Batalla de Ideas

2 marzo, 2015

1M: Un inventario de la gestión y una apuesta a la polarización

Por Ulises Bosia. Un nuevo balance de “la década”, que sostiene la tendencia a la polarización y pone en el centro de la escena la gestión pública como clave decisiva para acumular poder político en la Argentina actual. El análisis del discurso de la presidenta en la apertura de sesiones legislativas.

Por Ulises Bosia. Un nuevo balance de “la década”, que sostiene la tendencia a la polarización y pone en el centro de la escena la gestión pública como clave decisiva para acumular poder político en la Argentina actual. El análisis del discurso de la presidenta en la apertura de sesiones legislativas.

Tal como acostumbró Cristina a lo largo de los años, el último discurso de apertura de las sesiones legislativas de este segundo mandato hizo hincapié en los principales logros de su gestión. Economía, salud, educación, ciencia y tecnología, transporte, aerolíneas, ANSES, las distintas áreas del gobierno se fueron sucediendo para dejar al oyente una disyuntiva que buscó interpelar directamente y diluir escenarios de cambios radicales: “¿Estás mejor o peor que en 2003?”

No es la primera vez que la presidenta plantea un balance de su gestión desde este punto de vista. La idea de “década ganada” fue justamente una primera formulación de este planteo, que tiene al finalidad de ubicar a las elecciones presidenciales como un plebiscito de su gestión, tal como manda el manual de todo oficialismo.

La presidenta busca hacer empalmar su gobierno con las ansias de progreso y ascenso social que son, probablemente, las expectativas que más ranquean en nuestra sociedad, donde la clase media ejerce una hegemonía cultural notable.

Pero Cristina juega dos partidos al mismo tiempo. Por un lado la continuidad de su proyecto político al frente del Poder Ejecutivo, enfrentando a los adversarios internos y externos, y por otro lado la lucha por el recuerdo que quedará de sus mandatos, el carácter de su legado en la memoria colectiva nacional. Las próximas elecciones y la Historia.

A diferencia de las elecciones de 2007 y 2011, todo indica que en este 2015 la presidenta decidió encarar el escenario electoral agudizando la polarización política y social que volvió a establecerse en el centro de la escena nacional tras el fallo de Griesa y la muerte de Nisman. Las críticas abiertas a la Corte Suprema y a su titular Ricardo Lorenzetti, muy duras, así como una nueva denuncia del “partido judicial” dejan entrever la continuidad de una postura beligerante. A esta altura está claro que Cristina no piensa bajar sus banderas antes de retirarse del gobierno.

¿Está priorizando de esa manera su legado por sobre un triunfo electoral? Es difícil de creer, y sobre todo es poco realista para un grupo político que construyó su hegemonía sobre la base de la gestión del Estado.

¿Cómo se entiende entonces? Es su naturaleza, quizás podría simplemente decirse, aunque eso subestimaría la capacidad de la presidenta como estratega política. En realidad la tendencia a la implosión del massismo y del FAUNEN, por un lado, y el ascenso del macrismo por otro componen una pintura que no desagrada a las cabezas del kirchnerismo, que así se blindan por izquierda.

Y ese escenario tiene una virtud adicional: obliga a cualquier candidato del Frente para la Victoria a polarizarse también. En otras palabras, permitiría apuntalar durante toda la campaña presidencial la lealtad de Scioli o de Randazzo al proyecto kirchnerista.

La estrella de la política nacional es la gestión

Aunque parezca raro para una dinámica política tan polarizada, si se escucha con atención los discursos de Cristina y de Macri de apertura de las respectivas sesiones legislativas, y también las opiniones permanentes de Scioli y Massa, puede encontrarse un denominador común: hoy el poder político se acumula en gran medida a partir de la gestión pública.

Cualquiera de los cuatro podría adscribir a la idea de que la finalidad de la política es “solucionar los problemas de la gente”, “poner al Estado al servicio de la sociedad”. Lógicamente al hacerlo aparecen las diferencias entre unos y otros. Pero cuando la presidenta insiste en que no recuperaron el control de YPF por un afan estatista, sino por la necesidad dictada por el déficit energético, o cuando plantea el retorno de la administración estatal de los ferrocarriles no por una cuestión ideológica, sino porque es lo que surge al hacer números, encuentra un punto de contacto con los discursos opositores.

Todos los oficialismos se sienten fuertes en esa materia. Macri con sus metrobuses, Massa con sus cámaras de seguridad, Scioli con su ejército de diez mil nuevos policías, Cristina con la Asignación Universal por Hijo. Es una marca de los cambios que vivió nuestro país en los últimos 15 años. Si en 2001, 2002 o 2003 el eje estaba en la desacreditación del Estado como gestor, en 2015 las distintas propuestas políticas disputan por quién puede gestionarlo de mejor manera.

Desde la izquierda, el campo popular y el progresismo se mostraron mayores dificultades que desde la derecha para asumir esta realidad, como expresa de manera paradigmática el éxito del PRO. Presos del consignismo, de la desconfianza en las políticas públicas y de una forma libresca de entender la relación entre la ideología y la política, las izquierdas y el progresismo llegan a 2015 en muy malas condiciones.

La brecha entre las izquierdas y el progresismo con el ejecicio del poder político resaltan aún más al evaluar experiencias como la del chavismo en Venezuela o la del MAS en Bolivia, caracterizadas en primer lugar por lograr gestionar exitosamente el Estado en beneficio de los sectores populares. Esta intuición permitió también la llegada de Syriza al gobierno griego e inspira a los dirigentes de PODEMOS para hacer lo mismo en España. En nuestro país en cambio, fuera de los sectores del campo popular alineados con el kirchnerismo, muy pocos parecen haberlo comprendido.

Mientras tanto la presidenta se prepara para concluir su mandato desplegando altas dosis de inciativa política, como muestra la sanción de una nueva ley de inteligencia y la recuperación de la administración de los ferrocarriles. Además, tras 12 años de gestión, lograr una movilización contundente como la del domingo, refuerza su fortaleza y liderazgo y convida a pensar que su figura será central en la próxima etapa ya sea desde el gobierno, fuera del gobierno o contra el gobierno.

 

@ulibosia

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Batalla de Ideas