8 abril, 2016
«La selección del 86 juntó gloria con un arsenal de cábalas descomunales»
Andres Burgo, autor del libro El Partido sobre los Cuartos de Final entre Argentina e Inglaterra en el Mundial 86 dialogó con La Zurda Mágica por Radio Sur FM 88.3. Un repaso por los ejes del libro: Malvinas, Maradona y los jugadores clase ’62 que fueron o podrían haber ido a la Guerra.

Andres Burgo, autor del libro El Partido sobre los Cuartos de Final entre Argentina e Inglaterra en el Mundial 86 dialogó con La Zurda Mágica por Radio Sur FM 88.3. Un repaso por los ejes del libro: Malvinas, Maradona y los jugadores clase ’62 que fueron o podrían haber ido a la Guerra.
– Vos hiciste el libro que se llama El partido, que tiene que ver con el partido entre la selección argentina y la de Inglaterra en el mundial 86, los dos goles de Diego, y todo el contexto que rodeó el encuentro ¿cómo surgió la idea?
– La verdad es que no sé si hay una única respuesta porque siempre encuentro alguna “capa previa”. Te podría decir que formalmente en el 2012 yo había escrito un libro de River y tenía ganas de escribir otro a futuro, sin mucho apuro.
Empecé a pensar en el Mundial 86, en cierta medida porque Argentina había ganado ese mundial, pero también por una cuestión de regreso a mi infancia. De cuando miraba los mundiales con ojos de niño. Yo tenía 11 años durante el mundial ´86. Pero después fui puliendo esa idea principal y dije ¿Por qué me iba a meter en el partido de Argentina con Italia o con Bulgaria o con Corea del Sur?
El 80% de las cosas que podía pensar y en las que me podía meter eran del partido con Inglaterra. Asimismo, hace muchos años tenía una especie de voyerismo con la gente que había estado en la cancha ese día. Era una cuestión de envidia, de cualquier hincha o cualquier periodista que haya estado en ese partido.
Y confirmando esta idea de que siempre hay una capa anterior, recuerdo en una nota que a mí me encantó del diario El País de 2006 cuando se cumplieron 20 años del partido. Un periodista español escribió una artículo sobre el segundo gol de Maradona que me flasehó la cabeza por cómo estaba escrito.
No había escrito nada de ese gol, sino que había entrevistado a jugadores ingleses y argentinos y los testimonios iban construyendo la historia. En ese momento no dije: “Ah 10 años después quiero escribir un libro”. Pero todas estas cosas fueron influyendo.
– Como decía Víctor Hugo, todos queríamos levantar el puño y gritar una victoria contra Inglaterra ¿Qué significó ese partido para Diego?
– Yo creo que para Maradona era igual que para el resto de los argentinos. En todo caso Maradona se estaba jugando la posibilidad de ser el mejor del mundo. Hay que recordar que Diego llega al mundial del ’86 no siendo el número uno indiscutido, para nada. De hecho hay una entrevista que le hace Horacio Pagani tres meses antes del mundial, que es un ultimátum. Le decía “no te vemos bien, vemos que perdiste la picardía”. Era una selección que llegaba muy mal.
Pero Maradona empieza a ganar aire en México y a un buen partido le sigue un segundo mejor y un tercero mejor. Y al mismo tiempo Michel Platini que era el jugador contra el que Maradona disputaba el cetro al mejor del mundo, quedaba eliminado, erraba un penal contra Brasil y Maradona la rompe en el partido contra Uruguay.
El libro también habla de cómo nosotros anteponemos nuestros recuerdos a cómo realmente pasó.
– ¿Y en relación a la Guerra de Malvinas? ¿Cómo era la atmósfera?
– Respecto de Malvinas, era muy reciente la guerra. Había terminado hace cuatro años. Lo que no hubo, como se construyó después, fue por ejemplo Maradona diciendo “jugamos por los pibes de las Malvinas”. Antes de partido no hubo una reunión entre los jugadores para hablar de la guerra, eso no existió.
Por supuesto el recuerdo estaba, había una especie de tensión en la atmosfera. El ministro de Deportes de Gran Bretaña entró al vestuario inglés antes del partido a dar un protocolo de cómo debían comportarse. Durante toda la semana llegaban telegramas de combatientes de Malvinas a la concentración de la selección para redoblar los saludos y pedirle que no sea un partido más.
Las preguntas de los periodistas eran las mismas: Malvinas, Malvinas, Malvinas. Todos los diarios hablaban de la revancha de Malvinas. Evidentemente la atmosfera estaba contaminada y muchos jugadores dijeron que no era un partido más. Otros, como Maradona, fueron más protocolares y se entiende, se metían en un lio si decían lo contrario.
– El gran hallazgo del libro es la contraposición de la clase ‘62 que fue a combatir a Malvinas y los jugadores de la clase ‘62 que fueron a jugar al mundial. ¿Cuándo empezaste la investigación ya era un ítem a seguir o te lo topaste en la misma investigación? Y, sobre todo, con los futbolistas que hablaste que fueron a combatir a Malvinas, ¿tienen una sentencia igual sobre lo que vivieron en ese partido con el gol del Diego?
– La primera respuesta es que sí, yo quería hablar con los futbolistas ex combatientes, que hayan jugado en primera división o en inferiores pero que hayan estado en Malvinas porque me parecía muy justo en el sentido que evidentemente la canalización de Maradona ese día y el gran triunfo del futbol argentino en ese partido estaba fogoneado también por la guerra.
Durante mucho tiempo se dijo también “por los pibes que no están” o “por los pibes que fueron a Malvinas”, pero ¿quiénes eran esos pibes? Siempre se ponía la imagen como de soldados hambrientos y mal vestidos, con uniformes verde olivas cagados de frio en el sur. Yo quería saber quiénes eran ellos, y al ser un libro de futbol circunscribí la búsqueda a ex combatientes que hayan jugado al futbol.
La cuenta que yo saqué, se me puede haber quedado alguno en el camino, es que hubieron 12 jugadores de fútbol en Malvinas, todos clase ’62, algunos que juegan en primera división, el caso más conocido es el de de Felipe. Después está el caso de Escobedo que también es más conocido, un ex defensor de Vélez, Belgrano, Colón y Los Andes.
En el caso de los jugadores de Argentina que eran clase ’62 y que estuvieron cerca de ir a Malvinas está el de Burruchaga que no lo salvó el número bajo como Batista o Enrique. Burruchaga tenía que ir todos los días al Regimiento de Patricios en el año 82 y en cualquier momento se podía subir al avión y tenía que ir a la guerra. Él dice que de ninguna manera se puede mezclar futbol con guerra. El resto de los jugadores dicen que sí, por ejemplo Tapia me dio a entender que no quería cambiar camisetas con los ingleses. Que para él ese partido es más groso que la final.
Y respecto a los excombatientes también las opiniones son divididas. Revasti, que fue arquero de Huracán y de San Lorenzo, dice que ese partido le permitió volver a mirar a la gente a la cara, que se sentía muy avergonzado por la rendición de Malvinas. Hay otros como Juan Colombo que fue uno de los jugadores de Bilardo que decía que no, que sentía mas bronca hacia los militares argentinos que los habían mandado a Malvinas que hacia los ingleses.
– ¿Se te ocurre alguna anécdota, algún detalle, que consideres haya hecho aun más épica esa victoria argentina en México ’86?
– La verdad que este libro se llama El Partido pero se podría haber llamado El delirio y la gloria, porque la verdad que es una selección que juntó la gloria con un arsenal de cábalas descomunales. Una historia que es muy bizarra es que Argentina hasta el día previo no tenía camisetas para jugar el partido.
No tenía camisetas porque Bilardo en su previsión contra la altura, el calor, el smog y el mediodía en que se iban a jugar los partidos en el Distrito Federal, le había pedido a Le Coq Sportif que haga unas camisetas con una especie de agujeritos, una camiseta liviana. El tema es que Argentina iba a jugar con la camiseta azul contra Uruguay y no tenía esa previsión anti-altura. Entonces Bilardo le empieza a hacer como agujeritos, le corta el cuello en V. Pero los jugadores dicen “Carlos, ¿qué estás haciendo? No podemos jugar con esta camiseta llena de agujeritos”. Entonces salen dos empleados de la AFA a buscar camisetas azueles de Le Coq Sportif, genéricas, sin ningún escudo. A la búsqueda de 40 camisetas iguales. Una locura.
Finalmente las consiguen pero sin números. Consiguen números de tres colores: grises, amarillos y rojos y los menos ridículos eran los grises, por eso tienen los números grises. Y después el boceto del escudo de la AFA lo hacen ahí en la concentración a contrarreloj, por eso es un escudo distinto al resto, sin laureles. Y lo más gracioso de todo esto es que una camiseta comprada en apuros por chirolas en el Distrito Federal, termina siendo la camiseta de Maradona. Una camiseta que se la quedó un jugador inglés, Steve Hoch. Esa camiseta hoy cuesta 200 mil, 250 mil dólares y está en el Museo de Fútbol de Manchester.
– Dijiste que buscaste muchas anécdotas de gente que estuvo ese día en la cancha ¿cuál recordás que te llamó más la atención o te gustaría resaltar?
– Es muy curiosa la historia de cómo comienzan los conflictos ese día. Hubo bardo en las tribunas todo el tiempo durante el partido y después. De hecho hay una foto donde está “Pistola” Gamez en cuero revoleando trompadas a los ingleses.
Lo curioso es como arranca esa pelea. “Pistola” Gamez empezaba a ser uno de los jefes de la hinchada de Vélez, había ido financiado por un político pero todavía no era líder de la barra. Y la historia es que Roberto Giordano, el peluquero, le dice a un fotógrafo de la Revista Gente “sacame una foto que le voy a robar una bandera a los ingleses”.
Entonces Giordano agarra la bandera, posa para la foto, vienen los ingleses y le empiezan a pegar. Ahí aparece Gamez a repartir trompadas. Después las barras de Chacarita y Boca estaban arriba, ven que hay conflicto y se empiezan a pelear con los que están al lado.
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