de mucho que llamamos capitalismo -serio humano o descarnado- asienta sus pies de plomo en el saqueo y la usura. Elige silenciar que esta no es la excepción, sino la regla de oro nuestras falsas democracias. Elige no decir que para que algunos acumulen, otros somos sistemáticamente robados

Lo que los escribas de la historia, los redactores de la realidad, no dicen es que hay una poderosa arma para transformar la forma de hacer política: la política misma. La política que hacemos cotidianamente las y los militantes de diferentes partidos, sindicatos, agrupamientos barriales, corrientes nacionales, cooperativas, y otras cientos de formas de organización que nos damos los que entendemos que las cosas no son sino que están. Que todo puede transformarse. Que con la honestidad tampoco alcanza. Que hay que comprometerse en cuerpo y alma en la tarea de construir el mundo que anhelamos.

Muchos han señalado una obviedad triste: los escándalos de corrupción al interior del kichnerismo hacen más poderoso el discurso macrista que tiende a asociar a la militancia con lo sucio, lo ventajista, lo ladrón. Esta obviedad no anula la otra: robar está mal, es condenable, y más aún cuando el robo lo comete un funcionario público. Es aquí donde debemos preguntarnos ¿cuál es la literatura que nos venden? ¿Cuál elegimos comprar?

Es urgente que escribamos la nuestra. Una literatura que narre que las penurias de nuestro pueblo tienen solución si no dejamos que las administren otros. Una literatura que relate cómo podemos cambiar el mundo a fuerza de trabajo y militancia. Una literatura que cuente la alegría de hacer política, de ser jóvenes y generar debates políticos, de caminar los barrios con propuestas que son profunda y esencialmente políticas, de ser viejos y seguir creyendo que la política es la única forma que tenemos para derribar los pilares de la desigualdad y construir encima de ellos los que queramos construir.

Algunos sueñan con un mundo quieto y desconfiado. Son varios los que les creen. Hay que ser muchos, muchos más, los que tengamos la profunda convicción de que el compromiso y la militancia son el reaseguro de una vida más humana. Más confiable. Más política.

@Mariel_mzc

Foto: Sebastián Miquel

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