1 abril, 2016
Seguridad nuclear: la teoría del miedo y el legado de Obama
Semanas después del 8 de noviembre Barack Obama dejará el Salón Oval de la Casa Blanca, finalizando su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. La Cumbre de Seguridad Nuclear que se lleva adelante en Washington DC el 31 de marzo y el 1 de abril, es la culminación –bajo su mando directo- de una iniciativa propia donde pretende remarcar su “legado”.

Semanas después del 8 de noviembre Barack Obama dejará el Salón Oval de la Casa Blanca, finalizando su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. La Cumbre de Seguridad Nuclear que se lleva adelante en Washington DC el 31 de marzo y el 1 de abril, es la culminación –bajo su mando directo- de una iniciativa propia donde pretende remarcar su “legado”.
La estrategia de seguridad desplegada por Obama durante sus dos gestiones tuvo como foco central distanciarse de la doctrina de George W. Bush, mediante la cual el ex presidente Republicano perdió apoyo popular y llevó a su partido a la derrota. No obstante, la política de seguridad de Obama combinó la tradicional línea dura y ortodoxa de la Casa Blanca -denominada como “Washington playbook”- y una imagen de “defensor internacional de los derechos humanos” en el que se arriesgó a ser acusado por una política blanda, indecisa, impotente.
En esta ambivalencia de mano dura -manteniendo la intervención militar en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia y más recientemente Siria- y un discurso de corazón blando, le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz en 2009 que le permitió mostrarse ante el mundo como un “garante de los derechos humanos”.
La Cumbre que se realiza en Washington es el cuarto encuentro impulsado por Obama desde el año 2010, cuando se llevó adelante la primera cumbre en la misma ciudad. Allí comenzó a hacer del “desarme nuclear” su lema.
Pero esta Cumbre está atravesada por objetivos más concretos. La teoría de Obama basada en que las organizaciones terroristas están a la búsqueda de armas nucleares para lanzar un ataque masivo inminente, se ha vuelto hegemónica, sobre todo a partir de los recientes ataques en Bruselas, donde el miedo al terrorismo volvió a marcar agenda.
Ben Rhodes, diputado del Consejo Nacional de Seguridad y asesor de Obama, manifestó durante una conferencia de prensa previa a la Cumbre: «Sabemos que las organizaciones terroristas tienen el deseo de acceder a esta materia prima -uranio altamente enriquecido- y tienen el deseo de tener un dispositivo nuclear».
Bajo el objetivo de “luchar contra la amenaza del terrorismo nuclear”, esta Cumbre apunta a que todos los países eliminen la producción y el uso de uranio altamente enriquecido y opten por el uranio de bajo enriquecimiento. El uranio altamente enriquecido es aquel utilizado dentro del “nivel de armas”, mientras que uranio de bajo enriquecimiento, el menos radioactivo, se utiliza para reactores de agua ligera, destinados a fines de producción de energía e innovación tecnológica.
En la noche del miércoles 30 de marzo, a horas de iniciarse el evento, Obama publicó una carta en la que describe sus intenciones en el portal del Nuclear Security Summit 2016. Rescatando su estilo discursivo de Praga en 2009, ahora centra el punto neurálgico en “prevenir a la red más peligrosa del mundo de obtener las armas más peligrosas del mundo”, refiriéndose directamente a Estado Islámico.
En la carta, Obama afirma haber reducido el potencial nuclear de los Estados Unidos, aunque se apresura en aclarar que esto no afecta la seguridad y eficiencia de un arsenal que sólo será utilizado contra adversarios que amenacen su seguridad o la de sus aliados.
También resalta la necesidad de “mantener unida a la comunidad internacional para enfrentar las continuas provocaciones de Corea del Norte”, y afirma que Estados Unidos trabajará para “desnuclearizar” la península de Corea. “Como la única nación que utilizó armas nucleares alguna vez, los Estados Unidos tienen la obligación moral de continuar guiando el camino para la eliminación de éstas”, finaliza.
En esta ocasión, en la que participarán 53 jefes de Estado, se destaca la presencia del presidente de China, Xi Jinping, el presidente de Corea del Sur, Park Geun-hye, y el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, con quienes Obama se reunió horas antes del inicio de la Cumbre. Otros países que asisten son Francia, Alemania, Reino Unido, Israel, India, Italia, Canadá, Jordania, Holanda, España, Noruega, Pakistán, Arabia Saudita y Turquía. En el caso de los latinoamericanos, están los presidentes de Argentina, México, Chile y una delegación oficial de Brasil.
El gran ausente es Vladimir Putin, presidente de Rusia. Según el ministerio de Relaciones Exteriores de ese país, las razones de esta ausencia se basan en considerar que los organizadores cambiaron radicalmente la concepción del evento y que buscan proponer la elaboración de “recomendaciones” imponiendo el punto de vista de un grupo limitado de Estados.
Un dato importante a considerar es que Rusia y Estados Unidos poseen más del 90% de las armas nucleares de todo el mundo.
Por qué va Macri a la Cumbre
Sin dudas, un invitado que no se perderá la ocasión de lucirse es el presidente Mauricio Macri. Según afirma el periodista Martín Dinatale en La Nación, en su artículo ¿Por qué es importante que Macri esté en la Cumbre de Seguridad Nuclear? publicado el 30 de marzo, el reciente anfitrión de Obama será aplaudido por los logros de la República Argentina en la generación de uranio de bajo enriquecimiento y la difusión de la tecnología nuclear para fines pacíficos al resto del mundo.
Los responsables de esta política son los trabajadores de organismos públicos y sociedades del Estado como la Comisión Nacional de Actividad Espacial, la INVAP y la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN). Una figura calificó a esta política como “la más avanzada de Latinoamerica” y que saldrá a la luz en este encuentro es el actual embajador argentino en Viena y ex número dos de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi. Su nombre resuena como posible próximo secretario General de la OIEA.
Macri probablemente recibirá los aplausos por una política que, lejos de impulsar, ha bloqueado casi completamente. Tras la visita de Obama, el presidente argentino frenó el proyecto ARSAT 3 desempleando a más de 600 trabajadores del INVAP que se suman a los más de 2400 trabajadores despedidos de Atucha –que actualmente se encuentran bajo conciliación obligatoria-.
Dinatale agrega en su artículo que “la canciller Susana Malcorra suele decir que el narcotráfico de América Latina financia a grupos terroristas y estos se sustentan de energía nuclear muchas veces para provocar atentados”. Por aquí va el rol del presidente Macri como nuevo convidado en la mesa. Aunque no se han registrado evidencias comprobables de vínculos entre el narcotráfico y los posibles ataques nucleares, la estrategia del miedo fase América Latina, ya está desplegada.
Micaela Ryan – @LaMicaRyan
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