América Latina

22 marzo, 2015

“Hay que analizar con profundidad histórica y claridad estratégica lo que ocurre con Venezuela” (III)

Tercera y última parte de la entrevista a Javier Biardeau, profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Central de Venezuela. Aquí analiza los factores de defensa que tiene Venezuela, frente a la abierta injerencia de EEUU.

Tercera y última parte de la entrevista a Javier Biardeau, profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Central de Venezuela. Aquí analiza los factores de defensa que tiene Venezuela, frente a la abierta injerencia de EEUU.

– ¿Qué tareas tiene la Revolución Bolivariana ante esta situación?

– Desde mi punto de vista, Venezuela tiene cuatro factores que lo pueden ayudar a intentar el objetivo prioritario en este momento, que es derogar la orden ejecutiva de Barack Obama.

En primer lugar, un escudo geopolítico continental: lograr una integración y una unidad política férrea en defensa de la soberanía nacional. Creo que sería importante también la intervención del Papa Francisco. Sería importante que los pueblos católicos, los movimientos populares y los gobiernos le hicieran un llamado al Vaticano, para que hiciera un reclamo explícito a la derogación de la orden ejecutiva.

En segundo lugar, es importante desarrollar la fortaleza moral del pueblo venezolano en la defensa de su dignidad nacional y su soberanía, más allá de las adscripciones ideológicas, políticas y partidistas de cada quien. Hay un objetivo prioritario que es la defensa de tu Constitución y de tu país, ante una amenaza de orden internacional, en este caso de EEUU.

En tercer lugar, la movilización popular. La Revolución Bolivariana sólo ha disuadido a intervenciones de EEUU cuando ellos han calculado que los costos de cualquier injerencia son mayores que los beneficios. Es decir, en la medida en que hay mayor fortaleza y acumulación de fuerzas en los sectores populares venezolanos, es mucho más costoso políticamente intentar una intervención.

En cuarto lugar, un elemento clave del proyecto bolivariano es el nuevo papel de las fuerzas armadas, que es la unidad cívico militar. En América Latina se ha intentado sembrar la tesis de que hay una militarización de la política en Venezuela. Y lo que ocurrió -que lamentablemente no se ha comprendido adecuadamente- ha sido una transformación radical desde el punto de vista doctrinario respecto a las concepciones convencionales sobre el rol de las fuerzas armadas en América Latina, que históricamente han sido utilizadas fundamentalmente para reprimir los procesos de politización del movimiento popular.

En el caso venezolano, hay una doctrina de fuerte raigambre bolivariana, en la cual se señala que el rol fundamental de las fuerzas armadas es defender las garantías sociales. Es decir, que las fuerzas armadas no se despreocupen de las injusticias sociales. Y ese cambio doctrinal es una revolución silenciosa, que poco se ha estudiado como elemento de contrahegemonía. Obviamente, este es un camino hecho a medias, con sus propias contradicciones. Pero desde el punto de vista programático hay un conjunto de principios, objetivos e instrumentos de políticas que rompen completamente con la visión de EEUU.

– En este marco tan complejo, con actores y también tendencias de diverso signo, como pueden ser la necesidad de diálogo con sectores de derecha que no están de acuerdo con la injerencia de EEUU, pero también con la necesidad de profundizar la movilización y la organización del pueblo, ¿dónde queda el camino señalado por el presidente Maduro en torno a superar el Estado liberal burgués y construir el Estado comunal, que es el planteo de Hugo Chávez?

– Desde el punto de vista estratégico, no debería existir ningún tipo de duda en torno a la necesidad de profundizar el proceso bolivariano. Ahora, desde el punto de vista táctico, creo que hay que evaluar cuáles son las mejores condiciones para alcanzar objetivos intermedios que nos pueden llegar a hacer alcanzar los objetivos finales. ¿Por qué señalo esto? Porque hay tendencias en Venezuela que creen que se pueden alcanzar los objetivos finales sin pasar por un conjunto de mediaciones estratégicas y tácticas, que tienen que ver con las circunstancias políticas que uno tiene que aprovechar para generar procesos reales, concretos, de acumulación de fuerzas.

Yo no creo que haya una situación de flujo revolucionario, más bien creo que hay una recuperación del reflujo derivado de la pérdida física de su principal líder político. Y esa situación está muy influenciada y sobredeterminada por la estrategia de guerra y de sabotaje económico, que está golpeando en sectores cuyo compromiso con la revolución pasa mucho por la resolución inmediata de demandas y aspiraciones materiales.

Hay que hacer un análisis concreto de la situación concreta: comprender el diagrama de las fuerzas sociales en pugna en un momento específico y entender cómo se puede modificar ese diagrama en beneficio de tu propio proyecto. En este momento me parece muy difícil plantearle a la gente como elemento movilizador exclusivo la defensa de las orientaciones anticapitalistas del proyecto bolivariano.

Este es un momento fundamental para consolidar una unidad antiimperialista y por otro lado generar condiciones favorables para que el gobierno pueda tener al frente interlocutores de la oposición válidos para construir una agenda política mínima común, que permita mejorar las condiciones económicas, sociales y estabilizar la situación política del país a corto plazo. Si eso se logra, creo que son las condiciones propicias para plantearse objetivos de mayor envergadura, de mayor alcance.

A veces pecamos por exceso de voluntarismo o por defecto de voluntarismo. Pensar que hay que renunciar al proyecto de Chávez y que hay que convertir al proceso en una socialdemocratización de la Revolución Bolivariana. O por otro lado plantear un salto revolucionario sin tener la acumulación de fuerzas necesarias para abordar las exigentes tareas de construcción de otra sociedad sin considerar las graves deficiencias, vulnerabilidades y rezagos en el mundo productivo, el carácter rentista, atrasado y atrofiado de nuestra estructura económica y social.

Tenemos que producir esa mediación entre el país rentista y el país productivo, generando desarrollo económico con justicia social, donde el poder popular, la economía comunal, es un elemento clave de esa nueva economía productiva.

Este es el momento de unificar y generar un debate político en profundidad y en altura sobre la encrucijada que se está viviendo actualmente en el país y colocar, eso sí, un método de reflexión, debate y contribución que en vez de agriar el clima lo que hace es enriquecerlo y fecundarlo para encontrar salidas y contribuir a apoyar al gobierno.

El gobierno de Nicolás Maduro no sólo heredó la potencia simbólica del legado de Chávez, sino que también se está enfrentando a circunstancias y desafíos inéditos, incluso de cambios de correlaciones de fuerzas internacionales, que implican que tenga que maniobrar con mucha mayor prudencia frente al escenario internacional.

Para cerrar, te diría que hay que apoyar críticamente al gobierno y que la crítica sea concebida como un elemento necesario para proponer alternativas a quienes tiene que tomar decisiones. La crítica no puede ser el pretexto para contribuir a deslegitimar al gobierno bolivariano, así sea de manera muy tangencial.

Uno tiene que ser muy responsable en estos momentos. Hay que discutir no sólo la dimensión política del compromiso con el proceso bolivariano, sino también la dimensión ética, la responsabilidad de lo que uno está haciendo para mejorar la correlación de fuerzas en favor del proyecto bolivariano. Eso sí, sin desconocer que la reflexión crítica, las propuestas, las alternativas, son importantes.

Fernando Vicente Prieto, desde Caracas – @FVicentePrieto

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