12 mayo, 2015
Bailando por un sueño
Por Pedro Perucca. Volvió Tinelli. Están de vuelta al horario principal de Canal 13 la algarabía futbolera, el amiguismo de country, las coreos rebosantes de lentejuelas, el chiste burdo y las definiciones políticas nacionales.

Por Pedro Perucca. Volvió Tinelli. Están de vuelta al horario principal de Canal 13 la algarabía futbolera, el amiguismo de country, las coreos rebosantes de lentejuelas, el chiste burdo y las definiciones políticas nacionales.
El 25 aniversario de Showmatch arrancó en el estudio Romina Yan de Canal 13 con una larguísima introducción musical al lo Broadway en la que no nos vamos a detener porque lo que quiere la gente es otra cosa.
Luego de intensas coreografías de los abonados al programa, Tinelli arrancó la nueva temporada llamando a Adrián Suar, que casualmente pasaba por el estudio. Suar, que ya sabe todo lo que va a pasar en las próximas dos horas, le dice que fue a la AFA a buscarlo y no lo encontró, que lo extraña. Somos todos amigos, pueblo, gente común. Hablan de fútbol. Suar reacomoda la grilla televisiva en vivo y a piacere para darle lugar a Marcelo y al superclásico. “Saludos a Griselda. Gracias, Chueco”.
Después de una selfie familiar con su hija Juanita y Lali Esposito, Tinelli anuncia que los principales precandidatos presidenciales van a estar en su programa. Pero antes, la apertura 2015 del programa. Un prodigio de la tecnología criolla logra una versión vernácula de Forrest Gump en la que Marcelo desfila por la historia haciéndose el boludo.
Todo arranca con la famosa pluma flotando por una callecita de Bolívar hasta posarse en el asiento donde Forrest/Marcelo espera el colectivo. Una Juana Viale vestida de enfermera es su primera compañera de banco. «Mi nombre es Marcelo Hugo y quiero un alfajor», arranca Tinelli, visiblemente compenetrado con el papel. “Los alfajores son como los actores, tienen que tener algo dulce en el medio”, dice Juanita, metafórica.
Comienzan los flasbacks. Un Marcelito de diez años le enseña a un Pelusa que también se pueden hacer goles con la mano. La mano de Dios fue una idea original de Marcelo. Otro flashback muestra que unos pequeños pandilleros, liderados por un tal Amado (“que pagaba en el kiosco con unos billetes que hacía en su casa”), quieren quitarle el dinero al niño Forrest. “Corre, Marcelo, corre”, le grita una nena mientras huye. Está por alcanzarte la obviedad.
Luego irán al banco Maravilla Martínez, Graciela Borges, Nico Repetto y Caruso Lombardi. En un alarde tecnológico sin precedentes, Tinelli interactuará con Perón, Obama y Lennon. Después del asesinato de su amigo John, Forrest se larga a correr cruzando el país. En el camino se cruza con Gonzalito, a quien le recomienda apuntarle a la soja, y con el Teto Medina, con quien va a hacer un programa de deportes. Casi sin darse cuenta siembra las ideas de Facebook, Twitter y Whatsapp.
Antes de presentar a los candidatos, Marcelo no se priva de señalar que Jesica Cirio está, pero no Martín Insaurralde, actor principal de una de sus galas pretéritas, hoy inevitablemente devaluado.
Entran Daniel Osvaldo Scioli y Karina Rabolini al estudio. Marcelo los presenta y dice que Karina “es una gran mina”. Con Daniel recuerdan, cómplices, cuán amigos eran hace 30 años, cuando uno era un humilde motonauta y el otro un periodista debutante. Cruzan piropos. Marcelo bromea acerca de la próxima candidatura de Karina para la gobernación bonaerense. Inventan slogans de campaña que vinculan las cremas que produce Rabolini con la necesidad de lubricar su penetración como candidata. Todo muy sutil. Ella no sólo no niega estas ambiciones sino que cuenta que hace trabajo social en la provincia. Karina 2019.
Marcelo le pregunta si Daniel además de romántico es fogoso. Ella se evade y dice que le costó mucho enseñarle a combinar los colores. Scioli arranca los minutos de speech pautados con una metáfora náutica y luego asegura que “Argentina busca a alguien que le de tranquilidad, previsividad y confianza. Y yo creo que lo puedo hacer”. Justo antes de la entrada de su imitador, le promete al conductor la dirección de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA): “Creo que en la AFA podrías hacer un trabajo extraordinario”. Quid pro quo, Clarice.
Freddy Villareal centra todo su poder camaleónico en simular la portación de una mano ortopédica. Luego convence a Karina de bailar Naranjo en flor. El chiste es que en medio de las figuras tangueras se le cae la mano derecha y al pasar le toca el culo a la próxima primera dama. Después de humillar a su doble en el desafío de anudarse la corbata con una sola mano mientras suena Eye of the tiger, Daniel se despide reiterando lo de la AFA. No salió tan mal parado.
Pasa a saludar Horacio Rodríguez Larreta, otro amigo. Vino a acompañar a Macri, a ver cómo baila. Mauricio ingresa del brazo de su esposa, la empresaria textil Juliana Awada. Ella lo defiende y dice que baila bien. Qué va a decir, pobre. Se ponen familieros, hablan de bebés. “Ser padre-abuelo es insuperable”, sostiene Mauri. “Yo le digo ‘mi amor’ y él me dice ‘Negrita», confiesa Awada. No se aborda el tema de los talleres clandestinos de costura.
“Creo en los argentinos, en lo que somos capaces de hacer. Decidí ser protagonista y ayudar a que todos cumplan sus sueños. No hay nada más lindo que elegir los sueños. Quiero ayudar a que todos nos animemos a construir”. Etcétera. No todo está mal. Hay cosas que Mauricio rescata, sensato. “De lo que se trata es de construir… arriba de eso”, se corrige casi al borde de repetir el polisémico slogan de Lousteau. “Quiero que cada uno de los argentinos con sus talentos podamos realizar los sueños”, concluye, con horrorosa sintaxis.
Luego entra el imitador. Bossi baila, entre torpe y canchero. Circulan biciletas amarillas y caen globos amarillos. Macri se suma con un entusiasmo digno de mejores causas a un baile frenético por todo el estudio. Bossi se cansa primero, no le aguanta el ritmo a Mauri. En venganza lo gomea con ganas. Su Macri es un concheto con dos dedos de frente cuyas propuestas políticas se reducen a cambiarle el nombre a la provincia de Entre Ríos por Between rivers y a Corrientes por Electric city.
El Macri de imitación tiene lejos más carisma que el verdadero, que apenas alcanza a describir, balbuceante, el proyecto de megacentral ferroviaria a cuatro niveles bajo el Obelisco. ¡Cuantas veces fui a comer a tu casa!, se despide Marce, casual.
Ahora voy a presentar a un amigo “no de tantos años” dice el conductor, que sigue forjando en vivo y en directo la Argentina del mañana. Entran Sergio Massa y su esposa Malena Galmarini. Parece que Sergio hace ricos asados mientra que ella es buena para las ensaladas. El primer chiste de él es, previsiblemente, sobre el tajaí. Luego cuenta que Malena se agarró piojos. “Claro, si tenés cinco pibes alguna vez te los agarrás”. Por los niños ricos que tienen tristeza y algún que otro piojo. Malena dice que Sergio no es romántico, pero que “hace bien otras cosas”. Parece que Sergio no es tan fogoso como “toquetón”, reconoce, íntima.
Massa aprovecha sus minutos “serios” para sostener que mantendría los planes sociales y bajaría los impuestos, sin jamás explicar cómo. Luego, como era de esperarse, embala para el lado de la inseguridad y de la corrupción. Con su imitador, Sergio baila algo menos que Mauri. Un drone graba el abrazo con Marcelo. A continuación, Sergio explica que con apenas tres mil drones podríamos cubrir la frontera de Salta y venceríamos al narcotráfico.
Para no ser menos que Daniel, también le promete la AFA: “Se que te estás jugando para un sueño que es ser presidente de AFA. Seguramente el 11 de diciembre vos seas presidente de AFA y yo sea presidente de la Nación”. Y, ya sobre el final de un programa que no tuvo interrupciones publicitarias, el referente del Frente Renovador dice sus líneas ante el rey de la televisión y “lo compromete” a que el debate televisivo de los tres candidatos presidenciales se haga en su programa. Marcelo se muestra preocupado, pero al fin accede.
Coherentemente, cierra el programa un falso Romeo Santos mientras que se repiten las escenas más vergonzosas del baile de los precandidatos. En el noticiero del 13, Mario Massaccesi es el primero de muchos en tratar de sumar su opinión irrelevante a lo que acaba de suceder en vivo. Se leen tweets indignados de Lilita Carrió.
@PedroP71
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.