15 julio, 2015

Caso Agustín Marrero: Paro docente por la separación del cargo de una maestra y la directora del jardín

La maestra Alejandra Bellini y la directora Elsa Vincova del jardín de infantes Nº 2 del barrio de Flores, donde asistía el niño de cinco años muerto a golpes por su padrastro, fueron separadas de su cargo. Docentes de toda la ciudad irán al paro para repudiar la medida tomada por el Ministerio de Educación porteño.

Se trata de la maestra Alejandra Bellini y de la directora Elsa Vincova del jardín de infantes Nº 2, Distrito Escolar 12 (JIC 2 de 12) del barrio de Flores, donde asistía el niño de cinco años muerto a golpes por su padrastro.

El Ministerio de Educación porteño las separó en medio de un sumario para determinar si denunciaron las señales de maltrato. Docentes de toda la ciudad y familias del jardín repudian la medida.

Agustín Marrero fue asesinado a golpes por su padrastro el pasado 8 de junio. Asistió al jardín de infantes N° 2 durante 28 días, en los cuales presentó diversas lesiones físicas que su familia justificó con certificados médicos en los cuales la firma de profesionales avalaban que eran accidentales. Fue la autopsia que le realizaron luego de su muerte la que reveló que su fallecimiento fue debido a golpes que le destrozaron el hígado. Su padrastro espera el juicio detenido en el penal de Marcos Paz.

Agustín es uno de los tantos niños y niñas que pierden la vida víctimas de la violencia en la Ciudad de Buenos Aires. A pocas cuadras de su jardín también murieron Rodrigo y Rolando Menchaca de 10 y 6 años respectivamente, en un incendio en un taller clandestino. Mientras que dicho taller había sido denunciado anteriormente, el gobierno de la Ciudad jamás hizo una inspección. No hay ningún funcionario separado preventivamente por las muertes. Sin embargo sí decidió separar a las maestras del jardín.

El ministro de Educación, Esteban Bullrich, defendió su medida afirmando que “el único garante de la vida de Agustín era la escuela”. Mauricio Macri atribuyó el paro a la campaña electoral, afirmando: «Creo que habrán querido tener un protagonismo final en la campaña». Y Horacio Rodríguez Larreta no se quedó atrás, agregando que «lo que se hizo es separar transitoriamente del cargo durante la investigación para ver cuáles son las responsabilidades de cada uno».

Lo cierto es que viernes pasado, cuando los funcionarios se acercaron a dar la noticia oficial a la escuela, unas 300 personas entre docentes, familiares y alumnos expresaron su repudio a la medida, cortaron la calle y exigieron la inmediata restitución.

Esta semana ha sido una semana de protesta: el repudio se extendió a las escuelas y en la mayoría la indignación de la docencia se hizo sentir sumándose al paro de 24 horas.

La hipocresía y el doble discurso

La muerte de Agustín pone al descubierto el doble discurso de la desastrosa gestión educativa del gobierno porteño. Un gobierno que responsabiliza a las docentes mientras se ha dedicado año tras año a vaciar programas socioeducativos y equipos de orientación escolar, recursos clave para asistir y acompañar situaciones de violencia.

Según los datos que proveen los propios sindicatos docentes que convocan al paro, en la ciudad los Equipos de Orientación Escolar (EOE), donde trabajan psicopedagogos, psicólogos y trabajadores sociales, cuentan con 110 profesionales para atender a alrededor de 200 mil estudiantes de nivel inicial, primario y medio.

La cuenta es fácil: hay un profesional capacitado cada dos mil alumnos. La planta funcional fue reducida a un tercio en pocos años. Y qué decir de las inscripciones online. Si la escuela es garantía, habría que preguntarle a Bullrich por qué tantos niños y niñas no han encontrado vacante, sobre todo en el nivel inicial.

Alejandra Bellini, la maestra de la sala donde asistía Agustín, denunció que no hay suficientes gabinetes por cada escuela y muy pocas personas para todo el distrito. Justamente en el distrito 12 donde se encuentra el jardín, hay 40 escuelas de todos los niveles y sólo cuatro profesionales en el EOE de la región.

Es verdad que las y los docentes son los primeros en detectar dificultades de aprendizaje y problemas de comportamiento. Incluso se sabe que muchas veces esas conductas pueden ser expresiones visibles de un problema mayor, como la violencia en el hogar, abusos y otros conflictos familiares. Pero esos problemas superan a los docentes. Más aún cuando cada vez más chicos y chicas son víctimas no sólo de los maltratos y abusos familiares, sino también de peligrosas situaciones que los ponen en riesgo cotidianamente: explotación sexual, consumo problemático de sustancias, noviazgos violentos, abandono por parte de los adultos, fuga del hogar, entrada en situación de calle y trabajo infantil, entre otras cosas.

Las situaciones desbordan porque la escuela ve desnaturalizada su función y obligada a cumplir un papel para el cual no está preparada: las docentes y los docentes no son ni psicólogos, ni jueces, ni trabajadores sociales y mucho menos forenses. Y ante los gabinetes que no dan abasto, las defensorías que no actúan y el gobierno que desfinancia y subejecuta el presupuesto educativo, da respuesta igual, como puede. Tratando a veces sin suerte de cumplir con las presiones burocráticas de los funcionarios de escritorio que prefieren la realización de actas y acumulación de expedientes que la creación de cargos para disponer de más profesionales.

Claro que la escuela es garante de la vida de infinidad de niñas, niños y adolescentes. La escuela es la única institución que ha estado y está cuando otras han tambaleado o entrado en crisis. Es muchas veces el único lugar donde los niños y niñas pueden ser contenidos y sus familias orientadas y acompañadas.

Las maestras de Agustín hicieron lo correcto. Nadie sin duda pone reparos en que las autoridades se acerquen a indagar en cómo se trabajó, si se cometieron errores o no. Pero es en cambio el gobierno porteño quien tendría que dar explicaciones acerca de por qué los EOE están vaciados, la asistencia a los chicos no está garantizada y las escuelas no están acompañadas ante los graves casos que se presentan cotidianamente.

La comunidad educativa del jardín n°2 de Flores no cree que la separación de las maestras sea para defender los derechos de los niños y niñas. Plantean que es un atropello a la docencia en pos de sentar un grave precedente y de amedrentar. Si el interés mayor es el bienestar de los niños y niñas, sería bueno que comenzaran a dar el ejemplo los mismos funcionarios porteños en primer lugar.

María Paula García – @MariaPaula_71

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