Nacionales

22 abril, 2016

¿Por qué balearon al militante del MP La Dignidad?

La trama detrás del atentado contra Darío Julián Eugenio vincula a empresarios, al Instituto de la Vivienda de la Ciudad y a punteros vinculados con el PRO. Una historia de complicidades entre políticos, privados y policías.

El 12 de febrero el aire quemaba. Calor, calor, calor. Aunque entrada la noche, un aire fresco dio una tregua y los miembros de Confluencia Movimiento Popular La Dignidad Tupaj Katari decidieron hacer la asamblea al aire libre, en el barrio de Villa Celina, en La Matanza.

La reunión fue como siempre. Algún compañero que levantó un poco la voz, las manos alzadas, un debate que no se apagó a tiempo y se propagó por varios minutos. Pero en un momento, las voces se levantaron más alto que de costumbre: “Váyanse, hijos de puta”.

Dos hombres llegaron directamente a increparlos y a romper la asamblea. Luego de una discusión fuerte, se retiraron entre gritos e insultos. “Déjense de joder con las tierras”. Antes de irse dejaron una amenaza. Un aviso. “Los vamos a hacer mierda. No jodan más”.

Cuando se fueron los agresores, la asamblea intentó volver a encauzarse. Buscaron recuperar la tranquilidad y retomar la discusión del tema que los ocupaba: la cuestión de las tierras del barrio López y Planes, sobre la cuales se estaban realizando grandes emprendimientos inmobiliarios a partir de construcciones irregulares sin la anuencia del barrio, pero con complicidad política.

No pasaron más que unos pocos minutos para que regresara uno de los tipos. Esta vez no hubo provocaciones. Apuntó directamente contra Darío y gatilló a la altura del pecho. Mientras sentía cómo la sangre lo abandonaba, Darío reconoció a su agresor. Ese mismo que había sido visto con los funcionarios del Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC), Ivan Kerr y Emilio Basavilbaso.

“Intentaron matarme pero destaparon una trama de especulación inmobiliaria que vinculaba a privados con instituciones gubernamentales”, reflexionó Darío, en una entrevista con Notas.

jardin comunitarioA casi dos meses del ataque, todavía lleva consigo al 12 de febrero como si fuera una mochila. Una pesada carga que lo hace agitar cuando habla, cuando camina, cuando se esfuerza. El plomo que mordió su piel devoró parte del pulmón y del hígado. Debió ser operado en tres ocasiones. Todos los miércoles debe visitar a un especialista. Unos centímetros más arriba y Darío no hubiera podido ver los avances en la construcción del Jardín Juanito Laguna, sobre ese mismo terreno en disputa.

“Esa noche estábamos ultimando detalles para lo que sería el acondicionamiento de ese espacio para los chicos, pero estos tipos quisieron darnos una lección. Ahí se ve lo que son los intereses de los vecinos y, por el otro, los negocios inmobiliarios», aseguró. Y reflexionó: «Ese predio nosotros lo estamos trabajando con los compañeros y los especuladores pretenden lucrar. No es compatible”.

Cuando Darío habla de “estos tipos” hace una aclaración: “Hay que discriminar a la gente del IVC, pero ellos no podían haber actuado si no era con la pata matancera, eso lo aportó la Sociedad de Fomento del barrio López y Planes”.

Como si se tratara de un juego de mesa, acomoda las fichas de la siguiente forma:
– En un primer momento las 17 hectáreas estaban a nombre del Banco Hipotecario
– Posteriormente fueron vendidas al IVC
– El IVC cedió la explotación del espacio a la Sociedad de Fomento del Barrio López y Planes
– La Sociedad de Fomento del Barrio López y Planes se vinculó con la Cooperativa de Vivienda Lozana

Son ellos los que comienzan un acelerado proceso de urbanización. Pero lejos de traducirse en una buena noticia para el barrio, se transformó en todo lo contrario. “Lo que querían era arrancar un emprendimiento inmobiliario. Algo que finalmente sucedió. Eso nosotros lo veníamos denunciando desde hace años. Y las denuncias provocaron el ataque. Es más, el que me atacó formaba parte de la seguridad de la Sociedad de Fomento y era uno de los vínculos con el IVC”, detalló.

En varias ocasiones presentaron denuncias ante la comisaría de Villa Celina por la presencia de máquinas de construcción sin ningún tipo de identificación ni permiso. Hicieron lo propio ante la Secretaría de Obras Públicas de La Matanza. En ambos casos la respuesta fue negativa.

A los compañeros de Darío no les deja de llamar la atención el cambio en la actitud que hubo al interior de la dirección de la Sociedad de Fomento. Antes habían iniciado acciones legales contra las ocupaciones y emprendimientos que se proponían lucrar con el territorio. Sin embargo, con la llegada de la nueva dirección, compuesta por Marcelo Rostán (presidente), Pedro Carlos Alberto Villarreal, Georgina Laurenziello y Eduardo Daniel, todo pareció transformarse.

Tal vez fueron los vientos de cambio del 10 de diciembre los que juntaron todas las piezas y los que provocaron que el presidente de la Cooperativa Lozana, Rubén Arias, pudiera articular varias voluntades detrás de su empresa. Como la del responsable de la Subdelegación de Villa Celina del Municipio de La Matanza, Pedro García.

“Ahora buscamos una respuesta de la Justicia de La Matanza. Nosotros no esperamos nada, al contrario», afirmó Darío. «Aportamos testigos a la Unidad Fiscal de Instrucción N° 1, que fueron todos los compañeros de la asamblea. Ellos vieron cómo sucedió el hecho. Pero lo que también queremos dejar de manifiesto tiene que ver con las complicidades que existieron para que esto suceda”, analizó.

Actualmente, junto a sus compañeros y otras agrupaciones sociales y de derechos humanos de La Matanza trabajan en la conformación de una mesa investigadora de este y otros tantos casos que, en los últimos meses, se incrementaron sensiblemente. “Muchos no salen en los medios de comunicación, entonces se va perdiendo la imagen de las víctimas. Nosotros buscamos visibilizar esa problemática. Mi caso es testigo de cómo operan ciertos intereses y lo que son capaces de hacer”, cerró Darío.

Leandro Alba

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