Batalla de Ideas

30 octubre, 2015

Va tomando forma el escenario

Por Ulises Bosia. Pasaron cuatro días de los inesperados resultados de las elecciones presidenciales y los principales sectores políticos empezaron a delinear sus estrategias para el ballotage. La reaparición pública de la presidenta como dato sobresaliente.

Por Ulises Bosia. Pasaron cuatro días de los inesperados resultados de las elecciones presidenciales y los principales sectores políticos empezaron a delinear sus estrategias para el ballotage. La reaparición pública de la presidenta como dato sobresaliente.

Por primera vez en la historia argentina nos aproximamos a una definición presidencial mediante ballotage, por lo que no contamos con referencias fuertes para comparar la situación. Pero poco a poco tanto el Frente para la Victoria (FPV) como el PRO-Cambiemos ya mostraron las primeras trazas de su estrategia, lo mismo que el massismo.

Una doble campaña

A pesar de haber ganado las elecciones presidenciales, el FPV quedó duramente golpeado por los resultados -especialmente en la provincia de Buenos Aires-, lo que generó un fuerte clima de incertidumbre, acusaciones cruzadas y desorientación. La distinción entre el kirchnerismo y el sciolismo –que operaba tácitamente antes de las elecciones-, con los resultados puestos dio lugar a una distancia visible, ilustrada en los búnkers separados de Daniel Scioli y Aníbal Fernández del fatídico 25 de octubre.

Los resultados dejaron en claro la compleja encrucijada en la que se encuentra la campaña de Scioli: debe tomar distancia del kirchnerismo para atraer a los votantes de Massa y a otros opositores, pero al mismo tiempo debe hacerse fuerte en las conquistas ganadas durante los gobiernos kirchneristas para polarizar con Macri. En otras palabras, debe plantearse en una posición de continuidad, pero al mismo tiempo ofrecer sobre todo cambio.

Entre la reaparición de Cristina y la de Scioli el día jueves, poco a poco empieza a quedar claro que la resolución encontrada es desplegar una doble campaña, por vías relativamente independientes, buscando una polarización en términos más duros alrededor de la idea de que se plebiscitan dos proyectos de país.

Cristina haciendo hincapié en la defensa de los derechos ganados y movilizando a la militancia juvenil. Por más que quisiera, Scioli no está en condiciones de motivar a la militancia, armarla con una línea de trabajo y disciplinarla en función del triunfo, porque la posición de liderazgo político de la presidenta no se consigue por tener un lugar en la boleta, sino a través de años de conducción.

Scioli abriendo el juego y acercando sus propuestas a las demandas de los votantes opositores, especialmente a los que se identifican con el peronismo. Trabajando con los gobernadores del PJ, mostrándose federal, acercándose a los dirigentes sindicales, recorriendo el país y los medios de comunicación, mostrando con él a un puñado de intendentes bonaerenses jóvenes que ganaron o revalidaron sus títulos el último domingo.

Es decir que se trata de un intento de acuerdo entre kirchnerismo y sciolismo, al menos hasta el 22 de noviembre. Pero a poco de empezar ya quedó claro que no faltarán los roces y contradicciones: en el mismo día en que Scioli prometió cumplir con la demanda del 82% móvil para las jubilaciones, la presidenta reivindicó en su discurso su veto a la misma ley porque “no le miente a la gente”.

PRO-Cambiemos

Macri por su parte, aspira a instalar la idea de que el 25 de octubre se expresó la voluntad ciudadana de “cambio”, y que ese fue el inicio de una ola incontenible que lo llevará a la presidencia, ubicando a Scioli como la continuidad de lo mismo. Lógicamente, el inesperado triunfo en la provincia de Buenos Aires sostiene esa estrategia, que depende de la medida en que Scioli pueda mostrarse también como un cambio.

Por otra parte, atento a la idea de que la forma en que queden configurado los campos políticos en el sentido común es determinante para el resultado final, profundizó la asociación entre “el cambio” y valores positivos como la esperanza y el optimismo. Por eso afirmó que comenzó la “revolución de la alegría”. Si consigue instalar -con la ayuda inestimable de los medios opositores- que de su lado están la alegría y el diálogo mientras que del lado del FPV quedan la confrontación y el odio, tendrá allanada una parte del camino a la presidencia.

Todavía no bajó la espuma triunfal de los resultados del domingo. Es claro que Macri mantiene serias chances de ganar la elección, pero todavía falta mucho y deberá sostener esa posición y entrar en el mérito concreto de sus propuestas.

Todos los exponentes de la nueva derecha latinoamericana –el venezolano Capriles, el brasileño Neves, entre otros– le enviaron felicitaciones, con la esperanza de que logre ser el primero de su estirpe que consiga ganar las elecciones. Pero está por verse si no termina reproduciendo su mismo destino de fracaso.

El massismo

Finalmente, Massa resultó uno de los ganadores de la primera vuelta y su 21% de votos es el tesoro más preciado tanto para Macri como para Scioli. Frente a esta situación, y con la cabeza puesta en la nueva etapa política que se abrirá post 22 de noviembre, el líder del Frente Renovador está atento a que por un lado jugará un papel clave en los equilibrios de un Congreso sin mayorías automáticas y por otro lado buscará hacer pie en la pelea por el liderazgo justicialista.

En este sentido, su objetivo principal es construir la lectura de que la principal derrotada de la elección fue Cristina -todavía la figura más fuerte del peronismo- mediante la instalación de que la sociedad argentina eligió mayoritariamente por el “cambio”. En este punto coincide con la lectura que impulsa el macrismo, como el propio Massa se encargó de aclarar.

Sin embargo, al menos hasta los días definitorios, difícilmente rompa la ambigüedad en la que se movió durante esta semana, que le permite estar en el centro del debate público y negociar desde un punto de fuerza, y continúe permitiendo que los integrantes de su espacio político se dividan entre quienes van a votar a Macri y quienes se sienten más cercanos a Scioli. Estos últimos además juegan el papel de condicionar la campaña de Scioli, buscando que tome la mayor distancia posible del kirchnerismo, es decir que acentúe la idea del cambio por sobre la continuidad.

Queda así configurada una situación política abierta y altamente preocupante, en la que las variantes del “cambio” parecen ser el engañoso nombre que adoptó la idea del fin de ciclo.

@ulibosia

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