Cultura

11 junio, 2015

Christopher Lee: La voz del terror

Este jueves, en su Londres natal, se fue una de las estrellas indiscutibles del cine fantástico. Con más de 250 películas en su haber, Christopher Lee dejó un legado difícil de dimensionar. Terror, heavy metal y la voz más reconocible de todos los tiempos.

A los 93 años y en su Londres natal, falleció Christopher Lee, una de las figuras absolutas del género fantástico del cine y quizá cualquier otro ámbito artístico. Con más de 250 películas en su filmografía, algunas interpretaciones radioteatrales e incluso participaciones con bandas de heavy metal, Lee supo nutrir a la ciencia ficción y el cine de género hasta el final de sus días, ya sea prestándole su rostro al vámpiro más famoso de todos los tiempos o sembrando el terror en la Tierra Media.

El amanecer de la noche

La carrera de Lee puede ser fácilmente comparada con el interrogante del huevo y la gallina. Es probable que los comienzos del cine fantástico y de terror le deban mucho al ingreso del actor al mundo del cine y viceversa. Sucede que el londinense hijo de la condesa Estella Mari Carandini y el teniente coronel Geoffrey Trolloppe Lee, luego de servir en la Royal Air Force durante la Segunda Guerra Mundial, comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo de la actuación en pequeños papeles teatrales y de radio, llamando la atención por su registro profundo desde los primeros momentos.

En 1948 rodó su primera película, Corridor of Mirrors, dirigida por Terence Young y, en el mismo año, la versión de Hamlet de Laurence Olivier.

Cristopher Lee DraculaPocos años después y tras su primer gran papel, en La batalla del Río de la Plata, la productora Hammer lo fichó para lanzarlo al estrellato de forma inmediata. La compañía, especializada en cine de género, le otorgó su recordado papel interpretando al monstruo creado por la escritora Mary Shelley en La maldición de Frankestein, en 1957, junto al actor Peter Cushing. Al año siguiente y compartiendo pantalla con nada menos que Boris Karloff, Lee marcó el camino de su carrera de manera definitiva en Corridors of blood, interpretando a Resurrection Joe.

Su relación con Hammer siguió casi diez años más. Exceptuando algunas obras, como El sabueso de los Barskerville o Rasputín: el monje loco (películas no menores), el actor llamó la atención de la taquilla sobre todo al interpretar al amo de Transylvania.

Ya sea en Drácula vuelve de la tumba (1968), El poder de la sangre de Drácula (1969) o Las cicatrices de Drácula (1970), la fórmula de la productora fue vestirlo con la capa al poderoso actor y ponerlo en pantalla en los últimos minutos del film. La última participación de Lee en un trabajo de la productora fue en To the devil a daughter (1976).

Metal pesado y Tierra Media

Lejos estuvo de menguar la carrera de Lee tras alejarse de la productora que supo llevarlo al reconocimiento. Ya sea participando en adaptaciones de Sherlock Holmes (La vida privada de Sherlock Holmes, 1970), oficiando de rival de James Bond (El hombre de la pistola de oro) o en guiones originales como su querida The Wicker man, por la que rebajó considerablemente su paga con tal de participar, el actor siempre se mantuvo ocupado.

Es verdad que el erigir una base firme de su carrera alrededor de los claros límites del género llegó a encasillarlo durante los años 80 y 90, donde sus apariciones en películas menores fuero esporádicas.

Su vuelta definitiva no podía ser menos que triunfal. Tras haber sido rescatado por Tim Burton, confeso fanático de su carrera, Lee fue convocado en 2001 por Peter Jackson (otro cuadro indiscutible del cine fantástico) para interpretar a Saruman, uno de los pesos pesados de la saga de El Señor de los Anillos. Tras esto y con el regreso de las grandes sagas, también fue llamado por George Lucas para darle vida al Conde Dooku, en la segunda y tercera parte de la nueva trilogía de la Guerra de las Galaxias. Más tarde siguió trabajando junto a Peter Jackson, siendo el de Saruman en El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos su último papel.

Ya sea prestándole su alto porte a la antítesis de Gandalf, su rostro a la burocracia intergaláctica o su voz a la épica narrativa de la banda Manowar (su prólogo de Kings of Metal será recordado con cariño por todos los metaleros), una verdad es irrenunciable: nunca hay que dar por muerto al primer gran vampiro.

Iván Soler – @vansoler

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