Medio Oriente

25 noviembre, 2015

Turquía derribó un avión ruso en Siria

Durante la mañana del martes, una aeronave militar rusa operando en espacio aéreo sirio fue derribada por aviones de la fuerza aérea turca. El suceso fue descripto por el presidente ruso, Vladimir Putin, como “una puñalada por la espalda dada por los cómplices del terrorismo”, refiriéndose así al gobierno de Ankara encabezado por el presidente Recep Tayyip Erdogan.

Cuando la fase de desencuentros y confrontaciones entre Occidente y Rusia, iniciada tras la crisis ucraniana (el momento más tenso en las relaciones internacionales desde el fin de la Guerra Fría), parecía haber comenzado a distenderse, los círculos políticos y militares internacionales se vieron conmocionados por un hecho de escalas poco antes vistas.

Durante la mañana del martes, una aeronave militar rusa operando en espacio aéreo sirio fue derribada por aviones de la fuerza aérea turca. El suceso fue descripto por el presidente ruso, Vladimir Putin, como “una puñalada por la espalda dada por los cómplices del terrorismo”, refiriéndose así al gobierno de Ankara encabezado por el presidente Recep Tayyip Erdogan.

Anteriormente, en la cumbre del G-20, afirmó que había entre los miembros de la conferencia Estados que se beneficiaban de las acciones del Estado Islámico y le proporcionaban apoyo económico, denuncia que hoy parece haber aclarado.

Jugar con fuego

La versión oficial dada por el gobierno turco afirma que sus fuerzas respondieron a las reiteradas violaciones de su espacio aéreo por parte de la aeronave rusa, tras lo cual esta fue interceptada por misiles disparados desde un avión F-16. Poco después obtuvieron difusión masiva las imágenes grabadas en video por milicianos del Frente Al Nusra (la rama siria de Al Qaeda que forma parte de una de las coaliciones insurgentes que combaten al gobierno local) donde muestran el cuerpo de uno de los pilotos, abatido mientras descendía a tierra.

El destino del copiloto aun se desconoce, pero una operación de rescate iniciada por las fuerzas rusas estacionadas en la provincia siria de Latakia se vio interrumpida después de que uno de los helicópteros fuera interceptado por grupos rebeldes, resultando en la muerte de un infante de marina ruso. Para ello los insurgentes se sirvieron de misiles teledirigidos de fabricación estadounidense, proporcionados por uno de los múltiples programas de asistencia a la oposición armada que EEUU ejecuta en coordinación con sus socios regionales. Estas se convierten así en las primeras bajas que sufren las fuerzas rusas que operan en apoyo al gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, desde el inicio de sus operaciones en septiembre.

Además, supone un hecho sin precedentes que amenaza con romper las relaciones entre Moscú y Ankara. Lejos de la animosidad mostrada por Occidente en los últimos años, Turquía adoptó un acercamiento pragmático hacia el gigante ruso, movido por intereses comunes ligados al intercambio comercial y energético. Turquía era el socio potencial para un gigantesco proyecto de infraestructura con el que Rusia busca crear una ruta alternativa que evite la conflictiva Ucrania, levantando un gasoducto que conecte las reservas del Mar Caspio y llegue hacia Europa teniendo al territorio turco como puente natural, representando una situación de ganar-ganar para ambas partes. Todo ello queda en entredicho y pueden convertirse en una carta que el Kremlin puede jugar a la hora de asentar sus intereses.

El temblor y sus réplicas

Mientras el Ministerio de Exterior ruso suspendió una visita programada a Turquía, esta última pidió una reunión de urgencia a los Estados miembros de la OTAN para evaluar la situación. El presidente estadounidense, Barack Obama, respaldó la posición turca, pese a que esto pone en jaque los recientes intentos de conciliar un piso común para abordar la lucha contra el Estado Islámico.

Los matices entre los miembros de la OTAN y sus socios regionales acerca de cómo abordar la crítica situación política y militar en Medio Oriente se han acentuado en los últimos meses, en especial tras la sensible presión de la opinión pública después de los atentados en Paris.

Francia, que hace días ha desplegado al portaaviones Charles De Gaulle en el Mediterráneo oriental en vistas de acrecentar su acción en Siria, dio un primer gesto conciliador con Rusia. El presidente francés, François Hollande, declaró su apoyo a abrir el juego a la posible participación de Rusia dentro de la coalición internacional que bombardea las posiciones del Estado Islámico en Irak y Siria.

Hasta ahora Rusia viene coordinando por separado sus esfuerzos con los gobierno de Irak, Irán y Siria, proveyendo armamento, apoyo aéreo e información satelital y de inteligencia. Rusia también sostiene la necesidad de incluir al actual gobierno presidido por el presidente Bashar al Assad dentro de un marco de transición para cualquier salida del conflicto que hace más de cuatro años asola Siria, posición resistida férreamente por EEUU y sus aliados, especialmente Turquía y Arabia Saudita.

Mientras tanto, Turquía debe lidiar con el conflicto potencial que contienen las simpatías, minoritarias pero reales, que despierta el Estado Islámico entre algunos sectores de su población. Este hecho se acrecienta por la pasividad con la que el Estado turco ha abordado el crecimiento y accionar terrorista del grupo.

A los ojos de sus mandos políticos y militares, la expansión y consolidación del EI es vista como un factor positivo siempre y cuando sea a costa de sus rivales, tanto internos como externos. En el primer lugar, se hayan las organizaciones kurdas (cuyo reclamo es percibido como una amenaza a la propia integridad institucional y territorial de Turquía) y sus simpatizantes dentro de la oposición al gobierno del AKP. El segundo lugar lo ocupa el gobierno sirio de Bashar al Assad y su principal socio regional, la República Islámica de Irán, cuya influencia busca ser reducida con el consentimiento occidental.

Con ello, Siria guarda el potencial de convertirse en terreno donde saldar gran parte de las disputas regionales e internacionales y sentar así un consenso entre los actores involucrados que permita estabilizar la región. Sin embargo, hechos como este expresan la facilidad con la que los conflictos pueden trascender fronteras y adquirir dimensiones aún mayores.

Julián Aguirre – @julianlomje

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