24 septiembre, 2015

Reasumió el presidente de Burkina Faso pero la incertidumbre continúa

Michel Kafando retomó su cargo una semana después de un golpe de Estado liderado por la guardia presidencial. Con masivas manifestaciones y la presencia de líderes africanos como mediadores, las negociaciones con los rebeldes todavía no están cerradas.

El presidente interino de Burkina Faso, Michel Kafando, retomó el poder el 23 de septiembre, luego de ser derrocado por un golpe de estado llevado a cabo por el Regimiento de Seguridad Presidencial (RSP) una semana antes. De esta manera, el país africano retoma el proceso de democratización que había comenzado en 2014, tras la caída del anterior presidente Blaise Compaoré.

La reasunción de Kafando se da un día después de que tres unidades del ejército, leales a él, se apostaran en los ingresos a la capital, Uagadugú. También habían arribado a la ciudad los líderes de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (ECOWAS, acrónimo en inglés), para garantizar una resolución pacífica del conflicto.

Durante la semana en que los golpistas se mantuvieron en el poder se produjeron masivas protestas en la capital y otras ciudades del país, que fueron duramente reprimidas por miembros del RSP y finalizaron con un saldo de diez muertos y al menos cien heridos.

“Sabíamos que el pueblo no estaba a favor, por eso nos rendimos”, aseguró el líder de los golpistas, general Gilbert Diendéré quién asumió la “total responsabilidad” por el hecho y afirmó que no teme “enfrentar a la justicia”.

La guardia presidencial burkinabé es un cuerpo de élite formado por unos 1200 efectivos, mejor entrenados y equipados que el ejército regular, que fue creado en 1995 por Blaise Compaoré. Sus miembros se mantienen fieles al líder derrocado, que cayó en 2014 luego de gobernar el país durante 27 años, tras una serie de protestas contra los intentos de reformar la Constitución para continuar en el gobierno.

Fue justamente la decisión del gobierno interino de prohibir a los implicados en aquel intento de reformar presentarse a las próximas elecciones -previstas para el 11 de octubre-, la que derivó en el golpe de Estado. Sin embargo, detrás de esto aparece el temor de los miembros del RSP a que el gobierno surgido de los nuevos comicios decida disolver este cuerpo o integrarlo a las fuerzas armadas.

Futuro incierto

La reasunción de Kafando es un duro retroceso para las aspiraciones de los partidarios de Compaoré de retornar al poder. Sin embargo, el conflicto está lejos de ser resuelto. Hasta ahora, el acuerdo con los líderes golpistas se limita a una tregua y las negociaciones para una paz definitiva, llevadas a cabo con la mediación de la ECOWAS, todavía continúan.

El nudo principal en las discusiones es si los miembros del Congreso por la Democracia y el Progreso (CDP), partido del expresidente, podrán participar en las próximas elecciones. El rechazo popular a este espacio es masivo, pero persiste el temor a la maquinaria política que se mantuvo funcionando en el país durante casi tres décadas y que podría orquestar un nuevo fraude.

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La posibilidad de una amnistía a los líderes golpistas, así como el cierre de cualquier tipo de investigación contra Compaoré y los integrantes de su gobierno, es otro motivo de debate. Los manifestantes que se reunieron frente al palacio presidencial para la reasunción de Kafando agitaban el “no a la amnistía de los asesinos” como una de sus principales consignas.

Detrás de estos tópicos de carácter político subyace la idea de la disolución de la guardia presidencial. La opción más potable sería su inserción en el ejército; sin embargo, desde 1995 ambos cuerpos armados mantuvieron una rivalidad que, en la última semana, estuvo a punto de derivar en una guerra civil.

Protagonismo popular

Si bien la intervención del ejército y de los líderes del África Occidental fueron determinantes para el fracaso del golpe de Estado, el rechazo a la guardia presidencial se reflejó inicialmente en las masivas protestas en las calles de Uagadugú. El movimiento Le Balai Citoyen (“La escoba ciudadana”), liderado por el cantante de reggae Karim Sama y el rapero Serge Bambara, fue fundamental en las manifestaciones de 2014 y volvió a serlo ahora, en la defensa del proceso de transición democrática.

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Balai reivindica los ideales de Thomas Sankara, líder revolucionario del país entre 1983 y 1987, cuando fue derrocado y asesinado por Compaoré. Sankara rechazó la corrupción y trabajó para eliminarla del Estado burkinabé; de hecho, cambió el nombre del país, que en ese entonces se llamaba Alto Volta, por el actual, que significa “tierra de los hombres íntegros”.

Algunas de sus medidas más trascendentes fueron el rechazo al pago de la deuda externa, la reducción de todos los sueldos de los empleados públicos, una profunda reforma agraria que logró sacar al país de la hambruna y el inicio de un proceso de reforestación que intentó frenar el avance de la desertificación del territorio burkinabé, situación que hoy se convirtió en irreversible.

”Estamos orgullosos de la movilización y valentía del pueblo de Burkina Faso, en particular de los jóvenes, cuya determinación logró detener el golpe”, aseguró Kafando luego de reasumir la presidencia.

La derrota del golpe de Estado es, entonces, una victoria popular que se encadena con la conseguida hace un año, tras la caída de Compaoré. La continuidad de este triunfo, sin embargo continúa siendo incierta, pero renace la esperanza de que Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo, retome el camino que abandonó en 1987.

Nicolás Zyssholtz – @likasisol

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