África

29 diciembre, 2015

Un escándalo de encubrimiento en la ONU implica a Susana Malcorra

La flamante canciller, que hasta hace días ejerció como jefa de gabinete de Ban Ki-Moon, está comprometida en una investigación sobre el intento de cubrir abusos de menores en la República Centroafricana.

La flamante canciller, que hasta hace días ejerció como jefa de gabinete de Ban Ki-Moon, está comprometida en una investigación sobre el intento de cubrir abusos de menores en la República Centroafricana.

Ubicada como su nombre lo indica en la mitad exacta del continente negro, la República Centroafricana es uno de los países más desgraciados de la región más sufrida del planeta. Desde hace al menos 30 años, se encuentra en situación de guerra casi permanente. El último pico de tensión se produjo en 2013, cuando, tras un golpe de Estado, Francia invadió el territorio del país para devolver al poder al presidente depuesto.

Una vez que el país galo logró su objetivo, se conformó una misión de paz de Naciones Unidas, que en la actualidad -según la resolución del 25 de marzo de 2015- implica la presencia de más de 12 mil “cascos azules”. Los soldados provienen de más de 40 países, pero la mayoría de ellos los aportan Camerún, Bangladesh y la República Democrática del Congo.

Desde el inicio de la presencia de la Misión Multidimensional Integrada de las Naciones Unidas para la Estabillización del África Central (MINUSCA, por sus siglas en francés), las denuncias por abusos sexuales contra menores se sucedieron. A mediados de 2015, el escándalo fue tal que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, se vio obligado a reemplazar al jefe de la misión, Babacar Gaye, por Parfait Onanga-Anyanga.

Esa decisión fue el corolario de una crisis que había comenzado el 29 de abril de 2015, cuando el periódico británico The Guardian reveló las denuncias por abusos contra soldados franceses. Buena parte de la información se basaba en el testimonio de Anders Kompass, un especialista en derechos humanos sueco, funcionario de la ONU, que había sido suspendido tras alertar al gobierno francés sobre lo ocurrido.

Según la denuncia, en mayo de 2014, un niño centroafricano de 11 años declaró que un soldado francés en un campo de desplazados le ofreció comida a cambio de sexo oral, luego lo violó y le dio dinero y galletas. Un informe posterior de Unicef documentaba al menos 13 casos similares cometidos por 16 soldados de la misión de paz, 13 franceses, dos de Guinea Ecuatorial y tres de Chad, y mencionaba a otros siete como cómplices.

Ante la falta de respuesta de las autoridades de la entidad supranacional, Kompass decidió alertar al gobierno de Francia, que a fines de julio dio inicio a una investigación. Ban Ki-Moon, en tanto, no mencionó en ninguna de sus intervenciones como secretario general el tema.

Del trabajo sucio se estaba encargando su jefa de gabinete: Susana Malcorra, flamante canciller argentina. Según informó Walter Goobar en el semanario Miradas al Sur, la ex gerenta de Telecom organizó una reunión en la ciudad italiana de Turín con otros destacados miembros de las Naciones Unidas, entre ellos el Alto Comisionado para los Derechos humanos, el príncipe jordano Zeid Ra’ad Al-Hussein, que ejercía como jefe directo de Kompass. Fue él quien, dos semanas después, presentó una denuncia contra Kompass por haberle dado aviso al gobierno de François Hollande.

Rápidamente, el sueco fue suspendido con goce de sueldo y Malcorra aseguró que era “culpable de mala conducta”. La situación se judicializó y finalmente un tribunal de apelaciones ordenó a la ONU que repusiera a Kompass en su cargo, a la vez que afirmó que la decisión tomada había sido “prima facie (a primera vista) ilegal”.

Consumado el regreso a su cargo del sueco, Ban Ki-Moon procedió a apagar el incendio anunciando la conformación de un tribunal de tres jueces independientes para revisar el manejo de la situación. No los abusos de menores en la República Centroafricana, sino la respuesta posterior al interior de la ONU.

Según reveló en los últimos días la revista Foreign Policy, ese tribunal fue el que afirmó que tanto Malcorra, como Al-Hussein y otros altos funcionarios habían manejado de manera incorrecta el asunto, aunque el fallo no llegó al punto de acusarlos de abuso de autoridad.

Los jueces también concluyeron que el manejo inicial de la situación en el terreno, a cargo del jefe de la misión, el senegalés Babacar Gaye, falló. Allí el problema ya había sido resuelto en términos políticos dado que, como decíamos al inicio del artículo, Gaye debió abandonar su cargo. Fue el primero en caer en el marco de un escándalo que amenaza llevarse consigo a varios funcionarios más.

Una de ellas podría haber sido la jefa de gabinete del secretario general, si no hubiera dejado el cargo justo a tiempo: Susana Malcorra. La flamante canciller, de dilatada carrera en las empresas privadas y la diplomacia, fue presentada al país como una experta ampliamente respetada en el mundo de las relaciones internacionales. Al menos tres jueces no están de acuerdo con esa definición.

Nicolás Zyssholtz – @likasisol

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