14 marzo, 2016
La derecha brasileña profundiza la ofensiva contra el gobierno del PT
En medio de una importante ofensiva judicial contra el Partido de los Trabajadores (PT) y su principal figura, Luis Inácio Lula da Silva, miles de personas se movilizaron este domingo para exigir que avance el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff.

En medio de una importante ofensiva judicial contra el Partido de los Trabajadores (PT) y su principal figura, Luis Inácio Lula da Silva, miles de personas se movilizaron este domingo para exigir que avance el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff.
Con el respaldo de los partidos opositores, principalmente el el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) al que pertenece el senador Aecio Neves -quién perdió las elecciones presidenciales de 2014 contra Rousseff-, cien mil personas se concentraron en Brasilia. La escena se replicó en decenas de ciudades de todo el país, juntando hasta medio millón de manifestantes en Río de Janeiro.
«Estamos junto a todos los brasileños, que quieren y merecen algo mejor, para construir un nuevo camino para el país», declaró Neves.
Un poco de historia reciente
Ni lenta ni perezosa, la derecha brasileña ha decidido jugar a fondo luego de perder en el ballotage las elecciones presidenciales de 2014. A diferencia de lo que pasó en Argentina un año más tarde, en el gigante sudamericano el oficialismo ganó las elecciones, pero el ajuste económico igualmente se llevó a cabo.
La presión de la derecha política y las cámaras empresarias, sumada a la crisis económica internacional, llevaron a la presidenta a realizar un importante ajuste fiscal a mediados de 2015. De esta forma, al escaso margen electoral del ballotage (ganó con poco más del 51%) le sumó el descontento de su propia base social.
Esta caída de la imagen presidencial fue aprovechada por la oposición para avanzar en lo que no pudieron lograr por la vía democrática: sacar al PT del gobierno. Así comenzó el proceso de impeachment o destitución por juicio político de la mandataria. El argumento era una supuesta tergiversación de las cuentas públicas para ocultar el déficit fiscal.
Tras varias idas y vueltas, el 2 de diciembre de 2015, Eduardo Cunha -aliado formal del PT pero opositor en los hechos-, que preside la cámara baja, aceptó el pedido de juicio político contra Rousseff. No obstante, semanas más tarde el Tribunal Superior Federal postergó el inicio del proceso ya que detectó irregularidades en la formación de la comisión parlamentaria que debía llevar a cabo la investigación.
Con esta carta temporalmente suspendida, la derecha optó por otro camino.
Petrobras, la corrupción y la disputa por las reservas del Pré-Sal
En 2014 saltó a la luz un caso de corrupción conocido como «Lava Jato» (lavadero de autos). El procedimiento consistía en empresas -centralmente constructoras- que sobornaban a altos funcionarios de la petrolera estatal Petrobras y otros cargos públicos para conseguir contratos multimillonarios sobrefacturados.
Si bien el caso se dio a conocer hace poco, se estima que se viene produciendo hace varios años. Cálculos realizados por la justicia sostienen que entre 2004 y 2012 se desviaron ocho mil millones de dólares.
Por este motivo fueron detenidos varios ejecutivos de distintas empresas y dirigentes políticos de los principales partidos brasileños, tanto oficialistas como opositores. Sin embargo ni Dilma Rousseff ni el ex presidente Lula, fueron considerados sospechosos. Hasta ahora.
Hace algunas semanas, a pesar de no estar acusado, Lula fue víctima de un enorme operativo de la Policía Federal que allanó su instituto y se lo llevó por la fuerza a declarar en la causa. Estuvo temporalmente privado de su libertad. La reacción popular no se hizo esperar y miles de personas se movilizaron en su respaldo. Sin embargo, el miércoles de la semana pasada la Fiscalía decidió imputarlo y un día después solicitó su prisión preventiva. Algo que deberá aceptar o rechazar la jueza María Priscilla Ernandes Veiga Oliveira, de la 4ta Corte Penal de Sao Paulo.
Esta maniobra tiene un doble objetivo. El primero es debilitar la figura de Lula de cara a las presidenciales de 2018, con la intención de que el PT no tenga un candidato fuerte. La segunda, está relacionada con el negocio petrolero.
Con uno de los caballitos de batalla más fuertes que tiene en todo el continente -la corrupción-, la derecha busca generar desanimo y profundizar el rechazo a la política. Si bien sus acusaciones tiene asidero real (Lava Jato existió e involucró a funcionarios y políticos en muchos niveles), sus intenciones están alejadas de la ética, la moral y la defensa de las instituciones.
Mientras estas acusaciones avanzan en la Justicia, en el Congreso se cocina una ley que involucra directamente la principal reserva energética del país: el Pré-Sal.
Hace unos años se descubrió, en la plataforma submarina brasileña cerca de Río de Janeiro, una enorme reserva de hidrocarburos. Como señaló Pedro Otoni «en el polígono de explotación del Pré-Sal hay reservas de petróleo y gas de aproximadamente 40 mil millones de barriles ya descubiertas y 176 mil millones no descubiertas (estimación), según cifras del Instituto Nacional de Aceite y Gas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro. Esta reserva equivale a cinco años del consumo mundial del recurso».
El monopolio de explotación está hoy en manos de Petrobras. Sin embargo el Parlamento se dispone a aprobar una ley que le quite la exclusividad y puedan ingresar empresas extranjeras. La corrupción que rodea a la empresa más grande e importante de Brasil, brinda argumentos y un importante respaldo a este proyecto legislativo.
La crisis del neodesarrollismo en Brasil
Como señalábamos tras la victoria de Mauricio Macri en Argentina, América Latina se encuentra hoy en una etapa de transición donde la ofensiva del capital busca frenar y hacer retroceder los distintos proyectos neodesarrollistas y socialistas de la región.
Durante años, el continente vivió una serie de procesos políticos, sociales y económicos que fueron en contratendencia a la situación mundial de crisis económica y ajuste. Los países más avanzados en este sentido fueron Venezuela, Bolivia y Ecuador que impulsaron procesos de cambio radical con el socialismo como horizonte.
A ellos se sumaron otros como Argentina y Brasil donde, aunque con mayor moderación, también se impulsaron proyectos con diversos margenes de autonomía respecto al imperialismo y el capital transnacional con apoyo en los sectores populares y la apuesta a una alianza con el empresariado local.
No obstante, esta alianza fracasó. Pero no fue decisión de la clase trabajadora, si no de la propia burguesía local que, al no obtener ya las ganancias extraordinarias de los primeros años del siglo XXI decidió cambiar de bando. Las consecuencias, con implicancias en todo el continente, ya se están viendo.
Santiago Mayor – @SantiMayor
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