3 diciembre, 2015
Los 5 directores técnicos del año
Aunque a la temporada del fútbol argentino aún le quedan un par de capítulos es factible exhibir el listado de los cinco entrenadores que más resaltaron en un 2015 de grandes festejos, decepciones varias y mucha intensidad.

A la temporada del fútbol argentino aún le quedan un par de capítulos. La resolución de las Liguillas Pre-Libertadores y Pre-Sudamericana, la final de la actual Copa Sudamericana que tendrá a Huracán como protagonista y, fundamentalmente, la Copa Mundial de Clubes en el cual River irá por el batacazo ante el Barcelona de Messi. Pero aún con esos episodios sin saldar es factible exhibir el listado de los cinco entrenadores que más resaltaron en un 2015 de grandes festejos, decepciones varias y mucha intensidad.
El Muñeco Libertador
Tras el gran fútbol desplegado en la primera parte del segundo semestre del 2014 y finalmente la obtención de la Copa Sudamericana al término de ese año, River arrancó el 2015 con objetivos bien altos, enfocado en un plano internacional que le había devuelto alegrías olvidadas 17 años atrás. La Recopa Sudamericana ante San Lorenzo fue el puntapié inicial para ir tras la soñada Copa Libertadores.
La primera ronda presentó serias dificultades para el millonario. Pero a partir de la siguiente, otra sería la historia. El ordenamiento de los clasificados configuró un superclásico tempranero. Boca había ganado sus seis partidos y River entrado por la ventana como el peor segundo. Un triunfo apretado con un penal de Carlos Sánchez en el Monumental y 45 minutos de igualdad en la Bombonera en una de las noches más escandalosas del fútbol sudamericano en mucho tiempo metieron -quizás sorpresivamente- a River en cuartos.
Panadero y decisión de la Conmebol mediantes, los de Gallardo ganaron la batalla necesaria para situarse como el gran candidato para lo que quedaba: Cruzeiro, Guaraní de Paraguay y Tigres llevaron a los de Núñez a la gloria. Luego de 19 años, River volvió a levantar la Libertadores. Fue la tercera de su historia y el gran héroe de esa gesta estuvo en el banco: Marcelo Gallardo, el hombre que se puso el traje para devolver a River a un sitial de privilegio.
El Vasco que terminó sonriendo
Rodolfo Arruabarrena asumió el máximo desafío de su corta vida como entrenador en agosto de 2014. Tras el deficitario tercer ciclo de Carlos Bianchi, la dirigencia xeneize confió en él para hacerse cargo de un equipo que no daba pie con bola. Esos cuatro meses encarnaron cierta resurrección, más allá de la caída ante River en semifinales de la Sudamericana. El 2015 arrancó con la obligación de ser campeón sí o sí.
Hasta mayo al club de la Ribera le salió todo absolutamente bien. Le ganó a River en el verano dos veces, se metió en la Libertadores al vencer a Vélez y tanto en el torneo local como en la propia Copa las victorias se sucedían una tras otra. El encuentro del torneo ante los millonarios que terminó 2 a 0 a favor de Boca fue la última alegría de ese período arrollador.
El partido de octavos de final ante River marcó un antes y un después para el DT. Por un lado lo dejó expuesto en cuanto a varias malas decisiones tácticas y por otro lo colocó sin ningún margen hacia adelante respecto a la obligación de campeonar.
El retorno de Tevez, la consolidación de la defensa, la inclusión de Lodeiro en el 11 titular y la dosis de carácter necesaria en los momentos clave provocaron ese doblete impensado de Torneo Largo y Copa Argentina que le abrió el crédito hacia 2016. Con momentos muy olvidables pero a su vez números infernales, Arruabarrena consiguió éxitos que no deben minimizarse y, aún sin unanimidad en la tribuna, seguramente se sentará en el banco el año que viene para ir por más.
La revelación Chacho
Rosario Central fue claramente la revelación de este 2015. Aún con el sabor amargo que le implicó quedarse sin ningún título (fue 3° en el torneo local y subcampeón en la Copa Argentina donde fue claramente perjudicado en la instancia decisiva), los canallas demostraron un gran protagonismo a la par de los equipos grandes aunque con menos recursos.
Eduardo Coudet, ídolo como jugador, se calzó el buzo de DT en el inicio del año, dando su primer paso en esa tarea detrás de la línea de cal. Su imagen dentro de la cancha no parecía presagiar lo que se vio fuera de ella. Aún con su esencia inalterable, el Chacho expuso contagio, convicción y entusiasmo a un mix de jugadores que combinaron las dosis exactas de juventud y experiencia. Creó un Central a imagen y semejanza de su prédica.
El 2016 tendrá la Libertadores por delante. Con el objetivo de retener a Marco Ruben, el hombre-gol del fútbol argentino y mantener la base que lo llevó a los primeros planos, Coudet irá por la consagración, aunque ya es probable que tenga el cielo ganado entre los hinchas auriazules.
La montaña rusa de Eduardo Domínguez
El Huracán de Néstor Apuzzo le había dejado la vara muy alta al ex capitán del equipo que cambió, de un instante a otro, los cortos por el buzo de entrenador. Con Apuzzo, los de Parque Patricios escribieron páginas muy importantes en la historia del club. Volvieron angustiosamente a Primera en el torneo de los diez ascensos y al mismo tiempo lograron la Copa Argentina -¡41 años sin títulos!- al vencer por penales a Rosario Central la noche en que Marcos Díaz se convirtió en héroe eterno. En este 2015 jugó además la Copa Libertadores y la yapa fue la Supercopa Argentina que le ganó a River en abril.
El asunto es que mientras algunos importantes logros se sucedían Huracán penaba en el torneo local y estaba más cerca de volver a la B que de aspirar a tener protagonismo arriba. En ese marco Apuzzo decidió bajarse del barco en agosto y el que se subió fue Eduardo Domínguez, el defensor-capitán.
En el medio una complicación que sería estímulo: la Copa Sudamericana. ¿Cómo darle bola a esa competencia cuando la soga apretaba el cuello y el descenso era una amenaza concreta? Sin embargo los triunfos empezaron a sucederse en los dos planos, aunque el torneo seguía costando más. Y así llegó Huracán a la final y amenazado por el promedio hasta la última fecha. Los movimientos salieron todos bien y Domínguez está a punto de construir más gloria para un Globo que es capaz de pasar del éxtasis a la agonía (y viceversa) en un abrir y cerrar de ojos.
El milagro chileno
La yapa de este listado se la lleva Jorge Sampaoli. No dirigió en el plano local pero su logro fue mayúsculo. De la mano de un grupo de jugadores que constituye la mejor generación de su historia, Chile levantó su primera Copa América con él como entrenador. Apoyándose en el legado de Marcelo Bielsa, el oriundo de Casilda profundizó el trabajo realizado y le agregó pequeños detalles que llevaron al éxito.
Estuvo a punto de derribar a Brasil en el Mundial 2014 en aquel recordado encuentro de octavos de final pero los penales le dieron una vida más a los locales. Luego toleró la presión de su propia localía que le exigía la consagración y arribó a una final en la que los doce pasos esta vez le guiñaron el ojo y se transformaron en la conquista más preciada del país trasandino.
A principios de enero sabrá además si se lleva el premio al mejor entrenador del año en la disputa que tendrá con dos pesos pesados: Luis Enrique y Pep Guardiola.
Sebastián Tafuro – @tafurel
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