20 marzo, 2015
La elección del miedo: Una doble victoria de Netanyahu
Por Sergio Yahni, desde Jerusalén. Benjamin Netanyahu logro ganar las elecciones del 17 de marzo al politizar un proceso electoral que se enfocaba en las cuestiones personales del próximo primer ministro. La oposición apuntaba al comportamiento personal de Netanyahu, pero este respondió con una promesa de apartheid, aislamiento y odio, para la cual la oposición no tenía respuestas.

Por Sergio Yahni, desde Jerusalén. Benjamin Netanyahu logro ganar las elecciones del 17 de marzo al politizar un proceso electoral que se enfocaba en las cuestiones personales del próximo primer ministro. La oposición apuntaba al comportamiento personal de Netanyahu, pero este respondió con una promesa de apartheid, aislamiento y odio, para la cual la oposición no tenía respuestas.
Estas fueron elecciones caracterizadas por el miedo y el estancamiento. Netanyahu llevo adelante una campaña que promovía el miedo a los árabes y al Oriente Medio. La oposición laborista, que fue rebautizada como “Unión Sionista”, desarrollo su campaña sobre el temor que muchos israelíes tienen del impacto internacional de un nuevo gobierno encabezado por Netanyahu. Los resultados reflejan el estancamiento de la política israelí.
El Likud logró una victoria incuestionable, superando a la Unión Sionista por seis escaños y no se espera que Netanyahu cambie su decisión de formar una coalición nacionalista de derecha junto con los partidos Kulanu, el hogar judío, Yisrael Beitenu, Shas y Judaísmo de la Torá.
Sin embargo, las elecciones de 2009 y 2013 también dieron lugar a escenarios parlamentarios similares en los que la derecha y bloque de partidos ultra-ortodoxos lograron una mayoría absoluta en la Knesset (Parlamento). Pero en esos casos, Netanyahu optó por formar gobiernos de coalición con partidos de centro y de centro-izquierda.
Esta decisión había sido guiada por temor a que los gobiernos norteamericanos y europeos actúen respetando la opinión publica que demanda una determinación mayor de la comunidad internacional con respecto al conflicto palestino-israelí.
Los atentados de París y Copenhague, la creciente islamofobia en la opinión publica occidental y la reacción europea y norteamericana a la crisis social y política en el Medio Oriente permitieron que Netanyahu radicalice su discurso como instrumento de galvanizar el seguimiento electoral.
Es también importante tener en cuenta que en estas tres ultimas elecciones el Likud se encuentra en una desesperada batalla cuesta arriba. Desde el 2009 al 2013 la representación parlamentaria del partido de gobierno creció solamente en tres escaños mientras que la representación parlamentaria del Partido Laborista se multiplicó. Más dramáticamente, mientras que la representación del bloque de partidos del centro y centro-izquierda creció de 16 escaños en el 2009 a 29 de hoy, la representación política de la derecha y extrema derecha disminuyó en cinco.
Sin embargo la Unión Sionista y Meretz se sienten derrotados, y su derrota es de carácter político. La Unión Sionista, junto con Meretz y los partidos de centro, podría bloquear cualquier gobierno de Netanyahu si tuviera el apoyo de la Lista Árabe Unida. Se trata de un bloque de 63 diputados. Pero la campaña de Netanyahu se adelantó a tal posibilidad radicalizando la animosidad anti-árabe en el público judío. Ni la Unión Sionista ni los centristas de Yesh Atid y Kulanu estarían de acuerdo en formar parte de un bloque político que tuviera el apoyo de los palestinos ciudadanos de Israel que votaron mayoritariamente por esa lista.
Netanyahu se ha convertido en el líder, el símbolo y el rostro de régimen post-intifada de Israel. Tras el fracaso de la ofensiva militar de Ehud Barak en contra de la Autoridad Palestina en el 2000, los líderes israelíes optaron por el apartheid con el objetivo de mantener la supremacía sobre los territorios bajo su control en los cuales no hay una mayoría judía: Cisjordania y Gaza, la Galilea y el Negev.
En estas elecciones, Netanyahu centró su campaña en la necesidad de reforzar el control israelí sobre la población palestina en Cisjordania y dentro de la línea verde. Al mismo tiempo ató en su discurso las contradicciones de Israel a las crisis regionales transformando temores existenciales en pánico.
La oposición, que no tiene una alternativa al apartheid, probó promover el miedo a Netanyahu como persona, su comportamiento corrupto y el estado de ebriedad su esposa. Esta estrategia tuvo su impacto durante la campaña ya que el público israelí está realmente harto de la conducta corrupta del primer ministro. Por eso en los últimos días de la campaña, el candidato del Likud se vio obligado a arrastrar el debate en el ámbito político ya que las encuestas del 13 de marzo predecían un desastre electoral.
En su ultima fase, la campaña de Netanyahu prometía profundizar el apartheid y el aislamiento mientras afirmaba que la oposición intentaba derrocar un gobierno nacionalista con el apoyo de ONGs de izquierda y denunciaba que los ciudadanos palestinos votaban por ser socios de una conspiración en contra de Israel.
La oposición no tenia respuesta políticas a estas denuncias y en los últimos tres días de la campaña Netanyahu logró una doble victoria: se convirtió en el líder del mayor partido político, al tiempo que intimidaba a los partidos de centro y de centro-izquierda para que estos se abstengan de formar un gobierno con la Lista Árabe Unida, apoyada principalmente por ciudadanos palestinos. En cinco días Netanyahu consiguió ganar un nuevo gobierno.
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