Nacionales

5 marzo, 2015

Córdoba no para… de inundarse

Después del duro golpe que recibieron localidades de las Sierras Chicas la lluvia no paró y los daños continuaron en el resto de la provincia. Con el pasar de los días, la gravedad de la situación se extendió al sur, al este y al norte provincial, dejando algunas localidades totalmente evacuadas y aisladas.

Después del duro golpe que recibieron localidades de las Sierras Chicas la lluvia no paró y los daños continuaron en el resto de la provincia. Con el pasar de los días, la gravedad de la situación se extendió al sur, al este y al norte provincial, dejando algunas localidades totalmente evacuadas y aisladas.

Los problemas comenzaron con las inundaciones, las nueve personas fallecidas y los evacuados en las Sierras Chicas luego del temporal que azotó a la provincia el 16 de febrero. Los 300 milímetros caídos en 12 horas dejaron un panorama desolador en Córdoba que ante esta situación desembolsó toda la solidaridad del pueblo.

Numerosas brigadas se armaron para ayudar a quienes lo necesitaban; infinidades de donaciones fueron recibidas por quienes habían perdido todo, o casi todo. Mientras tanto, el gobierno de la provincia fue duramente criticado: por un lado, por quienes no recibieron ayuda en ningún momento, y por el otro, quienes la recibían, debían firmar un documento que les impedía realizar algún reclamo posterior.

Pero la cosa empeoró. En los últimos días nuevas lluvias se hicieron presentes a lo largo y ancho de la provincia. A las Sierras Chicas se sumaron las ciudades afectadas por la crecida del río Ctalamochita, con Villa María y Bell Ville entre ellas. Al este cordobés, los departamentos de Río Primero y San Justo sufrieron importantes daños, entre ellos San Francisco y Balnearia, ésta última muy afectada, con más de 450 evacuados y grandes extensiones rurales sumergidas en el agua. Más al sur, el departamento Unión soportó graves daños. Aquí se encuentra Idizábal, localidad que fue completamente evacuada tras el temporal. Punilla, por su parte, también se vio afectada por las lluvias.

A la hora de entender estos hechos no se puede ignorar el modelo de desarrollo provincial como intentó hacer el gobernador José Manuel de la Sota. Tanto a nivel urbano como rural, las políticas públicas durante los años del delasotismo fueron dirigidas siempre hacia sectores particulares. El modelo de explotación y extractivismo de bienes comunes fue la bandera enarbolada por el gobernador desde que ganó las elecciones en el año 1999.

La ubicación de Córdoba como segunda productora de soja a nivel nacional, tanto por superficie sembrada como por cantidad producida, tiene sus consecuencias. Las advertencias que desde variados puntos se hacían sobre el tema no fueron oídas. Hace tiempo, tanto profesionales como diversas organizaciones, plantean los riesgos que este modelo de producción puede traer para la sociedad. Sin embargo, las políticas delasotistas siguieron siempre firme a sus convicciones.

Basta recordar el manoseo que sufrió la Ley de Bosques, cambiada a último momento para favorecer los intereses de unos pocos. La tasa de desmonte, del poco monte que queda en la provincia, es alarmante. El efecto «esponja» que brinda el bosque, como uno de los factores fundamentales, queda así eliminado. El agua que cae durante las precipitaciones no es retenida por la masa forestal y expulsada gradualmente (efecto esponja), sino que, por el contrario, ésta escurre violentamente por el desnivel en grandes cantidades.

El no contar con el bosque también implica que el agua caiga directamente sobre el suelo, produciendo lo que se conoce como «planchado», lo que hace que el agua no infiltre, sino que escurra por la superficie, como si se tratara de asfalto.

En este punto, el gobernador salió a desvincularse de las acusaciones de vecinos y vecinas que le reclamaban que la tragedia pudo evitarse. En algunas declaraciones mencionó que los mayores problemas los tuvieron en los sectores con mayor población forestal, algo muy poco convincente y criticado por distintos especialistas. El panorama se agravó cuando, tras discutir con una vecina, terminó inculpando al fundador de Villa Allende por las inundaciones.

La falta de inversión en infraestructura y en mecanismos para prever este tipo de situaciones sigue siendo preocupante. El gobierno provincial continua impulsando un modelo de desarrollo urbano para los inversores amigos. En los últimos años el modelo de desarrollo fue dirigido por grupos empresariales que buscan sacar el mayor provecho económico a las facilidades que se les brinda desde el poder político, tanto a nivel municipal como provincial. De esto, da cuenta la numerosa cantidad de asambleas que emergieron en estos años, con distintas reivindicaciones, pero con el modelo de desarrollo impulsado por el delasotismo como problema de fondo.

La solidaridad del pueblo cordobés sigue siendo protagonista en estos días. La falta de políticas públicas para evitar estas situaciones es compensada con cuerpos trabajadores que ayudan a quienes lo necesitan.

 

Santiago Freytes, desde Córdoba

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