Cultura

13 enero, 2015

Charlie Hebdo, profetas y los límites de South Park

Los ataques perpetrados por grupos de fanáticos musulmanes en diferentes blancos en Francia despertaron la memoria de muchos. South Park hace unos años encendió la mecha. En mucha menor medida Los Simpson hicieron un amague. Un breve repaso del humor animado y los credos religiosos.

Los ataques perpetrados por grupos de fanáticos musulmanes en diferentes blancos en Francia despertaron la memoria de muchos. La gota que rebalsó el vaso, el semanario satírico Charlie Hebdo, no fue la primera ni será la única burla gráfica a alguna figura religiosa. South Park hace unos años encendió la mecha. En mucha menor medida Los Simpson hicieron un amague. Un breve repaso del humor animado y los credos religiosos.

Es difícil delinear una historia en el tiempo de las sátiras políticas y religiosas y las represalias que desataron. Habría que remontarse a siglos y siglos atrás en el tiempo. Sin embargo es fácil suponer que el fenómeno se agudizó tras la proliferación de los televisores, las computadoras y sobre todo la internet.

Actualmente es fácil que un creyente musulmán asentado en Asia menor se entere de qué adorna la tapa de un pequeño semanario francés gracias a la tecnología. Es así como llegamos al día de hoy, cuando los restos de la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo aún están humeantes en pleno centro parisino.

Tal vez esto fue lo que temieron los ejecutivos de la señal norteamericana Comedy Central al recibir los guiones de los capítulos 200 y 201 de la serie animada South Park allá por 2010. Reconocida mundialmente por su humor desfachatado e irrespetuoso con cualquier credo, religión, ideología política y básicamente rasgo humano sea cual sea, parecía no dar marcha atrás con los pedidos de los directores. Tanto es así que sus creadores, Trey Parker y Matt Stone, recibieron sendas amenazas de grupos de radicales islámicos de Nueva York y Malasia. Fue entonces cuando el canal prácticamente tuvo que sacar un Decreto de Necesidad y Urgencia para que los ideólogos del programa decidieran dar un paso al costado y se modificara el guión.

¿Qué era tan grave?¿Cuál era la falta de respeto que podía desatar una masacre en suelo norteamericano con dos retorcidos artistas? Básicamente, retratar a Mahoma, profeta del Islam. Sin embargo, esta es una interpretación algo simplista del tema. De lo que hablan algunos textos islámicos (hadith) y no explícitamente el Corán (texto sagrado de la religión musulmana) es de la prohibición de representar al profeta puesto que este es incogniscible, es decir, nadie lo vio, por lo que sería imposible representarlo.

La representación, para esta religión (como para la judía y algunas ramas del cristianismo protestante) es un intento de imitar la gracia de Dios. Es por esto que en las mezquitas (así como en los templos judíos y las iglesias cristianas protestantes) no hay imágenes de seres que posean almas, tales como los animales y los humanos. Ni por supuesto profetas. Con esto se pretende, en las tres religiones, combatir la idolatría.

La gravedad del asunto radicó en que ni productores ni fanáticos religiosos sabían qué se traían en manos Parker y Stone. El precio a pagar por la blasfemia (la pena de muerte) se cobra cuando la representación supone un mensaje de odio hacia el Islam. En el mundo occidental esto se tuvo que lamentar con la muerte de Theo Van Gogh, sobrino bisnieto de Vincent Van Gogh y cineasta holandés asesinado por un fanático musulmán.

Ayatola Los SimpsonCon este precedente fue que, finalmente, los episodios de South Park con la participación del profeta Mahoma salieron al aire, aunque tapando al fundador de esta fe con un gran rectángulo negro en un episodio y un disfraz de oso de peluche en el otro. La trama de los capítulos lejos estaban de profesar un mensaje de odio y discriminación hacia la fe islámica. Todo lo contrario, intentaban poner paños fríos en el asunto como siempre lo hizo la línea política del show a lo largo de su historia. Sin embargo poco quisieron arriesgarse productores y ejecutivos del canal tras ver la suerte del cineasta descendiente del pintor holandés.

Esto también lo intuyeron muchos años atrás los productores y guionistas de Los Simpson. Históricamente más tibia, la serie creada por Matt Groening a fines de los años 80 en su recordado episodio Two Bad Neighbors (de 1996, aquel en el que aparece el ex-presidente de los Estados Unidos George Bush) amagó con mostrar una imagen del Ayattolah en una remera. La misma rezaba, muy ingenuamente “Ayatollah A*saholla”, algo así como “Ayatollah B*ludola”.

Dicha ridiculización estaba dirigida a las máximas autoridades espirituales e intelectuales del clero chií duodecimano, es decir una especie de segundo rango al profeta divino, como si en el catolicismo existiera un Papa etéreo y un cura supremo fuera su representante en la tierra. Naturalmente, los guionistas del show decidieron ahorrarse un disgusto y censuraron el insulto de la simpática y herética prenda.

La demonización del Islam en las series animadas, sobre todo norteamericanas, lejos están de pasar desapercibidas y ser pocas en número. Basta con mirar un capítulo al azar de series como Family Guy o American Dad (ambas de la factoría Seth McFarlane) para notar esto. Con personajes arquetípicamente árabes, se tiende a caricaturizar a estas minorías empujándolos al estereotipo de extremistas religiosos. Sin embargo, este tipo de satirización está apuntada más al público del programa que a los propios sujetos a parodiar.

Son los televidentes occidentales los interpelados a partir del guión, quedando en off side por verse reflejados en los personajes disparatados de Stan Smith, el agente xenofóbico y fanático republicano de American Dad o en el ignorante Peter Griffin de Family Guy.

Es necesario preguntarse entonces a qué apuntaba el semanario Charlie Hebdo, cómo es que (por suerte) no hay un 7E en cada oficina de la Fox (una cadena abiertamente republicana y hasta en abierta guerra contra el mundo islámico hace años) cada semana: si a la interpelación hacia el ilustrado hombre europeo y occidental o a la estigmatización de la salvaje minoría extremista. Sea cual fuere la opción, esperemos que no sean las balas las que amaguen las respuestas.

 

Iván Soler – @vansoler

 

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