24 febrero, 2015
19F y después
Por Ulises Bosia. ¿Cómo es el día después del 18F? La reaparición de la polarización social en un año electoral, sus consecuencias para la sucesión presidencial y el debate sobre la ubicación de las organizaciones del campo popular.

Por Ulises Bosia. ¿Cómo es el día después del 18F? La reaparición de la polarización social en un año electoral, sus consecuencias para la sucesión presidencial y el debate sobre la ubicación de las organizaciones del campo popular.
Desde 2013 el país parecía encaminarse a un recambio conservador relativamente ordenado, con un gobierno que había girado hacia la derecha y abandonado las promesas de “profundizar el modelo”. Por detrás del crecimiento de Scioli, Massa y Macri operaba una fuerte ofensiva de sectores empresariales. En contratendencia, conflictos sociales como la huelga docente en la provincia de Buenos Aires o la lucha contra los despidos y suspensiones en la rama automotriz trazaban una perspectiva de resistencia al sentido general del momento político.
Se procesaba así una pérdida de hegemonía del kirchnerismo, principalmente por derecha, como es la regla de la década en Argentina y en toda América Latina, pero también en una medida menor por izquierda. El crecimiento del Frente de Izquierda en las elecciones legislativas fue una expresión electoral de este proceso que incluso podía encontrarse en el discurso de los candidatos más reaccionarios como Massa, quien para empalmar con el clima del momento debió hacer incapie en reclamos obreros como el fin del impuesto al salario.
Sin embargo el inicio de 2015 cambió el escenario. La denuncia y posterior muerte de Nisman fue el inicio de una vertiginosa aceleración de los acontecimientos políticos que trajo aparejada la reaparición en el centro de la escena de la polarización política y social que caracteriza a la sociedad argentina desde, al menos, 2008.
A un 18F de claro contenido opositor y al pedido de imputación a Cristina por el fiscal Pollicita, le sucedieron la confirmación del procesamiento de Boudou en la causa Ciccone y un nuevo fallo favorable al Grupo Clarín contra la aplicación de la ley de medios.
Esta sucesión de hechos fue retrucado por una carta de la presidenta caracterizando la movilización como “el bautismo de fuego del partido judicial”, una suerte de partido militar del siglo XXI. Además el kirchnerismo se prepara para movilizarse el 1 de marzo al Congreso para acompañar el discurso de Cristina en el inicio de las sesiones legislativas.
En este marco, y aunque hasta ahora el gobierno no varió sustancialmente su política, la escena nacional sufre una fuerte presión que tiende a ubicar a la variedad de fuerzas políticas, sin importar ni su voluntad ni la variedad de sus posiciones, en los campos del kirchnerismo y el antikirchnerismo.
Ante esta situación, conjuntamente con una situación de repliegue de las luchas populares que es causa y consecuencia a la vez de la polarización, la pérdida de hegemonía del gobierno se canaliza en el campo del antikirchnerismo, es decir, de una manera fundamentalmente regresiva y derechista.
Como a lo largo de la década kirchnerista, la política de las organizaciones del campo popular queda presa de una división social que no representa la lucha del pueblo trabajador contra sus explotadores locales y extranjeros, ni tampoco las divisiones entre izquierda y derecha u otras similares.
En este marco, es un deber de primer orden de la militancia popular combatir cualquier opción de restauración conservadora, tanto por dentro como por fuera del Frente para la Victoria, y al mismo tiempo fomentar un debate sobre las responsabilidades de un gobierno que creó las condiciones de la actual situación política al apostar una y otra vez a un acuerdo con los sectores dominantes.
Año impar
Las grandes movilizaciones de la clase media urbana opositora que precedieron a la del miércoles pasado se dieron en 2008 (lock out agrario) y 2012 (cacerolazos). Años pares, es decir, años no electorales, y además, años consecutivos a los grandes triunfos en las urnas de Cristina. Ante las derrotas electorales fueron las respuestas posibles en el terreno de las calles, que le dieron aire a los triunfos opositores del 2009 y 2013 en la decisiva provincia de Buenos Aires.
El gobierno eligió en ambos casos polarizarse contra las manifestaciones, para adoptar a continuación un discurso más conciliador ante las elecciones, lo que se explica por la necesidad de persuadir a un sector de las clases medias que no se identifica ni con el kirchnerismo ni con el antikirchnerismo.
Sin embargo ahora el 18F se da en un año impar, y además en la antesala del recambio presidencial más importante en 12 años. Si la política insinuada estas semanas tanto por el gobierno como por la oposición y los poderes fácticos continúa, entonces nos encaminaremos a una elección polarizada, algo similar a lo que ocurrió en Brasil.
La principal incógnita aquí es cómo podría afectar esto la interna del Frente para la Victoria. O en otros términos, ¿Scioli dejará de lado el evangelio de la concordia y la unidad y se propondrá como mosquetero kirchnerista? ¿Será esa una opción confiable para Cristina y, sobre todo, para su base social?
Los beneficiados y los perjudicados
A priori, tanto para el macrismo como para el kirchnerismo una elección polarizada no sería un mal escenario. Ambas fuerzas se eligieron como contrincantes y se definen a sí mismas a partir del rechazo de la otra. El PRO es el “antipopulismo”, el kirchnerismo “el rechazo de la vuelta a las noventa”.
Massa originalmente había optado por una estrategia de cambio parcial, reconociendo algunos elementos de la década y cuestionando otros. Es decir, un discurso que apostaba a cuestionar la polarización. Era justamente una propuesta de salida de la crispación, “el futuro”.
Pero a medida que el escenario de polarización se profundiza, las virtudes de este discurso empiezan a convertirse en una gris indefinición, sobre lo que el macrismo machaca tarde, mañana y noche: “Era el jefe de gabinete de Cristina”. Los intentos de Massa por cambiar de estrategia pasando a instalar la idea de “un país distinto” dan cuenta de esta situación pero son tardíos e impostados. Además Macri es el mejor ubicado para capitalizar el espíritu antipolítico y antiperonista de la clase media “republicana”.
El diario Clarín publicó el domingo una encuesta que ubica a Macri liderando las preferencias por primera vez. Es decir que ya tomó partido en la interna de la oposición. Además el acuerdo de Macri con Reutemann, que blanquea un apoyo que en los hechos ya existía, le da un espaldarazo importante en Santa Fe y lo muestra un poco menos antiperonista. Es una tendencia que alimenta los pronósticos de mayor polarización.
@ulibosia
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.