Batalla de Ideas

1 septiembre, 2015

Tucumán a la luz de la polarización

Por Ulises Bosia. El triunfo del Frente para la Victoria (FPV) en las PASO del 9 de agosto, que dejó a Daniel Scioli a seis puntos porcentuales de imponerse en primera vuelta, aceleró los tiempos de la estrategia electoral de la oposición, que encontró en el noroeste del país un punto de apoyo para desarrollarse.

Por Ulises Bosia. El triunfo del Frente para la Victoria (FPV) en las PASO del 9 de agosto, que dejó a Daniel Scioli a seis puntos porcentuales de imponerse en primera vuelta, aceleró los tiempos de la estrategia electoral de la oposición, que encontró en el noroeste del país un punto de apoyo para desarrollarse.

A diferencia del escenario nacional, las elecciones provinciales en Tucumán estuvieron fuertemente polarizadas entre la continuidad del oficialismo y una oposición reunida alrededor de la figura de José Cano. La hasta ahora provisoria victoria del oficialista Juan Manzur por unos catorce puntos, sumada a distintas irregularidades en la elección y a un sistema electoral provincial aprobado y utilizado por oficialismo y oposición que promueve las disputas municipales a extremos insólitos, fue coronada por la represión policial en San Miguel.

Esto hizo que la elección tomara mayor trascendencia nacional al calor de las coberturas mediáticas y le dio la oportunidad a la oposición de nacionalizar la disputa, tras un primer intento de utililizar la muerte del militante radical jujeño Ariel Velázquez en un confuso episodio del que todavía no hay explicaciones claras.

Así planteada la cosa, la foto de Mauricio Macri, Sergio Massa y Margarita Stolbizer generó por primera vez la ilusión de una oposición unida ante el Frente para la Victoria, que más temprano que tarde, y con el acercamiento de las elecciones de octubre, irá perdiendo consistencia hasta disolverse en la competencia por representar al espacio antikirchnerista.

Antipopulismo y antipolítica

Uno de los elementos claves de ese sector de la sociedad argentina, fundamentalmente de clase media urbana, identificado con el antikirchnerismo, es el desprecio por las razones del voto y la adscripción política popular. Las movilizaciones se explican “por la coca y el choripán” o por las largas filas de micros que se obstinan en mostrar las cámaras de TN ante cada concentración, el voto se debe al “plan social” o al “reparto de comida”.

No es un invento del siglo XXI, lógicamente, sino una recreación o actualización de una identidad social, política y cultural nacida frente al peronismo hace casi 70 años. Así como también un fenómeno visible en otras latitudes y longitudes de Nuestra América, en cada sitio con particularidades locales, pero que puede llamarse en general antipopulismo.

Es evidente que el kirchnerismo generó rápidamente en nuestro país el retorno con mucha fuerza de ese fenómeno, bajo la forma de referentes políticos estereotipados como Elisa Carrió, cacerolazos como en 2012 y 2013, concentraciones y hasta cortes de ruta como en el caso de la 125 en 2008. Un elemento nuevo del antipopulismo del siglo XXI en nuestro país fue la antipolítica, heredada de la crisis de representación de 2001, cuando la UCR que naturalmente representaba al antiperonismo, se hundió junto a una parte importante de la clase media por las consecuencias de las políticas neoliberales.

Un Partido Justicialista como el tucumano, orgánicamente ligado a la oligarquía provincial, le dio una nueva oportunidad al conjunto de la oposición de desplegar nacionalmente su estrategia.

La estrategia de la oposición: porciones del antipopulismo

La foto conjunta, exigiendo el cambio del sistema electoral cuando ya estando en pleno proceso las elecciones, sólo se explica como una estrategia común para apuntar a esa porción de votantes que desprecia o subestima el voto popular. De la misma manera, la vocación de Cano de llevar hasta las últimas consecuencias el reclamo por la nulidad de las elecciones, aún cuando gente de sus propias filas estuvo involucrada en las irregularidades, apunta a mantener en la agenda nacional esta misma temática.

Es decir que frente a la posibilidad de un triunfo del FPV en los comicios de octubre, las diversas tácticas que se dio cada uno de los tres sectores de la oposición para diferenciarse entre sí –el honestismo de Stolbizer, la “ancha avenida del medio” de Massa y la antipolítica de gestión de Macri- momentáneamente se replegaron hacia la única estrategia potencialmente de mayorías que cualquier sector de la oposición tiene a disposición ante el FPV: el antipopulismo.

En este sentido, la interna de estos sectores es fundamentalmente una pelea por ver quién logra captar a una porción mayor del electorado antipopulista, principalmente identificado con la clase media. En esa pelea es razonable que la delantera la lleve el PRO, porque es la formación política que mejor expresa la combinación entre antipopulismo y antipolítica, mucho mejor que el radicalismo que no expresa este segundo componente.

En el caso del Frente Renovador, Massa intenta dar la pelea tanto al interior del electorado peronista como en el antiperonismo, pero lo que puede ser entendido como una mayor potencialidad en su alcance, hasta el momento fue más bien una limitación frente a un candidato como Scioli que no está identificado con el núcleo duro del kirchnerismo y una fuerza en ascenso de la derecha como el PRO. En estas elecciones de cargos ejecutivos, la sociedad priorizó las posturas más polarizadas.

Finalmente, los sectores opositores identificados con la centroizquierda como Stolbizer ven menguadas fuertemente sus posibilidades porque por un lado el kirchnerismo logró ocupar la mayor parte del espacio de la centroizquierda y por otro lado Cambiemos consiguió atraer la gran mayoría del voto antiperonista detrás del voto útil y la dinámica de polarización.

Por estas razones, el papel de Massa y Stolbizer en esta cuestión beneficia principalmente a Macri, que depende de un crecimiento de la polarización kirchnerismo/antikirchnerismo para tener chances de acercarse a menos de diez puntos de Scioli. El intento es tratar de instalar un clima de ballotage en la primera vuelta, pero eso lo puede hacer a costa de los votos de los otros dos espacios de la oposición.

@ulibosia

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