12 junio, 2016
La homofobia mata, el silencio es cómplice
Por Gustavo Pecoraro*. Ante la masacre del pub Pulse, en Orlando, que dejó más de 50 víctimas fatales y otro medio centenar de heridos de la comunidad LGBTI, un cierto discurso político y mediático pretende negar el claro componente homofóbico del ataque.

Por Gustavo Pecoraro*. Un nuevo acto de violencia contra personas del colectivo LGTBI sucedió con el odio igualitario al que la homolesbobitransfobia nos tiene tristemente acostumbrados.
Esta vez no fue la cobarde bala de un macho que le atravesó el pecho a una lesbiana, esta vez no fue una travesti que cae muerta golpeada salvajemente por puños asesinos, esta vez no fue un joven desesperado y con su vida rota que decide tirarse al vacío con el único destino del suelo frío del patio de una Facultad.
Esta vez fue el odio, la homofobia y la impunidad de portar un arma en un país tan ingrato, aterrador, y contradictorio como es Estados Unidos, cuna de Harvey Milk y Rosa Parker pero también de George Bush y Donald Trump. Donde las muertes por violencia debida al uso de armas de fuego ya suman 5800 en los seis meses que van de 2016. En EE.UU. existe un mercado clandestino y criminal de venta de rifles, ametralladoras y revólveres de tanta masividad como impunidad, que se mueve con total libertad ante la negativa de su regulación por la mayoría de la clase política norteamericana.
Ayer más de 50 personas que se divertían en la Noche Latina de la disco Pulse Orlando (un pub frecuentado por la comunidad LGTBI local) fueron abatidas por un criminal lleno de sinrazón, que dejó otra cantidad similar de heridos.
Dicen que se trata del “peor atentado en los Estados Unidos desde el 11 de septiembre” y aprovechan medios y políticos (especialmente el nazi y xenófobo Trump) para alertar a la población sobre el peligro de “los musulmanes”.
Dicen que ISIS reivindica el atentado.
Dicen que los padres del asesino son afganos.
Dicen, dicen, dicen.
Acá en la Argentina también dicen los medios y los políticos, incluso llegando al extremo que uno de los referentes de Cambiemos Diversidad (el espacio de diversidad del frente Cambiemos -lo explico por si hace falta ya que es raro el nombre desde su misma concepción-) ha publicado en Twitter un comentario entre negacionista y abominable, a todas letras repudiable donde explicaba -siempre según él, entiendan ustedes, lectores- que “No por haber sido un boliche frecuentado por personas homosexuales es un acto de homofobia”, y concluye, brillante: “Mucho cuidado con la asociación”.
Creo que sobra cualquier tipo de análisis. Sería una pérdida de tiempo el intento de descifrar el oxímoron de ser puto, pertenecer a un espacio que se autodenomina con un nombre que incluye la palabra “diversidad” y no entender que la homofobia mata.
Lo que sí me parece importante rescatar es la necesidad imperiosa que han tenido los medios y muchos políticos en negar la clara homofobia en esta masacre sangrienta que mancha con sangre -una vez más, como el año pasado en Tel Aviv o el otro en Ucrania y Uganda- el comienzo del mes del Orgullo LGTBI en todo el mundo.
Claro, es más fácil para el patriarcado levantar la voz contra los inmigrantes. Trump está que se relame arengando a la mass media norteamericana que clama Inquisición contra el extranjero. Incluso hay idiotas útiles inmigrantes que le hacen la campaña a Trump. Bueno, como los idiotas útiles de acá que niegan la homofobia.
Lo concreto es que nos están asesinando. O, mejor dicho, que nos siguen asesinando, sólo que esta vez parece que se toman revancha después de tanto éxtasis por las bodas igualitarias.
Revancha y odio.
Por nombrar sólo unos casos en la región, hace unos meses decenas de personas LGBTI fueron reprimidas en la plaza de Lima por una carga de la policía peruana; unas semanas después varias personas fueron asesinadas dentro de un bar gay en la Ciudad de Xalapa, México.
En Mar del Plata y Miramar grupos neonazis atacan sistemáticamente a activistas del colectivo. En Honduras, hace escasos días mataron al dirigente gay René Martínez.
En la ciudad de La Plata y en varias ciudades de provincias de Argentina, reprimen y persiguen a trabajadoras sexuales del colectivo trans.
Y podríamos ampliar esta nota con muchos datos de varias partes del mundo, como los crecientes ataques homofóbicos en algunos barrios de Madrid, en España. U otros.
Esta masacre fue un ataque directo al cuerpo del colectivo LGTBI y, particularmente, de la población latina LGBTI que vive en Orlando.
Quedaron más de 50 cuerpos acribillados, para ser más descriptivo.
Ahí está la causa de esta masacre.
La responsabilidad toca varias puertas en los Estados Unidos. Pero el estímulo a estos ataques también se cuece en Rusia, en el Vaticano, en India, en Egipto y en la Alta Reunión de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida donde el colectivo LGTBI presenció estupefacto como volvía a ser invisibilizado en políticas mundial en respuesta a la epidemia.
La no regulación del uso de armas es una bomba nuclear que vuelve a estallar muy fuerte, ahora en contra nuestra.
La homofobia mata.
Negarlo es complicidad.
@gustavopecoraro
* Activista gay, escritor y periodista.
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