Batalla de Ideas

24 noviembre, 2015

El ballotage visto desde Venezuela

Por Ulises Bosia, desde Caracas. Vivir el ballotage a la distancia permite apreciar el sentimiento latinoamericano que vive en el pueblo venezolano y sentir en carne propia la existencia de la Patria Grande. La teoría del fin de ciclo continental y la obstinada persistencia de las revoluciones.

Por Ulises Bosia, desde Caracas. Vivir el ballotage a la distancia permite apreciar el sentimiento latinoamericano que vive en el pueblo venezolano y sentir en carne propia la existencia de la Patria Grande. La teoría del fin de ciclo continental y la obstinada persistencia de las revoluciones.

Quizás lo más excepcional de la realidad latinoamericana de este siglo XXI hayan sido los niveles de integración continental logrados -que en perspectiva histórica no encuentran antecedentes- y que hoy están en jaque ante la contraofensiva norteamericana. No solamente la integración de las estructuras políticas sino por sobre todo la construcción de una conciencia americana en los pueblos, que en el caso venezolano no deja de ser sorprendente para un observador argentino.

A poco de llegar se hace evidente que son personas de a pie -hombres y sobre todo mujeres del común- las protagonistas de la Revolución Bolivariana, ese huracán social desatado por el liderazgo de Hugo Chávez, cuya mirada se encuentra pintada en edificios y muros de Caracas.

Su recuerdo brota incesantemente en la memoria, las palabras y las lágrimas de este bravo pueblo que continúa llorando al comandante eterno, procesando lo que significó su vida, buscando su inspiración para estar a la altura de continuar la tarea que él no pudo concluir. Chávez vive y se hizo pueblo -se repite-, se convirtió en millones.

Si en algo es evidente su herencia es en la construcción de una conciencia latinoamericana, de un sentido americano sobre el que descansa una forma de ver el mundo desde nuestro continente, de un pueblo que se piensa a sí mismo siguiendo la máxima de Simón Bolívar: “La patria es América”.

Es que no se trata solamente del discurso de militantes y dirigentes políticos del chavismo, en los que de todas formas vale la pena resaltar la valoración de las cuestiones geopolíticas y la conciencia de que se juega una pelea continental y mundial, a niveles que son infrecuentes en la Argentina.

El ballotage se vivió aquí como una pelea propia por millones. La gente por la calle pregunta, opina, discute, formula hipótesis de por qué perdió Scioli, se alarma y busca la forma de aprender de la experiencia, da mensajes de aliento. El debate de los candidatos, por caso, se siguió en vivo por Telesur y las palabras de Macri respecto de proponer la expulsión de Venezuela del Mercosur causaron furia y reprobación.

Pero no se trata únicamente de saber que las noticias de nuestro país los afectarán a ellos, sino de haber construido un nosotros latinoamericano; de haber comprendido que detrás de Macri está el imperialismo norteamericano, el mismo enemigo; de sentir y pensar que los destinos de los pueblos latinoamericanos están entrecruzados.

Estas personas asumen que el triunfo de Macri afectará la política interna venezolana, que se prepara para las elecciones legislativas del 6 de diciembre, como dejaron en claro las imágenes de la esposa del opositor Leopoldo López en el bunker de campaña de Cambiemos, así como las felicitaciones del símil venezolano de Macri, Henrique Capriles. De paso, vale la pena tomar nota de que también la derecha asumió al ballotage como una contienda propia.

¿Fin de ciclo continental?

Si los años noventa encontraron a nuestros países en un mismo presente de sumisión a los Estados Unidos y el siglo XXI estuvo marcado por la integración continental, distintos observadores analizan las consecuencias políticas del fallecimiento de Hugo Chávez, la crisis política en Brasil, las dificultades económicas regionales debidas a la baja del precio internacional de nuestros principales productos de exportación y la derrota del Frente para la Victoria como indicios de una nueva etapa política regresiva en nuestro continente.

Las elecciones venezolanas del 6 de diciembre cobran una mayor trascendencia regional en este marco, y su resultado puede fortalecer esta lectura en caso de un triunfo de la oposición o ponerle un límite, en el caso de un triunfo chavista.

Pero el análisis de las tendencias puede llevar a subestimar la capacidad de resistencia de los pueblos, en aras de dar rienda suelta a los deseos de los propios analistas. ¿Qué otra explicación puede encontrarse de la supervivencia de la Revolución Cubana atravesando las penurias del periodo especial, tras la caída de la Unión Soviética, el descrédito del socialismo y la llegada del Consenso de Washington? ¿Quién hubiera previsto que hace casi 200 años, en medio del avance de las tropas realistas hasta recuperar el control de casi todo el continente y la creación de la Santa Alianza en Europa, las Provincias Unidas del Sur conseguirían declarar la independencia e iniciar un camino de liberación?

Las crisis son momentos difíciles pero también abren oportunidades de ir más allá. Mucho dependerá de la conducción de los procesos políticos nucleados en el ALBA -Bolivia, Ecuador, Venezuela y Cuba, principalmente-.

¿Cuál será su lectura de los retrocesos brasileño y argentino? En el primer caso, lejos de garantizar la gobernabilidad, las concesiones de Dilma Rousseff al establishment local provocaron su determinación de ir por más y amenazar con su destitución, debilitada por la pérdida de apoyo de sus propios votantes, desilusionados por sus políticas de ajuste.

En el segundo caso la elección de un “moderado” como sucesor de Cristina, calculando que así se podría ampliar la base electoral, resultó un fiasco. Dio lugar a un candidato derechista con un mensaje confuso que nunca pudo definirse por la continuidad o el cambio, en el que ni los propios simpatizantes y militantes kirchneristas se sentían representados.

Las direcciones políticas de los procesos más avanzados se encuentran frente al dilema de cómo actuar ante las dificultades. El fracaso de las políticas de concesiones en Argentina y Brasil pueden ayudar a buscar inspiración en los mejores ejemplos de lucha de la historia de nuestro continente para convertir al momento político en una oportunidad.

La historia es un torbellino de resultados inciertos. Antes que en pronósticos y análisis es preferible situarse en el campo de batalla de los pueblos, para ver la historia como la ven quienes dan pelea hasta el final, aún frente a las mayores adversidades. Y en ocasiones triunfan.

@ulibosia

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