Batalla de Ideas

2 marzo, 2016

Universidad y militancia

Por Ezequiel Galpern. Medio siglo después de la Noche de los Bastones Largos, el presidente Mauricio Macri crítico lapidariamente la militancia en las universidad en su discurso de inicio de sesiones parlamentarias.

Por Ezequiel Galpern*. En su discurso en la apertura de sesiones del Congreso de la Nación, el Presidente Macri afirmó: “Se han abierto nuevas universidades, y eso es muy positivo; pero también muchas de ellas han sido espacios de militancia política más que de excelencia académica”.

Todos aquellos que somos o hemos sido parte del sistema universitario nacional argentino deberíamos estar atentos a estas palabras. Mauricio Macri pone sobre la mesa un prejuicio social muy arraigado: la militancia política universitaria para él tiene un efecto negativo, dañino, en el desarrollo académico de una casa de estudios. El presidente de todos los argentinos plantea que uno de los problemas -o al menos parte de los problemas- de nuestra educación superior son (somos) los militantes.

Vale la pena entonces poner en debate la validez histórica de esta hipótesis. Hace casi cincuenta años, la Policía Federal sitió el histórico edificio de la Universidad de Buenos Aires, en la calle Perú 222. En ese momento allí funcionaba la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

Docentes, investigadores y estudiantes se oponían a la intervención de la Facultad (y disolución del cogobierno) por parte del gobierno militar de Juan Carlos Onganía. Fueron reprimidos por la policía a palazos, en lo que se conoce como La Noche de los Bastones Largos. El propio decano fue apaleado en la cabeza hasta sangrar, junto con otros cientos. Se llevaron detenidas a 150 personas y destruyeron laboratorios y bibliotecas. En palabras del propio Onganía, «el deseo esencial es que no haya intromisión política en la Universidad y que termine la indisciplina causada por el gobierno tripartito (…) con la idea de que las universidades sean lugares destinados al estudio y al trabajo tranquilo».

Los docentes y estudiantes estaban defendiendo una Facultad que podríamos decir era “nueva”, puesto llevaba poco más de una década separada de Ingeniería. Una década en la que la comunidad académica de Exactas había construido como nunca antes en la UBA un centro de investigación y de formación académica de nivel internacional. Fueron años de fuertes debates políticos en la Facultad con extraordinaria participación de sus miembros. Exactas había crecido tanto que algunos autores aún recuerdan esa década como la “época de oro”.

Es interesante señalar que los estudiantes, los docentes y las autoridades (Rolando García, Manuel Sadosky, entre otros) que fueron parte de ese acelerado proceso de construcción de la Facultad estaban fuertemente comprometidos con la Universidad y con la realidad política nacional. Investigaban y estudiaban, pero también debatían, se movilizaban, reclamaban, proponían. Ponían tanto tiempo y esfuerzo en su actividad académica, como es su compromiso político para conformar una Universidad pública al servicio de las necesidades de nuestra sociedad. Fueron lo que uno llamaría militantes.

Con la fatídica Noche de los Bastones Largos se cerró una etapa en la Facultad de Ciencias Exactas Naturales y en toda la UBA. Muchos de aquellos militantes, agobiados por la intervención del gobierno de facto, debieron abandonar sus actividades de docencia, investigación y estudio. Cientos dejaron la Argentina, muchos para siempre. Como tantas veces, la represión hirió profundamente la calidad académica de la Universidad, generando un daño que tardó décadas en sanar.

Es evidente que la conformación reciente de nuevas universidades despierta polémicas en el campo académico y político. Pero no nos confundamos, la historia de nuestras universidades nos habla, y nos dice que el compromiso, que la participación política, que la militancia de miles de estudiantes y docentes ha sido uno de los pilares que nos permitieron construir un sistema de educación superior público que tiene sus falencias, pero que es un ejemplo en todo continente. Defenderlo y mejorarlo requiere aún más militancia, más compromiso con la universidad pública.

@egalpern

* Consejero Superior de la UBA. Ex presidente del Centro de Estudiantes de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

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