Derechos Humanos

17 septiembre, 2015

«Los organismos de DDHH son más importantes que la Justicia misma»

El viernes 18 de septiembre se cumplirán nueve años de la desaparición de Jorge Julio López, testigo clave en una de las causas por delitos de lesa humanidad cometidas durante la última dictadura. El análisis del juez Federal del Tribunal Oral Nro. 1 de La Plata, Carlos Rozanski.

El viernes 18 de septiembre se cumplirán nueve años de la desaparición de Jorge Julio López, testigo clave en una de las causas por delitos de lesa humanidad cometidas durante la última dictadura.

El juez Federal del Tribunal Oral Nro. 1 de La Plata, Carlos Rozanski, quien participó en el juicio que condenó a perpetua al represor Miguel Echecolatz y del que López era testigo, dialogó con Radionauta FM 106.3 sobre este aniversario y el rol de las fuerzas de seguridad.

– ¿Por qué creés que sucedió la desaparición de Jorge Julio López el 18 de septiembre de 2006? ¿Qué motivos llevaron a perpetrar un crímen de estas características?

– Esta tragedia se produce en el mismo momento que comienza una etapa contra la impunidad. Realmente es paradojal que se de en el momento de iniciar una lucha efectiva contra la impunidad a partir de juicios como los que se están llevando a cabo.

Un acto de esta naturaleza, a mi entender, no es casual ni que quede impune ni que haya sucedido en ese momento. A veces cuando uno mira las cosas a la distancia las puede ver en perspectiva. Por ahí quiénes hicieron esto creyeron que de esta forma iban a parar un proceso histórico, cosa que no sucedió más allá de la tragedia personal.

– A partir de tu análisis se desprende que sigue operando un aparato represivo en las sombras del que incluso vos fuiste víctima de amenazas.

– Sin duda, hasta el día de hoy eso sigue existiendo. Lo que sucede es que, en ningún país del mundo es pensable que, cuando se produce un proceso de terrorismo de Estado, genocida, por arte de magia cuando se restablece la democracia (si es que sucede) va a desaparecer el aparato que cometió esos crímenes. Eso es utópico.

Si puede analizarse qué se hace con eso. Eso no desaparece en dos días, no se desintegra, pero si se puede ir reduciendo -como creo que ha ido sucediendo en el país- a su mínima expresión, aunque quede algún espacio que es el que permitió (en teoría, porque no sabemos exactamente quienes fueron responsables) la desaparición de Jorge Julio López.

– ¿Cuál considerás que ha sido el rol de las organizaciones sociales y de derechos humanos que han mantenido presente la causa a lo largo de todos estos años?

– Creo que esas organizaciones son más importantes que la Justicia misma. No quiero decir más importantes que el resultado de la justicia actuando contra la impunidad, si no que hablo de la Justicia como institución.

Eso es evidente mal que le pese a muchos aceptarlo porque lo que lograron los organismos de derechos humanos, no lo han logrado las instituciones del Estado en 30 años. Quiere decir que es inevitable pensar y hay que aceptar que esa lucha ha tenido mucho más efecto que la que desde el propio Estado se generó cuando se recuperó la democracia en 1983.

Tanto que, se recuperó la democracia, se hizo un juicio que parecía que iba a cambiar la historia y -a mi entender y mal que se ofendan muchos- no la cambió. Porque poco tiempo después dos leyes de impunidad y los indultos borraron con el codo lo que se había escrito allí.

– Hablábamos del rol de las fuerzas de seguridad y los resabios del aparato represivo y queríamos preguntarte por la situación actual. Estamos viviendo en una época donde la policía toma cada vez más presencia en las calles, la aparición de las policías comunales que se han visto implicadas ya en casos de gatillo fácil ¿qué visión tenés vos respecto a que en materia de seguridad la apuesta sea la mayor presencia de efectivos de seguridad?

– Es un tema muy complejo, sumamente conflictivo y además contradictorio. Si nosotros tenemos una necesidad y estamos en riesgo llamamos a la policía. Es impensable una sociedad que no tenga algún tipo de cuerpo de seguridad. Lo que hay que definir es el perfil ideológico de ese cuerpo de seguridad.

Indudablemente, como decía antes, todos los países que han vivido procesos de terrorismo de Estado tienen una marca muy fuerte, cultural, en esas fuerzas de seguridad. Es muy difícil borrar la formación de una policía en la que hace 40 años atrás la tortura era parte normal de su desempeño.

En ese sentido hubo una gran evolución porque actualmente se dictan cursos de derechos humanos, etcétera, pero no alcanzan. Es lo mismo que con la Justicia ¿cómo la mejoramos? definamos que perfil de juez queremos. En este caso definamos que perfil de policía queremos.

– ¿Considerás que existe este debate actualmente? ¿En algún espacio se discute el perfil ideológico y formativo de la policía?

– Es una deuda, no tengo dudas, pero creo que sí es materia de preocupación.

Cuando se nota más presencia policial (y hablo desde lo personal) vuelve esa contradicción. Por un lado digo «que suerte que hay más policía porque más gente puede sentirse resguardada», sabiendo que los primeros perjudicados, las primeras víctimas, son la gente más humilde y vulnerable. Esto es una cuestión indiscutible.

Más allá de que se roben Mercedes Benz y demás, la inmensa mayoría de las víctimas son los grupos más vulnerables de la sociedad. Entonces ahí es cuando uno al ver más policía puede considerarlo positivo.

Y la contradicción es ¿ese tipo de policía es del perfil que consideramos adecuado para una democracia integral? en principio parecería que no. Entonces es una deuda pendiente discutir en serio que perfil de policía necesitamos y queremos como sociedad.

Si Argentina pudo y puede avanzar en tantos aspectos en materia de derechos humanos (porque ha logrado lo que se está haciendo con los juicios por delitos de lesa humanidad), no tengo duda que tenemos una base social fuerte para encarar esto que debe ir más allá de las fuerzas de seguridad e incluir también a la Justicia.

– Un planteo que se ha hecho estos últimos años tiene que ver con una «tercera desaparición» de López relacionada a que el tema fue borrado de los medios de comunicación ¿Qué opinión tenés respecto al rol que han jugado las empresas mediáticas al respecto?

– Es imposible dejar fuera de esto cuál fue el verdadero origen del terrorismo de Estado. El terrorismo de Estado es resultado de un proyecto económico que necesitó la tortura, desaparición y muerte para llevarse a cabo.

Por eso sería ingenuo pensar que semejante proyecto económico, que durante décadas se impuso en el país, incluso en democracia, no tenga influencia en los medios de comunicación. Entonces eso se traduce, en muchísimos casos en titulares, editoriales, etc. Esto también es un desafío cultural muy fuerte para nosotros.

Foto: Fabián Aguilar

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