17 septiembre, 2015
El INTA desarrolla un bioplástico a base de almidón de mandioca
Un grupo de investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se encuentra trabajando para elaborar un plástico biodegradable a partir de la mandioca. Esta innovación está apuntada, en primer lugar, a garantizar el empaque de bananas formoseñas de primera selección.

Un grupo de investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se encuentra trabajando para elaborar un plástico biodegradable a partir de la mandioca. Esta innovación está apuntada, en primer lugar, a garantizar el empaque de bananas formoseñas de primera selección.
El equipo de investigadores del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar – NEA del INTA apunta, con este nuevo producto, a incentivar además un cultivo con un fuerte arraigo cultural en los agricultores familiares del nordeste argentino. Actualmente la mandioca tiene producción distribuida en 80 mil hectáreas entre Misiones, Formosa, Corrientes y Chaco.
Si bien el desarrollo de biomateriales no es un tema nuevo, la investigación con el almidón de mandioca tiene un plus para esta región.
Rolando Aguirre, uno de los investigadores, apuntó que “además de buscar un insumo que les sirva a los productores, queremos que este desarrollo represente una oportunidad para agregar valor”. Aguirre destacó que el equipo está trabajando ahora en el desarrollo de un “empaque biodegradable para la comercialización de las bananas formoseñas de primera selección y de otros frutales de la zona, como papaya, mango y maracuyá”.
Hasta el momento se elaboraron de forma artesanal y en el laboratorio, cuatro polímeros biodegradables a partir de la mezcla de almidón de mandioca, glicerina y agua en los que se evaluó la resistencia y durabilidad del material obtenido.
El especialista del INTA señaló que “la materia prima necesaria para la elaboración de estos polímeros será obtenida en el campo de los productores”. Además aseguró que “se trata de una tecnología pensada para la agricultura familiar y constituye un primer paso que permitirá a los productores y feriantes producir, a escala local, los empaques biodegradables”.
Desarrollo sustentable
Aguirre hizo hincapié en que con este producto la intención es «comenzar de a poco a sustituir los materiales contaminantes por otros que puedan ser fácilmente degradados en el ambiente y que no generen los inconvenientes ambientales que provocan los plásticos convencionales”.
Estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental de EEUU indican que las bolsas de plástico, como las que se entregan en los supermercados, tardan entre 400 y mil años en descomponer todos los elementos químicos que la conforman. Por su parte, una elaborada a partir de polímeros vegetales como la que está desarrollando el INTA, tarda entre cinco y diez semanas.
“Con esto logramos transformar a la bolsa en un residuo orgánico, que al final de su vida útil, se descompone y sirve como abono orgánico para las plantas”, subrayó Aguirre.
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