Batalla de Ideas

6 enero, 2016

Kirchnerismo, entre la resistencia y la subordinación

Por Juan Manuel Erazo. Con concentraciones masivas y una militancia 2.0 constante, el fenómeno de los “autoconvocados” irrumpe en la vida política. Mientras tanto, el Frente Renovador y diferentes actores del Frente para la Victoria (FpV) apuestan a una recomposición peronista que erradique al kichnerismo o, mínimamente, lo subordine.

Por Juan Manuel Erazo. Con concentraciones masivas y una militancia 2.0 constante, el fenómeno de los “autoconvocados” irrumpe en la vida política. Mientras tanto, el Frente Renovador y diferentes actores del Frente para la Victoria (FpV) apuestan a una recomposición peronista que erradique al kichnerismo o, mínimamente, lo subordine.

La Argentina se encuentra atendida por sus propios dueños y ante este escenario el justicialismo se bifurca en cien balances de la derrota, en miles de lamentaciones y en algunas pocas estrategias ¿Quién es peronista? Todo aquel que se considere como tal, incluso aquel que todavía no lo sabe. Los hay ortodoxos, los hay heterodoxos, los hay contemplativos y, en definitiva, nunca trabajan todos juntos.

El Frente Renovador busca una reestructuración justicialista subordinada al autoritarismo de mercado que impone la nueva etapa, básicamente, apuesta a un aparato que no vacile en acuerdos y alianzas con la derecha orgánica. «Voy a Davos con el presidente a conseguir inversiones para la Argentina», comentó Sergio Massa en Radio Mitre, contento y positivo, como en sus épocas de la UCeDé. La “oposición responsable” será el eslogan, la erradicación definitiva de la retorica populista será la meta.

La vieja guardia

La estructura tradicional del Partido Justicialista enrolada dentro del FpV comienza a armar su propio juego. Ha sabido adaptarse más al neodesarrollismo que al progresismo y hoy cuenta con la oportunidad (quizá histórica) de restar poder a organizaciones como La Cámpora que han crecido durante la última década, entre juventud militante y oficinas públicas.

En el Senado de la provincia de Buenos Aires, el bloque del FpV no llegó a un acuerdo, por lo que sus miembros decidieron formar dos bancadas distintas, una compuesta por La Cámpora y afines, y otra por el Partido Justicialista. Fernando Espinoza (quien preside al partido a nivel provincial), en una entrevista para La Nación, dijo: “El peronismo es una gran familia a la antigua, necesita un jefe, no hay familia ensamblada”. Y si le preguntan al ex intendente de La Matanza quien debería ser ese jefe, la respuesta es “Daniel Scioli, lejos”.

Mientras el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, decreta que “se terminó el FpV” y llama a una “renovación” a nivel nacional, estas tensiones internas son aire para el nuevo gobierno que apuesta al diálogo con referentes distritales del FpV en la provincia de Buenos Aires. Es así como treinta intendentes se juntaron el lunes en Almirante Brown para discutir condiciones en el presupuesto presentado por la gobernadora María Eugenia Vidal, cuestionando el rol de José Ottavis (dirigente de La Cámpora) como líder del bloque en la cámara baja.

No obstante, las pretensiones de volver al centro de la escena por parte del viejo pejotismo encuentran una gran limitación, ni más ni menos que la figura de Cristina Fernández y todo lo que significa para millones de argentinos y argentinas, un elemento que no se puede pasar por alto fácilmente. La estrategia, como siempre ha sido en el peronismo, será condicionar y rehacer el esquema de lealtades. En palabras de Espinoza, “si ella quiere conducir el peronismo, se llegará a una lista de unidad o se presentará a la elección interna. Definirá el voto”.

Pensando en volver

“Cumpas, comienza ‘La Leona’ por Telefé. Veámosla para hacerle el aguante a Pablo y Nancy. Todos los Anti K le van a hacer boicot y van a mirar ‘Los ricos no piden permiso’ en el Trece”, comenta una joven en el grupo de facebook “Resistiendo con aguante”. La resistencia en pleno siglo XXI puede tomar individualmente diferentes aspectos y expresar múltiples sentimientos, lo que la torna un proceso histórico es como esa resistencia se organiza en una política de masas que orienta y traza una estrategia de poder. Mirar masivamente una novela parece no ser la mejor, pero ante el silencio de la dirigencia del kirchnerismo, algo es.

Las iniciativas de los “empoderados” demuestran que el kichnerismo es la fuerza con mayor capacidad de movilización del país y que Cristina Fernández es la figura más importante de la escena política. Las convocatorias en defensa de los símbolos/conquistas de la última década, por ejemplo la “Ley de Medios”, demuestran el dinamismo de un gran sector de la sociedad que está dispuesto a hacer más que concentrarse en plazas o interactuar por redes sociales.

Pese a quien le pese, este fenómeno es pueblo parcialmente organizado y en movimiento. El “boca en boca” recupera su lugar en la política, y cientos de relatos y de experiencias sobre la década se intercambian entre miles de personas, algo que debería mínimamente llamar la atención a cualquier fuerza que plantee transformaciones en beneficio de las mayorías.

Ahora bien, esta fuerza tiene a su vez que convertirse en algo más que un conglomerado de gente. Para trascender hay que profundizar en todos los aspectos, centralmente en la capacidad de organización, protagonismo, debate y creatividad desbordando las estructuras y, principalmente, las incapacidades de las dirigencias.

En primer lugar será necesario trascender las luchas gremiales, simbólicas o reivindicativas que engloban específicamente al kirchnerismo para tomar y potenciar las de otros espacios políticos, comprendiendo que el peronismo, si bien es la variante más masiva, es solo una de las distintas manifestaciones del sentir nacional y popular que también se ha expresado por izquierdas coherentes y consecuentes con su realidad.

Por otro lado, la autocrítica cumple un rol central a la hora de no repetir los errores del pasado y comprendiendo siempre que el enemigo avanza sobre las propias falencias. Como dijo el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera: “Profundizar los procesos revolucionarios desde adentro o restauración neoliberal». La teoría del “buen burgués”, nacional y comprometido ya es una piedra con la que se tropezó.

“Ya veremos qué forma toma, por ahora se trata de una pata más de ese amplio movimiento que es el kirchnerismo”, opinó Mariano Recalde. “Una pata más”, solo eso, quizá porque lo importante siga siendo la disputa del PJ y no fomentar el protagonismo popular. Se profundiza o se retrocede. El kichnerismo tiene la oportunidad histórica de conformar una herramienta política que rompa con las estructuras tradicionales o subordinarse a una reestructuración conservadora del PJ.

Los procesos de liberación están minados por contrapoderes sistémicos de gran calibre que son capaces de articular sus propios intereses confundiéndolos con el deseo de la población. “El peronismo es más que un partido. No lo disuelven por decreto ni lo amansan por intimidación. No llamamos a ninguna aventura desesperada. Llamamos a la lucha, que comienza por esclarecer las conciencias, proclamar las verdades y hablar por los que callan cuando debería orientar a la masa”. El que no comprende esta frase de John William Cooke, algún día quizá se canse de comprar espejitos de colores.

@JuanchiVasco

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