29 diciembre, 2014
El duende de tu son está de luto, che, bandoneón
Este domingo 28 de diciembre un comunicado de la Asociación Argentina de Intérpretes confirmó el deceso del prestigioso compositor y bandoneonista Leopoldo Federico, de 87 años de edad. Adiós a una auténtica leyenda tanguera.

En un mes signado por la pérdida de otra enorme figura tanguera (el pasado 21 de diciembre falleció Horacio Ferrer), este domingo 28 de diciembre un comunicado de la Asociación Argentina de Intérpretes, de la que Leopoldo Federico era presidente, confirmó el deceso del prestigioso compositor y bandoneonista, en horas de la madrugada en el Sanatorio de la Trinidad, a los 87 años.
Federico, considerado casi unánimemente como el mejor bandoneonista de la historia, era una auténtica leyenda del tango y podía envanecerse de haber tocado con todos los próceres de la canción ciudadana. Nacido un 12 de enero de 1927 en el barrio de Once (o de Balvanera, según otros biógrafos), el músico comenzó a abrirse camino desde muy temprano. Su debut profesional fue con la orquesta típica Di Adamo-Flores, pero el primer gran paso es a partir de la convocatoria del maestro Juan Carlos Cobián, cuando aún no contaba con 20 años.
En 1946 es convocado para integrarse como primer bandoneón a la orquesta del gran pianista Osmar Maderna. Por esos años también pasa por las formaciones de Héctor Stamponi, Lucio Demare, Mariano Mores, Carlos Di Sarli, Horacio Salgán y Alberto Marino. Poco tiempo después funda su propia orquesta, que codirige con el reconocido pianista Atilio Stampone.
En 1955 fue convocado por Piazzolla para reemplazar a Roberto Pansera en su Octeto Buenos Aires. Federico recuerda a Piazzolla como uno de los grandes-grandes, aunque reconoce que sólo lo “vuelven loco” algunas etapas de Piazzolla: “Es que dentro de Piazzolla hay dos músicos diferentes. Uno que me vuelve loco: la orquesta del 46 o el quinteto, pero como compositor escribió algunas cosas que no me enganchan. Repite tres minutos de una base, dos minutos de otra, una melodía, unos ruiditos y se acabó la obra. El Astor que me vuelve loco es el de la orquesta de cuerdas”.
A poco de grabar su primer disco solista, en 1959, comenzará con la relación artística que lo hará dar el gran salto de popularidad. Acompañando con su orquesta a Julio Sosa grabaron más de 60 temas para CBS Columbia, decenas de los se han establecido como versiones casi definitivas e insuperables. Entre estos éxitos de masividad arrolladora, gracias a la creciente popularidad de El Varón del Tango, se cuentan “La cumparsita” (en versión de Celedonio Flores), “El firulete”, “Mano a mano”, “En esta tarde gris”, “Qué me van a habar de amor”, “Rencor” o “Cambalache”.
La trágica muerte de Sosa en 1964 lo llevó a conformar con Roberto Grela el afamado Cuarteto San Telmo. En 1972 formó un trío con el pianista Osvaldo Berlinghieri y el contrabajista Fernando Cabarcos. Mientras tanto se mantuvo dirigiendo la Orquesta Estable de radio Belgrano durante más de una década y al frente de su propia orquesta típica, con la que continuó tocando hasta la actualidad.
Además de sus incomparables dotes como intérprete, Federico también supo componer numerosos tangos y milongas, entre los que se cuentan “Siempre Buenos Aires”, “Milonguero de hoy”, “Sentimental y canyengue”, “Tango al Cielo”, “Cabulero” y hasta un tanto dedicado a Minguito Tinguitella. También compuso la música para películas, siendo muy recordada su banda de sonido para el largometraje “Rosa de Lejos” (1980), obviamente basado en la famosa telenovela.
Ganador de múltiples premios, entre los que se incluyen un Gardel a la trayectoria y dos Grammy latino, en 2002 fue declarado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. En 2005 su Orquesta mereció el Premio Konex de Platino como el más relevante Conjunto de Tango de la década y en 2012 recibió tanto el premio Senador Domingo Faustino Sarmiento (que la Cámara alta entrega a “a personas físicas o jurídicas que mejoren la calidad de vida a los habitantes y a su comunidad”) como una distinción por su trayectoria de la Cámara de Diputados de la Nación.
Sus restos fueron velados en el Salón Juan Domingo Perón de la Legislatura Porteña.
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