Batalla de Ideas

11 mayo, 2015

La transición política: De arriba abajo y viceversa

Por Ulises Bosia. Giustozzi abandonó el Frente Renovador. La dirigencia sindical busca reunificarse. Cristina pide “un baño de humildad” a los precandidatos de su espacio y prepara la lapicera para el armado de listas. La transición política activó un reordenamiento general que deja entrever algunas de las fuerzas que ordenan las estructuras políticas argentinas.

Por Ulises Bosia. Giustozzi abandonó el Frente Renovador. La dirigencia sindical busca reunificarse. Cristina pide “un baño de humildad” a los precandidatos de su espacio y prepara la lapicera para el armado de listas. La transición política activó un reordenamiento general que deja entrever algunas de las fuerzas que ordenan las estructuras políticas argentinas.

Muchas veces se le atribuye a Eduardo Duhalde haber dicho que “los peronistas tenemos un día de la lealtad y 364 de la traición”, con ese toque de ironía que sólo se permite el que protagonizó y sufrió ambas.

Sin embargo, más lejos de las profundidades sentimentales de los seres humanos y más cerca del cálculo instrumental y las decisiones meditadas, los reacomodamientos de estas semanas muestran algunas de las lógicas que rigen la construcción política en nuestro país.

Intendentes

El Frente Renovador es uno de los intentos de enfrentar al Frente para la Victoria que surgieron desde el interior del peronismo a lo largo de estos doce años de gobierno, con la particularidad de que se formó como una suerte de liga de intendentes bonaerenses.

Los resultados de 2013 dieron mucho que hablar sobre la configuración del poder y el peso de estos intendentes, gestores directos de importantes recursos y dirigentes con una cercanía y un control directo del territorio que gobiernan. En varios casos comparables a provincias enteras por su cantidad de habitantes.

Especialmente fue notable el salto de Sergio Massa que, después de refugiarse en la intendencia de Tigre tras su salida de la Jefatura de Gabinete nacional, pasó rápidamente del poder municipal a postularse como líder de la oposición y presidenciable.

Pero ahora Darío Giustozzi, de Almirante Brown y uno de los más destacados fundadores del Frente Renovador, acaba de renunciar al espacio. Ya lo habían hecho Jesús Cariglino, de Malvinas Argentinas -a rigor de verdad lo fueron antes de que decida irse por su cuenta-, Sandro Guzmán, de Escobar y Gustavo Posse, de San Isidro.

Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, se tomó su tiempo para medir de qué lado soplaban más fuerte los vientos, pero finalmente resolvió permanecer en el Frente para la Victoria.

Cada movimiento tuvo sus bemoles específicos, así como especulaciones distintas sobre su futuro. Todo intendente sabe que tiene márgen para “jugar” en la boleta provincial de uno u otro candidato provincial o nacional, puede apostar a un fracaso del kirchnerismo o mantenerse firme esperando su recomposición, puede ilusionarse con el PRO o jugar la carta del “vecinalismo” y la boleta corta.

Pero con lo que no se puede “jugar”, y es determinante en cada caso, es con la necesidad de mantener el poder en su municipio. Sin refrendar su liderazgo en las urnas del municipio, toda su autoridad se desinfla en poco tiempo. Por eso, para comprender las idas y vueltas de los intendentes, fuera de las justificaciones discursivas y los shows mediáticos, una de las claves principales es asumir que se dedican en primer lugar a resguardar lo propio y recién después a moverse en el espacio provincial o nacional.

Sindicalistas

La historia formal del movimiento obrero argentino marca que desde el surgimiento del peronimo se implantó en nuestro país el modelo de sindicato único por rama y en el plano nacional, una única central de trabajadores reconocida.

Sin embargo, en la historia real fueron permanentes las rupturas y recomposiciones, la convivencia entre dos o más centrales sindicales, una realidad vigente desde los orígenes del movimiento obrero, incluso antes del nacimiento del juez Fayt. Por esa razón la fragmentación actual -que está en un nivel exagerado al presentar cinco centrales- no es una novedad histórica en sí misma.

Pero sin que haya habido cambios decisivos en el mundo de la clase trabajadora ni en las conducciones de los sindicatos, desde el año pasado empezaron a circular rumores de reunificación de la CGT, motivados antes que nada por la transición política nacional.

Los principales dirigentes sindicales creen que ante un recambio inevitable del equipo de funcionarios del Poder Ejecutivo es preferible estar juntos para poder negociar con más fuerza que permanecer fragmentados. Esto es lo esencial más allá de los fuegos de artificio de los zócalos televisivos y los titulares de la prensa gráfica.

Aplican el mismo criterio de los intendentes. Lo esencial es mantener su poder gremial, después viene la posibilidad de “jugar” en política con distintos armados, participar de las apuestas del momento, etc. Tanto las intendencias como los sindicatos son estructuras con un cierto grado de autonomía local, que permiten una acumulación de poder propia, que sus dirigentes creen que no le deben a nadie.

“El dedo de Cristina”

Estas tendencias que ordenan los movimientos políticos desde sus formas más locales se contraponen al ejercicio del poder presidencial. La presidenta concentra el mayor poder político, la caja de recursos del Estado nacional, la conducción real del Partido Justicialista y un caudal de votos que disuade a cualquiera que imagine que sea fácil sacársela de encima sobre la base de comparaciones con la relación entre Duhalde y Kirchner en 2003.

Sus recientes declaraciones para reducir la lista de precandidatos presidenciales y de gobernadores de la Provincia de Buenos Aires, sobre la necesidad de que los dirigentes se den un “baño de humildad”, marcan el liderazgo real que Cristina juega, aún sin hacer explícitas sus preferencias. Los descensos de Julián Domínguez y Aníbal Fernández a la liga bonaerense son las primeras expresiones de esta orientación, que seguramente encuentre nuevos ejemplos en las próximas semanas.

Indudablemente la presidenta intervendrá en los armados de todas las listas electorales, como le corresponde a la conductora del peronismo. Su lapicera concentra un poder que no debe subestimarse y que sintetiza la otra dirección del poder político, construido “desde arriba hacia abajo”. Los aciertos se le valorarán, los errores recaerán en ella.

***

Todos estos movimientos muestran mejor que cualquier encuesta que nos encontramos en medio de una transición política, después de doce años de continuidad en los lineamientos esenciales de la política nacional. Y la lectura de la mayoría de ellos habla del descenso de Massa y el fortalecimiento de Macri y, sobre todo, de Daniel Scioli.

@ulibosia

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