Europa

12 agosto, 2015

Crisis migratoria y persecución en Europa

La crisis migratoria es un problema trascendental de la Europa actual. Miles de personas provenientes de África y Medio Oriente buscan cruzar el Mar Mediterráneo para lograr un futuro mejor. La mayoría desemboca en Grecia, donde son recibidos con dignidad, sin embargo el resto del continente los rechaza.

Este martes la policía de la Generalitat de Cataluña llevó adelante un operativo contra la venta callejera («top manta») en la ciudad de Terragona y decidió allanar domicilios para incautar mercadería. En uno de estos allanamientos un senegalés de 50 años que intentaba huir se lanzó desde el balcón del tercer piso de un edificio y falleció. El operativo culminó con 12 detenidos y una violenta represión sobre cientos de compatriotas de la víctima que habían montando barricadas repudiando a la policía.

Pocas horas antes, en la ciudad autónoma de Ceuta ubicada en la orilla africana del estrecho de Gibraltar se frustraba el intento de un inmigrante del Congo de ingresar a España escondido en el salpicadero de un automóvil.

La migración desde África y Medio Oriente al continente europeo, así como también la persecución que padecen los migrantes, produce noticias cotidianamente. Se trata de la cara más hostil de una Europa en crisis que -en muchos casos- se busca esconder.

La crisis migratoria

El Alto Comisionado de la ONU para los refugiados (Acnur) ha dado a conocer en la última semana las cifras de inmigrantes que han ingresado al continente europeo durante el primer semestre de 2015. Se estima que entre enero y junio han llegado 225 mil personas, una cifra que supera a los 207 mil que ingresaron durante todo el 2014. En el 2015 la mayoría de los inmigrantes han llegado desde Siria (el 34%) escapando de la guerra, de Eritrea, Somalía, Nigeria y Afganistán.

El país al que han arribado casi el 50% de estas personas en lo que va del año ha sido Grecia -la nación más golpeada por la crisis económica en el continente-. En las primeras semanas de julio, mientras el gobierno heleno aún negociaba en duros términos con la Troika (la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo) y el Eurogrupo, en el parlamento griego -por iniciativa de Syriza- se aprobó una ley sumamente progresiva que otorgaba el derecho a la ciudadanía a los inmigrantes de segunda generación nacidos en Grecia y a adultos con formación profesional. Esa norma beneficia directamente a cien mil personas.

Otra medida que facilitó las condiciones migratorias fue el cierre desde febrero de los centros de detención de extranjeros y la liberación progresiva de aquellas personas carentes de documentación sin causas judiciales.

Según el Tratado Dublín II firmado por los países de la Unión Europea, los refugiados deben pedir asilo en el primer país del continente al que llegan. Por esa razón -a pesar de que la mayoría de los migrantes no busca permanecer en Grecia- miles deciden permanecer en las tiendas de refugiados o durmiendo en las calles y plazas del país.

Las recientes estadísticas forzaron el último viernes a una reunión de urgencia del gobierno liderado por Alexis Tsipras quien destacó que su país no está en condiciones de recibir tanta cantidad de inmigrantes y que es urgente una ayuda del resto del continente. Luego de la reunión Tsipras declaró que: “Ahora se verá si esta es la Europa de la solidaridad o la de los intereses económicos donde cada uno solo mira por su frontera y por su país”. Además, resaltó que “las fronteras de Grecia son las fronteras de Europa».

La ministra de Inmigración, Tasia Christodulopulu, también reconoció que el Estado griego fracasa en sus posibilidades de brindar asistencia a semejante cantidad de inmigrantes en tan poco tiempo y destacó la solidaridad que se da desde la población civil ante la situación.

Otro lugar en dónde cotidianamente estalla la crisis migratoria es en Calais -una ciudad portuaria al norte de Francia de dónde comienza el Eurotunel que llega al Reino Unido-. Allí hay cinco mil inmigrantes asilados en un campamento de refugiados. Cientos de ellos buscan escapar llegando a Reino Unido y una decena ya ha perdido la vida en el intento. Desde París y Londres han respondido a las solicitudes de asilo poniendo más vallas de seguridad y enviando más fuerzas policiales.

En Alemania la canciller Ángela Merkel tiene un política muy clara ante la crisis migratoria. Así lo expresó el mes pasado cuando en un foro de jóvenes hizo llorar ante las cámaras de televisión a una joven palestina a la que le dijo que era una «persona encantadora» pero que algunos inmigrantes «tendrán que regresar a su país».

Esa es la respuesta diplomática del Estado alemán ante las 450 mil solicitudes de asilo que se esperan para este año. En el país también se multiplican los ataques xenófobos y solo en los primeros seis meses de 2015 se produjeron la misma cantidad que en todo el 2014. Ese fenómeno se da en simultáneo al crecimiento del grupo neo-fascista Pegida.

El Mediterráneo: un mar transformado en cementerio

En embarcaciones precarias o en buques pesqueros cientos de miles de personas intentan llegar a Europa escapando de la pobreza y de las guerras. Las guardias costeras no dan abasto ante la crisis migratoria y el último fin semana los guardacostas italianos han salvado cuatro embarcaciones con más de mil personas.

Los migrantes que intentan llegar a Europa través del Mediterráneo no sólo son víctimas de las condiciones internas que padecen sus países sino también del tráfico de personas que se ha transformado en una verdadera empresa multinacional. Muchos de los migrantes son obligados a pagar cientos de dólares y posteriormente al subir a las embarcaciones se les quitan los documentos y son secuestrados.

Según Acnur más de 3.400 personas perdieron la vida intentando cruzar el Mediterráneo en el 2014. Y según la Organización Internacional para las Migraciones se calcula que unos dos mil migrantes han muerto en lo que va del 2015.

La «Europa occidental y capitalista» se ha espantado durante décadas por el muro de Berlín y sus víctimas. Luego de su caída pretendió demostrar que su modelo de desarrollo era el único posible y se mostró abierta de brazos para incluir a quienes padecieron el «socialismo real». Esa Europa es la que ahora pretende echar a los cientos de miles de inmigrantes que llegan a sus costas y se demuestra absolutamente insensible ante el hecho de que el Mediterráneo se haya transformado en un gran cementerio.

Lucas Villasenin – @villaseninl

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