2 septiembre, 2015
El miércoles se queda corto: The landing
En Notas – Periodismo Popular entendemos que, en los tiempos que corren, no siempre se dispone de dos horas para ver una buena obra cinematográfica. Por eso te acercamos, semana a semana, los mejores cortometrajes al alcance de un click. Hoy: The landing, de Josh Tanner.

En Notas – Periodismo Popular entendemos que, en los tiempos que corren, no siempre se dispone de dos horas para ver una buena obra cinematográfica. La realidad es que no hace falta tanto tiempo para ver qué historias tienen para contar realizadores de todo el mundo y por eso te acercamos, semana a semana, los mejores cortometrajes al alcance de un click. Hoy: The landing, de Josh Tanner.
Hay ciertas historias con determinadas estructuras que, aún hoy en día, hay que respetar. Hubo un tiempo, quizá hoy lejano, donde todo era más simple. El enemigo estaba bien definido y siempre venía desde el mismo lugar: el afuera. Un poco de eso habla The Landing, cortometraje del australiano de tan solo 27 años Josh Tanner.
Un hombre atraviesa un campo. Está solo, está decidido. Las hojas lo enfrentan y el les da batalla. Está cansado, está enojado. Lleva su ropa de oficinista citadino ya mayor pero a la moda. Comienza a cavar.
Un niño juega con sus soldaditos de juguete en su casa. El hecho de que viva en el medio del campo no le impide divertirse. Su padre lo mira mientras bebe un whisky añejo y oye las noticias sobre ese loco comunista recién llegado al gobierno llamado Fidel Castro. De pronto, algo los distrae a los dos, padre e hijo: un extraño objeto cae en llamas desde el cielo y se estrella a unos pocos metros de la casa.
The landing es un corto estrenado en diciembre de 2014 y este año tiene una nominación a mejor cortometraje en los Geekie Awards. A pesar de ser una historia simple, contiene un bagaje histórico y cultural muy poco frecuente para este tipo de formato cinematográfico que, por sus formas, muchas veces requiere de planteos más bien escuetos. El hecho de que haya un salto temporal genera una dinámica que desafía al espectador a ponerse en sintonía en muy pocos movimientos.
Sin embargo lo que llama la atención de la obra es su fotografía. Con más cortos y trabajos de televisión en su haber que largometrajes en sí, Jason Hargreaves logra diseñar una imagen que separa muy bien las dos líneas temporales con las que juega la historia sin caer en clichés habituales como el blanco y negro o el sepia para recordar el pasado; además de la soberbia colorimetría elegida para el momento culmine de la obra.
El film fue realizado con el apoyo del gobierno australiano, además de productoras independientes como Screen Queensland y Definition Films. Su director es responsable de algunos cortos más y, a la fecha, no posee largometrajes. Todo un mérito para este joven australiano.
Iván Soler – @vansoler
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