10 marzo, 2016
El imperialismo existe
Por Ulises Bosia. Entre la paranoia de las teorías conspirativas y la ingenuidad de la teoría de las casualidades, se hace necesario buscar una comprensión de la ofensiva conservadora en América Latina. ¿Qué hay detrás de la visita de Obama a la Argentina?

Por Ulises Bosia. Entre la paranoia de las teorías conspirativas y la ingenuidad de la teoría de las casualidades, se hace necesario buscar una comprensión de la ofensiva conservadora en América Latina. ¿Qué hay detrás de la visita de Obama a la Argentina?
La anunciada visita del presidente norteamericano Barack Obama pone en el centro de la escena nacional la actitud de los Estados Unidos hacia nuestro país.
No escapa a nadie que la primera visita bilateral desde 1997 expresa la intención de la diplomacia estadounidense de respaldar al gobierno de Mauricio Macri, visto como el ariete neoliberal para terminar con 15 años de gobiernos progresistas y populares en el continente y abrir una nueva etapa tras lo que podría llamarse la “hegemonía populista”.
Pero la venida de Obama expresa solamente la parte visible de una ofensiva de alcances mucho mayores, a saber:
• La espectacular operación mediática, judicial y policial contra Lula da Silva en Brasil, buscando asociarlo a casos de corrupción, con el objetivo de desprestigiar su eventual candidatura presidencial en 2018. Y la continuidad de la vocación destituyente de la oposición mediante el juicio político a la actual presidenta Dilma Roussef.
• Las denuncias por “tráfico de influencias” contra Evo Morales en Bolivia, sin presentar ningún tipo de prueba y efectuadas por un periodista cuyos vínculos con la embajada norteamericana se hicieron públicos a través de wikileaks, en medio de un plebiscito que finalmente perdió por muy poco margen para poder postularse a presidente en 2019.
• La reciente citación judicial contra Cristina Fernández por parte del juez Claudio Bonadío, en la causa por una supuesta estafa en la venta de dólares a futuro; así como también el regreso de Horacio Antonio Stiuso al país de su exilio en Estados Unidos y su declaración judicial en la que involucra a la ex presidenta en la muerte del fiscal Alberto Nisman.
• La permanente campaña mediática contra Nicolás Maduro en Venezuela, presentando a su gobierno como una dictadura corrupta, violenta e ilegítima, mientras el gobierno norteamericano acaba de renovar el decreto por el que considera a la Revolución Bolivariana una amenaza para su seguridad interior.
Denominadores comunes
En estos casos -y otros también donde el modus operandi es el mismo- pueden encontrarse particularidades de índole nacional, pero también denominadores comunes muy claros, que ponen en evidencia que no se trata de una casualidad sino de una misma política dirigida y estimulada por la diplomacia norteamericana.
En primer lugar la utilización de los medios de comunicación monopólicos que funcionan como herramientas de la oposición y de los intereses extranjeros, aún cuando pocos países consiguieron avanzar realmente sobre sus intereses, y en esos casos lo hicieron de manera insuficiente.
En segundo lugar el rol del poder judicial, que opera como un verdadero partido judicial que preserva sus intereses corporativos y defiende ante todo a la clase dominante. Hay que recordar la impugnación tajante de la reforma judicial aprobada en el Congreso por el kirchnerismo, que apuntaba a una tibia democratización; así como también las características de la que actualmente promueve el macrismo, cuyos lineamientos provienen del lobby norteamericano, según denuncian representantes del gremio judicial.
En tercer lugar el papel de los servicios de inteligencia, que son una suerte de Estado paralelo al interior del Estado democrático, colonizados por la inteligencia norteamericana y, en el caso de nuestro país, también israelí.
Ligado a esto, la lucha contra el narcotráfico es la vía por la que los Estados Unidos se introducen hace años en la política de seguridad interna de los países latinoamericanos. Los recientes encuentros de la ministra Patricia Bullrich con altos funcionarios de la DEA y el FBI para reencauzar la “colaboración” norteamericana con nuestro país forman parte de la misma estrategia.
En cuarto lugar, es evidente la utilización de la temática de la corrupción con el objetivo de amplificar el descrédito de la política como herramienta de transformación social, estimulando la idea de que “los políticos son todos iguales”. Se trata de cambiar la militancia política y la ideología que la sustenta por el saber técnico supuestamente desideologizado de tecnócratas y gerentes de multinacionales.
Finalmente, la huella de los intereses imperialistas se deja ver en que se trata de atacar y desacreditar a los principales liderazgos populares de cada país, entendiendo que son el enemigo principal para poder avanzar en la desintegración latinoamericana y en una nueva arremetida para someter a nuestros países a los dictados de los tratados de libre comercio.
Del Plan Cóndor a la actualidad
Cuatro décadas después del Plan Cóndor, no hay lugar para la ingenuidad ni las subestimaciones. No podemos esperar a que en 20 o 30 años desclasifiquen sus documentos de política exterior para sorprendernos de que así como interfirieron en nuestra vida interna en el pasado, también lo hacen ahora.
Con sus aciertos y errores, los primeros 15 años de nuestro continente en el siglo XXI fueron una amenaza para las reglas vigentes y los equilibrios de poder de la globalización neoliberal.
Los Estados Unidos y el gran capital transnacional saben bien que para salir de la crisis económica internacional deben afianzar el saqueo de los recursos naturales, disminuir la autonomía económica de nuestros países y profundizar la explotación de la mano de obra asalariada.
Para lograr esos objetivos cumple un papel importante reponer la dependencia del endeudamiento externo y restablecer el poder del capital financiero en especial en nuestro país, que a fuerza de pago serial logró desendeudarse cualitativamente. Ese es el trasfondo del acuerdo con los fondos buitres, precursor de un nuevo ciclo de mega endeudamiento.
Lo mismo ocurre con los tratados de libre comercio, como el recientemente firmado Acuerdo Transpacífico que nuestro gobierno mira con interés, mediante el que Estados Unidos pretende enfrentar la amenaza rusa y china.
Como se puede ver, no es poca cosa el trasfondo de la visita de Obama.
@ulibosia
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