Batalla de Ideas

15 diciembre, 2014

“La patria es algo más que una foto, un color o una campaña”

Por Ulises Bosia. Se cumplieron 31 años del retorno de la democracia y, si bien el mal tiempo impidió el festejo masivo en la Plaza de Mayo, la presidenta lo recordó con mensajes hacia el 2015 para todos los sectores.

Por Ulises Bosia. Se cumplieron 31 años del retorno de la democracia y, si bien el mal tiempo impidió el festejo masivo en la Plaza de Mayo, la presidenta lo recordó con mensajes hacia el 2015 para todos los sectores.

La fecha da inicio tanto al último año de Cristina como presidenta de la Nación, como finalización al séptimo de su mandato, que si le agregamos los cuatro de Néstor Kirchner suman ya once años de gobiernos kirchneristas. No sólo para el joven Casey Wander es toda una vida, sino que ciertamente una generación entera ingresó a la vida pública con el kirchnerismo en el gobierno, en este que ya es el más largo ciclo político de la historia argentina.

A esa juventud la presidenta se refirió directamente, asumiendo que “si traicionan las banderas, si vuelven a querer restaurar un orden conservador, no voy a ser yo el problema, el problema van a ser ustedes porque crecieron en un país distinto”.

Se trata de una frase reveladora, teniendo en cuenta que normalmente quienes amenazan con un regreso al neoliberalismo son sus oponentes, sin embargo pareciera que Cristina se refiere también a un sector de su propia tropa, al hablar de “traicionar las banderas”.

Es la presidenta hablándole directamente a sus seguidores, sin mediaciones, recreando un lazo político que no cuenta con un partido y ni siquiera con un candidato que pueda ser una garantía de continuidad y una estación intermedia enter el proyecto político y el pueblo. Paradojas de un liderazgo sin puntos de comparación en la Argentina del presente, pero de una luz que no resalta sino que opaca a los dirigentes que tiene a su alrededor.

Mensajes para todos lados

Está terminando un año que desde el punto de vista de la situación económica podría ser calificado como el más difícil desde el 2003. Por primera vez el salario real perdió terreno frente a la inflación, los niveles de consumo descendieron y el desempleo golpeó a algunos sectores puntuales pero importantes de la clase trabajadora. Sin embargo, en ese marco Cristina se mantiene fuerte y lejos de una postura defensiva o en retirada como le reclaman los editorialistas de la prensa opositora, sus palabras la muestran dispuesta a dar pelea.

“Nosotros tenemos acá nuestro proyecto exhibido, con resultados, queremos que nos expliquen cuál es el proyecto”, desafió la presidenta, que elige sus palabras con precisión, para generar la ilusión de que fuera una observadora externa de su propio proceso de sucesión.

Puede estar refiriéndose a Macri y al Pro, lógicamente, pero también a Massa o al FAUNEN, y por supuesto, a los propios candidatos del Frente para la Victoria.

Cristina es una presidenta que vive la política como militancia, por eso se muestra incómoda en estos tiempos de marketing, realidad virtual y candidatos mediáticos. Y lo deja en claro pensando en el debate con el que se preparan las elecciones de 2015. “El país y la patria son algo más que una foto, un color o una campaña”, aseguró, quizás pensando en el amarillo macrista o en la ola naranja bonaerense. Por si alguno quería mirar para otro lado aclaró, “no basta tampoco sacarse una foto conmigo”.

Democracia con igualdad

“Creo que, precisamente, ese 25 de mayo del año 2003 comenzamos a construir el concepto de igualdad social, económica, política, de género que llena de contenido a la libertad y le da sentido verdadero a la democracia”, planteó la presidenta. El tema de la igualdad fue uno de los ejes de su discurso, como forma aggiornada del lugar que en la historia del peronismo tiene la idea de la justicia social.

Es aquí donde el kirchnerismo se siente más fuerte, donde cree que puede mostrar los principales resultados de su política. Y en un sentido no se equivoca: la larga enumeración de políticas progresivas y transformadoras es contundente, como bien expresa el mayoritario apoyo popular que consiguió a lo largo de los años y que mantiene aún hoy a niveles muy significativos tras tanto tiempo de exposición.

Pero por otro lado, a la luz de los hechos, el tema de la igualdad es el punto de partida de un debate de fondo. Hace pocos días, el INDEC publicó que en el tercer trimestre de 2014 la informalidad laboral alcanzó al 33,6% de la clase trabajadora. Es decir que el trabajo en negro alcanza a uno de cada tres trabajadores. Por otro lado, un estudio privado publicado por El Cronista asegura que la tercerización laboral aumentó un 38% en los últimos dos años y que un 80% de las firmas tiene empleados precarizados de esta manera.

El logro que por ejemplo significa la realización de negociaciones paritarias anuales no puede ocultar que su alcance es fatalmente limitado y que la clase trabajadora lejos de ser un segmento social con rasgos homogéneos, se encuentra seriamente fragmentada, de acuerdo con las tendencias predominantes en el capitalismo globalizado.

Pero el tema puede abordarse desde la vereda opuesta también, observando la concentración económica. “La participación de la elite empresaria en el Producto Bruto Interno total pasó de un promedio del 14,3% entre 1993 y 2001, a una gravitación media del 21,5% en la etapa 2002-2012”, aseguran Gaggero, Schorr y Wainer en un reciente trabajo titulado “Restricción eterna: el poder económico durante el kirchnerismo”.

La gran apuesta del kirchnerismo fue intentar una gestión progresista de un modelo irremediablemente injusto. Para las minorías de poder, ese intento fue suficiente para condenarlo a la hogera. Para las mayorías populares, en cambio, las limitaciones de esta experiencia pueden ser procesadas como una prueba de que es necesario ir mucho más allá, si de verdad queremos llevar hasta el final el planteo de la presidenta de que la libertad sin igualdad es una formalidad sin contenido.

 

@ulibosia

 

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