5 marzo, 2015
«En el fútbol hay varias violencias, no sólo de la barra brava»
Notas entrevistó a la doctora Verónica Moreira, investigadora del CONICET y docente de la UBA, quien se ha dedicado a la sociología de la cultura y el deporte en Argentina, para analizar el fenómeno de la violencia en el fútbol a partir de los incidentes recientes en el estadio de Laferrere.

“La violencia en el fútbol” se ha vuelto el nombre de algunas secciones online de los diarios argentinos. Reiteradamente se escucha y se lee a periodistas que desde una moral desdoblada opinan con indignación acerca de “los violentos” que maltratan al fútbol, ese deporte de amplio público que, culpa de la barbarie de algunos, se está quedando sin la familia como unidad básica de las tribunas.
Siempre sucede que en la información periodística de mayor circulación, la violencia física vela otro tipo de agresiones sociales sobre la subjetividad de las personas.
Laferrere y Dock Sud son dos equipos que militan la cuarta categoría del fútbol argentino, la primera C. En el último partido entre ambos, la hinchada de «Lafe» se enfrentó con la policía con un saldo de varios heridos, detenidos y la cancha suspendida por todo el campeonato.
Las preguntas, entonces, deben cambiar el enfoque para obtener respuestas que echen mayor claridad: no estamos hablando de clubes con un manejo de caja con montos elevados, la disputa debe estar siendo atravesada por otros idearios y negocios que nada tienen que ver con un fútbol romántico.
Sobre la dimensión cultural de las prácticas de las hinchadas y sobre el rol del Estado le preguntamos a la doctora Verónica Moreira, investigadora del CONICET y docente de la UBA, quien junto a José Garriga Zucal y Pablo Alabarces se han dedicado a la sociología de la cultura y el deporte en Argentina. Más de una década llevan descifrando e interpretando los detrás de escena en los enfrentamientos y la legitimidad que se construyen los denominados barrabravas, pero aún siguen esperando que la política pública tome seriamente sus conclusiones.
– ¿Cuál es el entramado que se teje detrás del enfrentamiento entre barras de clubes que no manejan grandes cantidades de dinero ni movilizan una hinchadas de miles?
– Para mí hay una cuestión que está relacionada con la exposición del tan mentado “aguante”. Para mostrar la posesión de esta suerte de bien o valor en el campo de las hinchadas (pensando la idea de campo y capital de Bourdieu), los hinchas tienen que exponer no sólo las habilidades físicas sino también su valentía (algo que se expresa nativamente como “ir al frente”, “tener huevos”, etc.).
Garriga Zucal trabajó muy bien el tema de la construcción de la masculinidad a partir de la perspectiva nativa que sugería la división entre “machos” y “putos”, los primeros como hombres aguantadores y los segundos como aquellos que no aceptaban los combates y “huían” de los enfrentamientos.
Habrán escuchado que las canciones de cancha están plagadas de metáforas que aluden a la degradación del otro (“corrimos a”, “cogimos”, etc.). Hay distintas vías para afirmar la superioridad de los hinchas (y de la hinchada) en esta suerte de combate permanente contra otros hinchas e hinchadas de equipos rivales, la idea es afirmarse como EL grupo con más aguante (en términos de las disputas físicas, el duelo de cantos en el estadio, cuántos seguidores lleva cada equipo, quién alienta más, quién hace la mejor fiesta en el estadio, etc.).
El duelo entre grupos distintos es estructurante del fenómeno futbolístico y se produce de distintas formas (cantos, fiesta, peleas, etc.) y con múltiples actores (no sólo la gente de la barra). Lo que sucede es que lo que hace la barra es más visible porque generalmente eligen agarrarse a piñas y/o a tiros porque la violencia es un recurso legítimo (no es el único recurso, tienen varios).
Laferrere mueve muchísima gente, es la hinchada más importante de la primera C. Así que si bien no hay mucho dinero en comparación con River o Boca, hay una disputa por el prestigio. La barra es un grupo de pertenencia que hace de la violencia física un signo de su identidad. Y muchos hombres y jóvenes quieren pertenecer a dicho grupo por distintos motivos: diversión, solidaridad, contención, poder. Además, los jefes (y otros hombres trascendentes en el grupo) construyen poder. Se hacen famosos entre sus pares y entre políticos, dirigentes, personas influyentes.
– ¿Qué tipo de medidas debería tomar un Estado preocupado por apoyar al fútbol entendido en su dimensión cultural?
– En primer lugar, considerar la participación en el problema de “La violencia en el fútbol” de todos los actores sociales. Ahora se está hablando más de la relación con la política tradicional pero también hay que poner en escena a los políticos, dirigentes, policías, los hinchas comunes (porque la violencia no se limita únicamente a la barra, lo mismo digo para los policías y para el resto de los actores).
El tema de la violencia es una larga discusión, pero en síntesis diría que hay muchas formas de generar violencia o hay varias violencias, no sólo de la barra y a golpe de puños y con armas. En síntesis, como digo siempre: la violencia de la barra es un emergente de una trama de relaciones entre distintos actores sociales del fútbol. El Estado no debería tomar medidas inmediatas, efectistas, que sólo buscan paliar el problema de forma rápida y con tono represivo o a través de prohibiciones.
– ¿Cómo opera en una posible solución suspender un estadio o evitar los visitantes en los partidos?
– Estas son medidas que no resuelven el problema. Se estigmatiza al hincha, cuando en verdad deberían sumar a todos los participantes del fútbol, incluso a los periodistas.
Ana Clara Azcurra Mariani, licenciada en Ciencias de la Comunicación – @serserendipia
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