12 noviembre, 2015
“Las cosechas son ajenas” se presentó en la Biblioteca Nacional
Entre cuadros de Pablo Bernasconi y copas esperando un brindis, el anochecer del martes encontró a la Sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional alojando la primera presentación en Buenos Aires de Las Cosechas son Ajenas. Historia de los trabajadores rurales detrás del agronegocio, el último libro de Juan Manuel Villulla publicado por Editorial Cienflores.

Entre cuadros de Pablo Bernasconi y copas esperando un brindis, el anochecer del martes encontró a la Sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional alojando la primera presentación en Buenos Aires de Las Cosechas son Ajenas. Historia de los trabajadores rurales detrás del agronegocio, el último libro de Juan Manuel Villulla publicado por Editorial Cienflores.
Tema poco familiar en el paisaje hiper-urbano de la capital argentina, pero también tabú en el interior pampeano, la cuestión de los trabajadores agrícolas es el secreto mejor guardado del boom sojero. Según Villulla, existe una visión dominante en la academia y los medios masivos de comunicación que atribuye el éxito económico y productivo de la agricultura pampeana «a los altos precios internacionales -que ya bajaron-; a una tecnología que de cualquier manera no se creó en el campo; o a ideas ‘brillantes’ de empresarios como Grobocopatel o Alvarado alrededor de cómo organizar sus negocios».
De acuerdo al autor, «habría que, en primer lugar, repensar la idea de ‘éxito’ que proponen estos sectores». Pero además, Villulla plantea que «esa visión opera una asociación discursiva entre el bienestar de la sociedad y los intereses empresarios, negando el papel del trabajo y los trabajadores», y ocultando dos grandes cuestiones indispensables para comprender y transformar este modelo agropecuario.
Por un lado, que «el campo’ no existe como un ente homogéneo o armónico, apenas perturbado por injerencias estatales externas, sino que contiene en su propio interior todo tipo de asimetrías y contradicciones entre distintos actores sociales, que configuran ganadores y perdedores con demandas potencialmente distintas». Y por otro, que en la base de esta estructura social, «existen miles de trabajadores asalariados invisibilizados, que realizan el 80% del trabajo que explica las cosechas récord y no capturan más del 1,5% de la facturación total». «En una palabra», plantea el autor de Las cosechas son ajenas…, «en ese campo, no hay sólo ‘productores’ independientes ni mucho menos prósperos, sino que ante todo hay miles de trabajadores explotados, en relación de dependencia, que alimentan las rentas y ganancias de la cúpula de capitales que concentran el 80% de la producción”.
De la presentación en el icónico edificio diseñado por Clorindo Testa participó también Eduardo Azcuy Ameghino, director del Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios, quien se refirió a la problemática obrera rural como una de las cinco dimensiones que componen nuestra cuestión agraria. “Siempre en el marco de la dependencia del capitalismo argentino, las otras cuatro dimensiones son la gran propiedad territorial y la disputa por la renta; la desaparición por oleadas de los pequeños y medianos productores familiares; los campesinos y originarios desplazados por la expansión de la frontera agrícola; y la agresión sistemática a los bienes comunes y el medio ambiente”.
En relación a la obra de Villulla, la historiadora e investigadora del CONICET Silvia Lázzaro destacó que ofrece una visión integral de la historia de estos trabajadores “invisibles”, que abarca tanto las transformaciones técnicas implementadas por el capital, como los procesos políticos y sociales que derivaron en este reparto tan asimétrico. Entre ellos destacó el importante rol de la dictadura de 1976 -con sus secuelas de persecución y desarticulación del movimiento obrero rural en las pampas-; «una legislación que barrió con todos los derechos conquistados en el siglo XX; y la posterior integración de los líderes sindicales al neoliberalismo durante los años ’90, que privó a los trabajadores de herramientas de organización para revertir su situación y enfrentar la cerrada negativa patronal a rediscutir sus condiciones laborales».
Por último, Villulla destacó que aún en un marco tan desfavorable, existieron y existen variadas formas de resistencia silenciosa de los obreros: “Donde hay explotación y opresión, hay resistencia». «Pero muchas veces», dijo, «para preservarse, las resistencias hablan bajito. Y hay que acercarse a lo profundo para escucharlas y aprender a leerlas. Están llenas de ‘impurezas’ y no siempre respetan los cánones clásicos del sindicalismo urbano». Y concluye: «Pero existen, y representan la materia prima de una voluntad de cambio de un sector de trabajadores sin cuyo protagonismo es difícil pensar seriamente en un proyecto transformador para el agro y la Argentina”.
La noche cayó sobre la Biblioteca Nacional y las copas finalmente tuvieron su brindis, mientras vibraba en las conversaciones de los asistentes la insistente invitación a la acción con que nos interpela Las Cosechas son Ajenas.
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.