América Latina

18 diciembre, 2014

Encuentro de la REDH: un nuevo paradigma para la vida colectiva (II)

El encuentro de la REDH celebrado en Caracas fue el escenario de muchos debates relacionados con la producción cultural y la acción política. En particular, uno de los temas que recorrió innumerables charlas durante el evento fue el lugar de los movimientos populares y su relación con el campo de la intelectualidad.

El encuentro de la REDH celebrado en Caracas fue el escenario de muchos debates relacionados con la producción cultural y la acción política. En particular, uno de los temas que recorrió innumerables charlas durante el evento -y que fue planteado también en varias intervenciones- fue el lugar de los movimientos populares y su relación con el campo de la intelectualidad.

Unirse para desarrollar la batalla de ideas

La Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH) fue creada en diciembre de 2004 con el acompañamiento de Hugo Chávez y Fidel Castro. Al igual que ahora, en aquel primer encuentro fue importante el papel jugado por las delegaciones de Venezuela, México y Cuba, impulsando un espacio donde discutir y difundir posiciones sobre los temas más importantes a nivel mundial.

Diez años después, sus integrantes definieron reimpulsarla a partir de una mayor actividad y una estructura organizativa más estable. Carmen Bohórquez continuará en la coordinación, pero se sumará una Secretaría Operativa formada por nueve integrantes. Además, se reactivarán y conformarán capítulos por país.

Con matices y búsquedas en su forma de implementación, el consenso giró en torno a la necesidad de fortalecer la unidad en la acción permanente, a partir del estudio sobre diversos ejes temáticos y la realización de actividades de solidaridad, denuncia y propuesta.

El ex presidente de Honduras, Manuel «Mel» Zelaya, expresó que “la idea es que se reestructure una verdadera ofensiva frente a lo que llamamos la reactivación conservadora, o la restauración conservadora, que se está aplicando con nuevos métodos agresivos en toda América Latina por parte de los grupos más dominantes del mundo, tanto en Estados Unidos como Europa. Esta restauración conservadora necesita una respuesta no pasiva ni de denuncia de América Latina, sino ofensiva en el sentido de defendernos frente la agresión que estamos sufriendo”.

Uno de los debates que recorrió el Encuentro fue el carácter de la intelectualidad. Tanto en los foros y plenarias como en conversaciones informales, se escucharon voces planteando la necesidad de superar la escisión entre los sectores populares organizados y las referencias intelectuales a título individual. Un elemento significativo fue que, por primera vez, la Red asumió explícitamente la incorporación de los movimientos sociales. En este sentido, la REDH puede ser un espacio único en todo el mundo, si logra convertirse en articulador del pensamiento que surge de la acción de los diversos sectores del pueblo, incluidos los centros de estudio y las expresiones artísticas.

En diálogo sostenido en el Cuartel de la Montaña, poco antes de la llegada del presidente Maduro al acto de cierre, Héctor Díaz Polanco realizó un primer balance: “Hemos llegado a una serie de conclusiones que se pueden resumir en dos conceptos: reafirmación de los objetivos básicas de la REDH original y por otro lado, renovación para adaptarse a los nuevos tiempos y recoger los nuevos desafíos, definir nuevas acciones. Una de ellas es incorporar nuevos sectores que inicialmente no estaban participando, como es el caso de los movimientos sociales, los jóvenes, las mujeres, los grupos por la diversidad”.

La economista venezolana Judith Valencia planteó la necesidad de mayor actividad y también puso énfasis en la vinculación con el pueblo: “No hay que esperar el tiempo del libro”, expresó. “Tenemos que ir al ritmo Chávez. Lo que me preocupa es la lentitud y el sólo uso de la red electrónica. Hay que usar otros mecanismos: el papel, el folleto, la hojita, estar en los espacios de calle, distribuir información para que los jóvenes tengan argumentos de por qué el imperio y sus ejércitos hacen lo que hacen”.

Isabel Rauber consideró que este momento “es una oportunidad para dar ese sacudón que hay que dar en la batalla ideológica. La REDH ha jugado un papel importante, pero puede jugar uno mucho más importante aún. ¿Cuál es ese papel en mi opinión? Es comprender que la labor del intelectual no es una labor individual, sino como una labor de dialogar con los pueblos, de organizar, de promover el pensamiento colectivo. Evidentemente, esto implica también una batalla cultural, dentro de la concepción de la izquierda, de creer que el intelectual es un individuo. Para mí el intelectual puede ser un individuo, todo bien. Pero el intelectual revolucionario, el intelectual orgánico, es el que convoca a millones. Este cambio lo hacen millones, es un cambio del pueblo, este evento nos tiene que servir para concertar esfuerzos para mover a millones”.

El gran desafío para la proyección

La ampliación y revitalización de la REDH, basada en la experiencia de una década de trabajo, plantea el reto -inescindible, simultáneo- de intervenir en la batalla de ideas a escala planetaria democratizando el ejercicio de reflexión-acción.

Como lo plantea Rauber, la construcción de un nuevo paradigma para la vida colectiva supone también la reflexión sobre el rol de la intelectualidad y el activismo ideológico-cultural, incluso al interior de las izquierdas. ¿Se considera con legitimidad intelectual sólo a quien realiza su trabajo de modo solitario, de acuerdo a los códigos de las academias y de la industria cultural establecida? ¿O también es posible incluir en este campo a las experiencias colectivas?

La construcción de un nuevo paradigma para la vida colectiva también supone asumir que las propias formas de elaboración teórico-práctica de ese paradigma deberán cambiar, construyéndose con organización y especificidad pero desde lógicas antagónicas al elitismo y a la subordinación, hoy hegemónicas y por lo tanto, presentes en todos los aspectos de la vida.

Un tiempo revolucionario exige no sólo reunir individuos en un campo de acción por demás estratificado y competitivo, sino fundamentalmente confiar en los poderes creadores del pueblo, que se organiza en defensa de los derechos sociales y de esa manera aporta a la construcción de alternativas concretas.

El encuentro de saberes en un marco democrático e incluyente potencia el desarrollo intelectual, sacándolo de las torres de cristal y transformándolo cualitativamente. Pero también -y este es, en definitiva, el objetivo- fortalece el alcance de la acción política en defensa de las mayorías, aportando a conformar referencias éticas y filosóficas imprescindibles en esta etapa histórica. Cuando arrecia la ofensiva conservadora en todos los terrenos, cada vez es más urgente articular todas las herramientas de los sectores populares, en una lucha de poder que asuma en forma indivisible el pensamiento y el acto.

 

Fernando Vicente Prieto, desde Caracas – @FVicentePrieto

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